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Corea del Sur, rey de series en Asia

‘Descendientes del sol’, el último fenómeno de la ola coreana, acumula cifras millonarias a lo largo del continente asiático

Promoción de la serie ‘Descendientes del sol’ en Seúl.
Promoción de la serie ‘Descendientes del sol’ en Seúl.Daniel García

El capitán Yoo Shi Jin (Song Jong Ki) y la doctora Kang Mu Yeon (Song Hye Kyo) trabajan en un ficticio país afectado por la guerra y los desastres naturales. Los personajes, que ya habían vivido un romance hace unos años en Seúl, volverán a revivir el amor en esta nación inventada. Este es el argumento de Descendientes del sol, el último boom televisivo hecho en Corea que está destrozando los índices de audiencia en China, Singapur, Tailandia y otros países de la región.

La ola coreana sigue expandiéndose con fuerza. Los cientos de millones de visionados de las bandas de K-pop en YouTube son solo la punta del iceberg de este fenómeno cultural que tiene una fuerte base en lo que se conoce como K-drama, las series de televisión del país oriental. Lejos de amilanarse, la corriente hallyu –derivado del nombre chino que define popularmente a la ola coreana- sigue más fuerte que nunca, sobre todo en el terreno de la ficción televisiva.

A diferencia de las series occidentales, las coreanas suelen contar solamente con una temporada. La temática suele centrarse en tópicos románticos o históricos –Sageuk-, casi siempre tamizada por el pincel del confucianismo. La importancia de la familia, el respeto a los ancianos y la necesidad del amor son los denominadores comunes que acontecen en el grueso de la producción coreana.

La cadena pública KBS es una de las principales productoras del género. El distrito Yeongdeungpo en Seúl alberga una de sus principales sedes en Corea. Aquí se exhiben muchos objetos relacionados con la historia de los seriales del país oriental. Sin embargo, los principales estudios de K-drama se encuentran a las afueras de la capital, en la ciudad de Suwon. Los pingües beneficios generados por el fenómeno han permitido que algunas series se puedan permitir grabar en otros países. Así ha ocurrido con Descendientes del sol, parcialmente filmada en Grecia.

Tráiler de 'Descendientes del sol'.

Yoon Go-Eun, periodista especializada en K-drama, comentaba durante una entrevista a principios de este año que “los dramas coreanos todavía se centran en la transmisión del romanticismo, la comedia y los valores familiares”. La experta señalaba que “estas características son la razón detrás de la popularidad de las series coreanas en Asia”, haciendo una clara referencia a los valores confucianos que dominan el género.

Países como China, Japón o Taiwán son algunos de los mayores receptores de este tipo de producto cultural. En el gigante asiático la producción coreana supone la mayor fuente de contenido extranjero consumido por sus ciudadanos en televisión. El fenómeno hallyu ha desatado muchas críticas por parte del gobierno de Xi Jiping; el pasado 12 de marzo el Ministerio de Seguridad Pública de la República Popular China alertaba a través de Weibo –servicio de microblogging del país oriental- de que “ver dramas coreanos puede ser peligroso y puede conducir a problemas legales”.

Las declaraciones del ministerio llegaban tras conocerse las desorbitantes cifras de visionados obtenidas por Descendientes del sol en el gigante asiático: 2.400 millones de visualizaciones hasta la fecha, a través de la plataforma de video iQiyi, para seguir las desventuras de esta historia con tintes militares.

Repercusión económica

La creadora de contenido multimedia Hsu Yi-shiun ha viajado en más de una ocasión a Seúl para visitar alguna de las localizaciones de sus series favoritas. Hsu procede de Taiwán. Como ella, miles de ciudadanos de la isla autogobernada llegan hasta el sur de la península coreana para fotografiarse en las localizaciones de producciones televisivas, para ellos míticas como Una joya en el palacio, Tú, que viniste de las estrellas o la reciente Reply 1988. La taiwanesa está hoy en la aldea tradicional de Bukchon, lugar donde se han grabado varias producciones. “He venido para ver el lugar de una de mis series favoritas, Personal Taste”, afirma Hsu, y añade que durante otra estancia ha pasado por “la casa de la actriz principal de la serie La chica que veía olores”.

La Organización de Turismo de Corea ofrece tours que transcurren a lo largo de localizaciones del género K-drama. La presidenta del país, Park Geun-hye, comentaba recientemente que “buenos contenidos culturales pueden producir no solo buenos valores culturales y económicos, sino que también pueden contribuir a la revitalización del turismo”.

Más allá de los beneficios económicos, las series producidas en Corea del Sur son un poderoso elemento de poder blando en la región asiática. Con el K-drama, Corea es capaz de transmitir sus valores y capital cultural a una audiencia masiva. Euny Hong, autora del libro The Birth of Korean Cool, utiliza en varias ocasiones la palabra “ataque” cuando se refiere a la expansión del hallyu.

El arma cultural del gobierno surcoreano

Sonata de invierno, la historia de amor entre Kang Jun Sang (Bae Yong Jun) y Jung Yoo Jin (Choi Ji Woo) es hasta la fecha uno de los mayores éxitos del K-drama. El ejecutivo del país oriental, dirigido entonces por Roh Moo-hyun, utilizó la serie como un instrumento de poder blando. En 2004 el servicio de información y cultura coreana (KOCIS en sus siglas en inglés) entregó Sonata de invierno de manera gratuita a la televisión egipcia, pagando incluso por los subtítulos. Con este movimiento Seúl buscaba crear una buena imagen en el mundo árabe para los más de tres mil soldados que tenían por entonces estacionados al norte de Iraq.

La KBS guarda un lugar especial para este serial en el museo de la cadena pública, KBS On. Sonata de invierno está considerada la serie coreana más exitosa de la historia.

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