Que se besen
Que los buenos se pidan perdón y se vuelvan a abrazar. Y que la mierda no estalle entre los honestos y los mejores
Acusaban de lento al jugador Del Bosque, de que a veces se pensaba tanto el pase inteligente que le quitaban la pelota. Son muy amantes de la raza y del ilustrado “Benito, mátalo” en el Bernabéu. Con la inteligencia tienen más complicaciones. Es grotesco criticar al entrenador que legó dos Ligas y dos Champions al Real Madrid (de acuerdo, eran jugadores galácticos, pero digo yo que alguna responsabilidad tendría el jefe en ese inolvidable triunfo). Y siempre pensé que mi admirado Valdano y el ser superior habían largado a Del Bosque por no ser cool, porque sus movimientos, su pinta o su expresividad jamás podrían ser vestidos por Armani, Versace o la vena más convencional de Paul Smith. Pero no, resulta que largaron al triunfador por cosas tan etéreas como que necesitaban a alguien “más tecnificado desde el punto de vista de la estrategia y de la técnica”. Risas, como dicen en el teatro.
Y Del Bosque, aparte de no comportarse jamás como un miserable en un universo poblado por ellos, y no hablo solo de los que controlan este inmenso y sórdido negocio (¿cómo puede haber 24 equipos en la fase final de la Eurocopa, cuánta pasta supone para los legitimados gánsteres?), logró hazañas que permanecerán eternamente en la retina.
También las de Casillas, desviando con el pie un tiro mortal de Robben o quitándole de lo pies una pelota imposible, al estilo del mejor Hitchcock. O morreando a su hermosa novia en un final cinematográfico. Y nos hicieron felices en medio de la ruina de un país. Y resulta que estos dos personajes mitológicos se han encabronado entre ellos. Y me digo que no, que ojalá se descuartizaran gente con tan mal rollo, todos de la misma familia, como Mourinho, Luis Enrique, Alves, Pepe. Pero que los buenos se pidan perdón y se vuelvan a abrazar. Y que la mierda no estalle entre los honestos y los mejores. Siempre vamos perdiendo. Que no ganen otra vez los malos.
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