Las imperfectas chicas Gilmore
La resurrección de 'Las chicas Gilmore' es imperfecta. Incluso irregular. Y aun así, es tan perfecta como se podía esperar que fuera
La resurrección de Las chicas Gilmore es imperfecta. Incluso irregular. Y aun así, es tan perfecta como se podía esperar que fuera. Ni Lorelai ni Rory son perfectas. Ni Emily lo es. Ni la serie que contaba sus andanzas lo fue, por mucho que ahora la nostalgia y ese nuevo halo de serie de culto nos lleve a creer otra cosa. La grandeza de Las chicas Gilmore precisamente reside en que son imperfectas. Lorelai es cabezota y, para muchas cosas, inmadura. Rory es egocéntrica y tiene el don de estar más perdida según pasan los años. Las chicas Gilmore siempre fue una historia de mujeres imperfectas que viven en un pueblo lleno de imperfectas extravagancias. Y así es como ha vuelto.
La minitemporada con la que Netflix ha resucitado la serie se pasa volando. Cuatro capítulos y adiós otra vez. Cuatro especiales de hora y media que en algunos casos, como los dos episodios centrales, se hacen incluso demasiado largos. Pero no importa. Estamos de vuelta en Stars Hollow. Y la nostalgia puede más que las flaquezas. La nostalgia y el festival de cameos de Bunheads (ambas series comparten creadora) y Parenthood (comparten protagonista). Y un sinfín de cameos de actores de Las chicas Gilmore, porque algunas de las apariciones de personajes son tan breves que no pasan de cameos.
Podemos ir capítulo a capítulo y decir que Invierno te pone la piel de gallina por la vuelta a casa que supone para sus seguidores. Que a Primavera le pesa demasiado la hora y media de capítulo. Que en Verano no se entiende a qué viene el musical sobre Stars Hollow (ya, para que entren ciertos cameos en acción; pero podría haber sido más corto). O que Otoño repunta para dejar buen sabor de boca final. Pero lo mejor ha sido todo el proceso. Saber que iban a volver, recordar nuestros capítulos y personajes favoritos, volver a comentar la serie, recuperar los #teamDean, #teamJess y #teamLogan. Viajar al pasado. Pura nostalgia.
Las cuatro estaciones de las chicas Gilmore es la historia de un duelo, el de Emily y Lorelai por su marido y padre muerto. También es volver a escuchar esas melodías, reencontrarse con el pueblo y las chifladuras de sus habitantes, volver a escuchar referencias culturales disparadas a la velocidad del rayo... Y tener la oportunidad de saber qué fue de sus personajes. Porque esta resurrección está pensada solo y exclusivamente para los fans (un número que ha ido creciendo en los últimos años gracias a la mayor disponibildad de la serie en plataformas como la propia Netflix o en DVD). Y para que Amy Sherman-Palladino, su creadora, pudiera colocar las cuatro últimas palabras con las que quería cerrar la historia de las Gilmore, las cuatro últimas palabras que tenían que ser.
No será una resurrección perfecta, pero es tan perfecta como son las imperfectas chicas Gilmore.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.