A la caza de un futuro digital y sostenible
Un curso en la Universidad Complutense de Madrid busca los mejores caminos para la creación y el conocimiento en la era de Internet
Una revolución siempre hace estragos. Y el gran cambio digital de estos tiempos no es una excepción. De acuerdo, no hay barricadas en las calles, o lucha de clases. Pero las consecuencias del triunfo de Internet tienen tal magnitud que el mundo de la cultura todavía se interroga, cada día, sobre cómo construir un futuro sostenible y respetuoso con el derecho de autor. En busca de respuestas, expertos, académicos y empresarios se juntan hoy y mañana en Madrid en el curso La re-evolución en los derechos intelectuales del Conocimiento, la Creación y la Comunicación, organizado por el grupo PRISA (editor de este diario), la Universidad Complutense, Google y Telefónica.
“Vamos, escritores y críticos / que profetizáis con vuestras plumas / mantened los ojos abiertos / la oportunidad no se repetirá”, cantaba Bob Dylan en The Times they Are a Changin. Su voz y su guitarra sonaban en la sala antes del comienzo del curso, en una elección nada casual. “Estamos ante un tsunami. Y la primera ola ya ha supuesto mucho esfuerzo”, lo resumió Noelia Fernández, directora de Transformación Digital del Grupo PRISA.
Hoy en día hay youtubers con más seguidores que medios históricos, se hacen reportajes en realidad virtual, la música se escucha cada vez menos en los discos y se puede ver (o rodar) una película con un móvil. Pero, al mismo tiempo, la industria editorial o cinematográfica todavía sacan la mayoría de sus ingresos de los canales tradicionales: salas y libros de papel. La re-evolución digital no admite axiomas ni fórmulas áureas. El mundo ha cambiado y sigue cambiando, lo que dificulta el reto de adaptarse a él y dispara la incertidumbre.
Ante las dudas, el curso reúnirá a ponentes como Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes, Sonia Gumpert Melgosa, decana del Colegio de Abogados de Madrid, o José Miguel Fernández Sastrón, presidente de la SGAE, para agarrarse a alguna certeza. Desde luego, la de Seguir creando, como reza el título de la charla que cierra el día, del dibujante Antonio Fraguas Forges. Otra clave es “la defensa del conocimiento como bien social común”, como destacó José Manuel Gómez Bravo, director de Negocios de Derechos y Propiedad Intelectual del Grupo PRISA. “Hay que proteger a los autores. Y las reglas del juego se nos han quedado antiguas; hay que reformarlas”, agregó Manuel Bravo, director general de la Fundación de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
El debate se centró en algunos de los asuntos estrella del sector: qué contenidos han de ofrecerse con libre acceso y cuáles, en cambio, deberían ser de pago; cómo poner en común investigaciones y patentes, para favorecer la innovación; la tendencia del mercado hacia modelos de suscripción, ya sea para televisiones o editoriales; la narrativa transmedia; la piratería; la captación de públicos jóvenes, los llamados millenials; el nuevo canon digital, ya que el antiguo fue enterrado y el actual, creado por el Gobierno del PP con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, ha sido tumbado por el Tribunal de Justicia Europea.
Varios de los ponentes reconocieron que también el propio modelo de negocio precisa de grandes modificaciones. “Este cambio nos ha pillado a contrapié y en muchas ocasiones no estamos reaccionando bien”, agregó Noelia Fernández. Y Guillermo Mercader, director de Desarrollo de Negocio de Movistar +, admitió: “La evolución se ha notado sobre todo en el consumo de los usuarios más que en cómo la hemos acompañado desde el lado del negocio”. “Soy optimista en que se acabe encontrando una confluencia entre los intereses de los agentes principales de la industria y los de los usuarios”, añadió Alejandro Perales, Presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación.
“En realidad, cuanta mayor distribución, más encantados estamos”, aseveró Angel Yllera, director de Ventas Sur de Europa de Warner Bros TV Distribución Internacional. En su sector, en concreto, se ha pasado de unos pocos canales públicos a un panorama inmenso, entre emisoras tradicionales, oferta a la carta y suscripciones online. Los cambios exigen más contenidos, y la mejor manera de distribuirlos a los usuarios, a la vez que suscitan dudas. Así que Yllera quiso dejar también preguntas en el aire. Entre otras, “¿la televisión lineal está muerta?”. La respuesta solo la tiene el futuro.
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