‘Silicon Valley’, mezcla extrema de realidad y ficción
La serie de HBO consigue que una noticia de ficción entre en Google News
¿Cómo puede una noticia falsa colarse en los resultados de Google con su visto bueno? No se trata de un error, ni de un accidente, sino de una broma deliberada para seguir el juego a Silicon Valley, la serie de HBO que el pasado domingo estrenó su tercera temporada. Google incluyó en News —un servicio que canceló en España— noticias de una startup ficticia. Si se buscan los términos “Silicon Valley” o “Silicon Valley HBO”, en Estados Unidos, los resultados del bloque de Noticias incluyen información de Hooli, la parodia de Google, y su cotización, junto a, alerta de spoiler, el cambio de CEO en Pied Piper. Como pasa en el mundo real, el fundador es desplazado para que lleve las riendas un profesional.
No es la primera vez que Google hace un guiño a la ficción. El verano pasado, cuando pasaron a ser el conglomerado Alphabet, pusieron un enlace en su dominio .xyz a Hooli. Una discreta referencia que se ganó la complicidad de los fans.
Google no ha reconocido que la inclusión de resultados que no son noticias reales, sino parte de la trama, forme parte de una broma. Se ha limitado a decir que “es un espacio experimental de Google”.
El buscador no es el único que mezcla la realidad con los personajes de la serie. Crunchbase, cuya newsletter matinal es la comidilla de toda la zona de la Bahía de San Francisco, cuenta cada mañana quiénes tienen un nuevo producto o, como se dice en el argot, han levantado una nueva ronda de financiación. Una de sus secciones un directorio actualizado de empresas, valoración y cargos relevantes. El protagonista de la serie tiene su perfil basado en el personaje, sin indicar que no es real.
Aunque si hay un tipo carismático, quizá por ser uno de los muchos supuestos insiders que pueblan el valle, es Erlich Bachman, interpretado por T. J. Miller. La figura del dueño de una supuesta incubadora que da consejos sin demasiada base y trata de sacar tajada de la ilusión de los demás, queda claramente reflejada. TechCrunch, el medio más influyente, lo escogió para su equivalente a los Óscar de la tecnología en 2015. Hizo de sí mismo en la ficción: machista, ácido, clasista e irónico sin límites. En el momento llovieron las carcajadas en la Sinfónica de San Francisco. Al día siguiente el escándalo fue tal que la publicación pidió perdón, como si ellos mismos no lo hubieran contratado con intención de jugar a la ambigüedad de mezclar realidad y ficción. Este invierno dirigió la ceremonia Chelsea Peretti, actriz y guionista, que se limitó a enumerar nominados y dar paso. Sin concesiones.
En Silicon Valley, la serie del mismo nombre triunfa por su realismo. Lo que parece una caricatura se acerca a la realidad más de lo que podría parecer. Los médicos compran acciones de las empresas de sus pacientes, como sucede cuando Hendriks tiene un ataque de ansiedad. Los supuestos inversores de capital riesgo también quieren escuchar el plan completo para replicarlo con una nueva startup y aniquilar a la que no pudieron comprar. El financiero es capaz de salir a la calle e improvisar un focus group.
Todo el mundo está esperando la siguiente sorpresa. El año pasado el segundo lunes después de la emisión, la 101, la autovía que une las dos capitales, San Francisco y San José, apareció salpicada de vallas publicitarias de Pied Piper. Al tercero la publicidad llegó a Facebook, en los laterales aparecían anuncios de una misteriosa startup que estaba contratando perfiles, al hacer clic se aterrizaba en una oferta de trabajo, con descripción real de responsabilidad, rango de salario y perks, los peculiares incentivos propios de esta zona: mesa de ping pong, comida de chef, ordenador de última generación… en una misteriosa empresa que estaba desarrollando un algoritmo para comprimir paquetes de datos sin pérdida de calidad. Dos clic después se llegaba a Pied Piper.
Los domingos por la tarde el debate en San Francisco está en qué ver antes en HBO: ¿Juego de tronos o Silicon Valley? Difícil elección. Los lunes, no hay duda, en la máquina de café los comentarios son sobre las andanzas de la startup que no deja de pivotar —como les gusta denominar a los cambios de rumbo o búsqueda de nuevo modelo de negocio—.
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