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SILLÓN DE OREJAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Antes y después de 1917

En el último trimestre de este año asistiremos a una proliferación de publicaciones en torno a las revoluciones rusas y sus derivas posteriores

Manuel Rodríguez Rivero
Propaganda estalinista en la que figuran Marx, Engels, Lenin y Stalin.
Propaganda estalinista en la que figuran Marx, Engels, Lenin y Stalin.Cordon Press

Casi todo apunta a que el aniversario de la Revolución de Octubre coincidirá con el incremento (y no solo en la vieja Europa) de la anomia y el desasosiego social, de las luchas reivindicativas de los agraviados y ofendidos y de los reagrupamientos populistas entre quienes sienten que los partidos tradicionales han dejado de representarlos. Es muy probable que las condiciones de vida de los habitantes de este planeta hayan mejorado en su conjunto en el último siglo, pero no es menos cierto que cada vez se tolera menos la abismal brecha de desigualdad que separa a Richistán ­—el país sin fronteras de los superricos— del resto de la humanidad, sobre todo cuando viene acompañada de una notable sensibilización social hacia los comportamientos corruptos de los políticos. La industria editorial también sacará tajada del centenario, y a partir del último trimestre de este año asistiremos a una proliferación de publicaciones en torno a las revoluciones rusas de 1917 y sus derivas posteriores. De entre lo más interesante que se anuncia para la rentrée selecciono Notas sobre la revolución bolchevique (Turner, octubre; prólogo y edición de Constantino Bértolo), un informe vivido y de primerísima mano del desarrollo de los primeros años de la revolución a cargo del capitán Jacques Sadoul, enviado a Rusia como asesor militar del ministro francés de la Guerra para conseguir (en vano) que los rusos siguieran en el bando aliado hasta el final de la contienda. Crítica, bajo cuyo logo aparecerá en septiembre Los Romanov, 1613-1918, último libro del muy conservador historiador (y antes banquero y periodista) Simon Sebag Montefiore, publicará en noviembre El equipo de Stalin, un estupendo retrato político de grupo (mucho más riguroso que La corte del zar rojo, del ya citado Sebag Montefiore, también publicado por Crítica) de la historiadora australiana Sheila Fitzpatrick, paladín de la “historia social sin política” y autora, entre otros trabajos importantes, de Everyday Stalinism (Oxford University Press, 1999), un libro fundamental (y sin traducir) para entender la sociedad soviética de los años treinta. Ariel anuncia dos libros sobre distintos aspectos de la URSS: Seis años que cambiaron el mundo, 1985-1991 (publicación: 8 septiembre), cuyo título, una paráfrasis del célebre de John Reed, se refiere a la caída del imperio soviético, y Vecinos cercanos y distantes (6 de octubre), de Jonathan Haslam, una nueva historia del espionaje soviético desde sus orígenes. Por último, y para que vean cómo se las gastan algunas instituciones, la Royal Academy de Londres ya ha puesto a la venta las entradas (a 18 libras: un pastón) para la magna exposición Russian Art, 1917-1932, que se inaugurará el 11 de febrero de 1917.

Clásicos

Dice Borges: “Clásico es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad”. Si lo piensan (y, entendiendo, pobre Borges, que cuando dice “hombres” quiere decir “hombres y mujeres”), las dos palabras clave en la definición del argentino son un adjetivo —“previo”— y un sustantivo —“lealtad”—. Uno acude a los clásicos que aún no conoce por lealtad a una tradición, es decir, a otros que los leyeron antes, como también creía Italo Calvino (Por qué leer los clásicos, Tusquets). La cosecha del último trimestre del año no es ninguna fruslería. Entre la abundancia, selecciono los que, sobre el papel, más me han interesado: una nueva traducción (como ven, se hace evidente desde el mismo título) de la Alabanza de la estupidez (Erasmo), a cargo de Enrique Gil Bera (en Clásicos Penguin, noviembre); un clásico japonés del siglo XIV, el Taiheiki, crónica del gran pacificador (Trotta, sin fecha; traducción de Twiggy Hirota, Carlos Rubio y Akikazu Yanu), una épica guerrera (en la línea de los llamados Gunki Monogatari), durante un tiempo atribuida al monje Kojima, que relata, con el apoyo de la ficción, las intrigas y batallas que tuvieron lugar entre el shogunato de Ashikoga, en la norteña Kyoto, y el emperador Go Daigo, de Yoshino, al sur del país, y que modificaron definitivamente las relaciones de poder dinástico en el antiguo Japón; también me produce curiosidad la nueva edición ilustrada (por Manuel Marsol) de La venus de las pieles que anuncia Sexto Piso (traducción de Elisa Martínez Salazar): espero que una nueva lectura de este libro moderadamente perverso y —siento decirlo— más bien tedioso acerca de la pasión de su protagonista por la dominatrix “venus” Wanda von Dunajew —y cuyo autor, Leopold von Sacher-Masoch, inspiró al sexólogo Krafft-Ebing el nombre de una de las parafilias más modernas— me permita comprender, por ejemplo, por qué Rajoy sigue ganando elecciones.

Poetas

Algo pasa. Al fin y al cabo no es cosa corriente constatar que, de todos los géneros literarios, la poesía sea uno de los mejores representados en los catálogos para la larga rentrée (septiembre-noviembre). ¿Algunos nombres? Ahí va una selección: Yves Bonnefoy (La larga cadena del ancla y La hora presente, en Galaxia Gutenberg), Eliot (Cuatro cuartetos, en Lumen), Alejandra Pizarnik (Poesía completa, en Lumen), Manuel Padorno (Poesía completa, en Pre-Textos), Elizabeth Bishop (Poesía completa I, en Vaso Roto; por cierto: ¿para cuándo el premio a la extraordinaria labor de esta editorial?), o Lezama Lima (Poesía completa, en Sexto Piso); de este último podría decir lo mismo que el poeta mexicano Marco Antonio Campos decía de Nietzsche en su poemario De lo poco de la vida (Visor): “Hace un Cristo y medio que no leo sus libros, / pero como si los leyera hoy, como si aún / el sábado, como si nada”. También apetece la antología Las primeras poetisas en lengua castellana, editada y preparada por Clara Janés, que anuncia Siruela. Dejo para el final, adrede, el que me parece el proyecto más ambicioso: las esperadas Obras completas de Arthur Rimbaud que Mauro Armiño ha preparado para Atalanta y que la editorial de Jacobo Siruela e Inka Martí publicará finalmente en octubre. La edición —más de 1.500 páginas—, incluye, además de prólogos, cronologías, “diccionario”, ilustraciones, todo lo que escribió ese meteoro que una tarde sentó a la Belleza en sus rodillas “y la encontré amarga— y la insulté”. Un poeta excepcional “absolutamente moderno” y radical (léase, por ejemplo, el impresionante La orgía parisina, repleto de imprecaciones contra los burgueses que regresaron a París tras la comuna), que acabó vendiendo armas, y que con sólo dos obras mayores (Una temporada en el infierno y las Iluminaciones) cambió el curso de la poesía.

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