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CRÍTICA / DISCOS

Dos hurras por la reinvención de Beth Orton

La británica filtra el brillo de su recién estrenada residencia en Los Ángeles volviendo a la simbiosis entre folk y electrónica

Dos hurras por la nueva reinvención —sí, esta lo es— de la británica, quien filtra el brillo de su recién estrenada residencia en Los Ángeles volviendo a la simbiosis entre folk y electrónica que la hicieron célebre (junto a William Orbit o Andrew Weatherall), pero desde un prisma rabiosamente contemporáneo, sin nostalgias. Ahora esposa de ese otro heterodoxo que es Sam Amidon, se rodea de Andrew Hung (Fuck Buttons) a la producción —y gente de Twin Shadow o Grizzly Bear entre los colaboradores— en un álbum que combina el magnetismo tribal y rítmicamente abrupto de Snow o Petals, brotes de electropop pegadizo como 1973, baladas planeadoras como Wave o Dawnstar y ensoñaciones space pop como Corduroy Legs. Delicia absoluta.

Kidsticks. Beth Orton. Anti/Pias

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