Teatro multipantalla
El uso del vídeo regresa por la puerta grande a los escenarios de la capital francesa en versión corregida y aumentada
Se ha dicho hasta la saciedad: la mayor parte de nuestro día a día transcurre frente a una pantalla. La sorpresa es encontrarlas allá donde no estaban invitadas. La temporada otoñal en París demuestra que el uso del vídeo en el escenario regresa por la puerta grande. Parecía una tendencia en desuso desde que se convirtió en sinónimo de una gratuita ostentación, pero vuelve en versión corregida y aumentada. Por ejemplo, resulta fundamental en la puesta en escena de Les damnés, la adaptación de La caída de los dioses con la que Ivo van Hove triunfa en la Comédie-Française, tras hacerlo en el Festival de Aviñón.
La tragedia de la familia Von Essenbeck, integrante de esa burguesía industrial que colaboró con los nazis, le sirve a Van Hove para reflexionar sobre el actual clima político. “O sobre cómo los humanos se deshumanizan”, prefiere decir. No es casual que una pantalla gigante presida el escenario, mientras reproduce las imágenes filmadas por Tal Yarden, videoartista estadounidense cada vez más solicitado por el teatro. En su agenda para 2017, tiene un Hamlet en el Almeida londinense, además de dos producciones en la Royal Opera House y la Ópera de Ámsterdam.
Parecía una tendencia en desuso desde que se convirtió en sinónimo de una gratuita ostentación, pero vuelve en versión corregida y aumentada
Los pioneros en el uso del vídeo también regresan para sentar cátedra. El polaco Krystian Lupa, invitado de honor del Festival de Otoño, representará en diciembre tres obras distintas en París. Dos de ellas, con abundantes proyecciones. Frank Castorf, director saliente de la Volksbühne de Berlín, transforma Los hermanos Karamazov en un Gran Hermano de más de seis horas, ambientado en la Rusia contemporánea. Y el vanguardista The Wooster Group, que popularizó la tendencia en los ochenta, acaba de presentar en París The Town Hall Affair, inspirado en el debate que enfrentó a Norman Mailer con un grupo de feministas en 1971.
Los jóvenes no quedan al margen de esta moda. Julien Gosselin, de 30 años, representa en el Odéon su adaptación de 2666, de Roberto Bolaño. Una versión de 12 horas, 3 de ellas ocupadas por imágenes filmadas en directo. Por su parte, Cyril Teste ha fundado MxM, que regula con siete reglas el uso del vídeo en escena. Prohíben, por ejemplo, que las imágenes pregrabadas excedan los cinco minutos del total. Y recuerdan así que el vídeo no es un resorte caprichoso si se usa en su justa medida.
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