‘Juego de tronos’, un cubo de rubik de acero valyrio
Los estudios donde se rueda la serie en Belfast encierran muchos de los secretos de la sexta temporada
Atención, esto no es un spoiler: “Al final de Juego de tronos las familias se alinearán en torno al fuego o al hielo. El fuego y el hielo se pelearán por el Trono de Hierro y lo destruirán, se destruirán entre ellos, y de las cenizas emergerán los habitantes del bosque que tomarán el poder, con un consejo de la gente buena. El poder no recae en el trono, el trono solo ofrece tiranía. El poder bueno solo puede proceder de la colectividad”.
Elaborada, cuando menos, es la teoría que maneja Finn Jones, que interpreta en la serie a Loras Tyrell. Resulta que los actores se sientan en corrillos en los tiempos muertos del rodaje, y comparten sus propias teorías sobre qué pasará a unos y otros personajes, de cuyos destinos conocen solo hasta donde alcanza el guion de la temporada en curso. Recuerden: esta es la sexta temporada. Esto es territorio más allá de los libros. La aventura regresa a Canal + Series en la noche del domingo 24 al lunes 25 (3.00) en VOS, con otro pase el lunes a las 22.30 (también en VOS).
A medida que avanza la serie, los actores adquieren un conocimiento más profundo de la historia y de los personajes. Lo mismo puede decirse de los técnicos. Cada secuencia tiene mucha más información de la que se ve a primera vista y esa es una de las claves de Juego de tronos. “Tener tu papel en la mejor serie de la historia te hace querer destacar en él, construir más allá de las líneas de diálogo que te entregan”, explica el actor de 17 años Isaac Hempstead-Wright, que interpreta al joven Bran Stark.
“El ritmo del show ya está dentro de nosotros”, asegura el productor y guionista Bryan Cogman, en una pausa de un lluvioso día de rodaje en un castillo de las afueras de Belfast. “Esta temporada ha sido el mayor reto hasta ahora a nivel de producción. Pero estamos con gente que conoce el show y sabe cómo hacerlo. A estas alturas ya es como la sangre que corre por tu cuerpo, supongo que si me preguntas sobre otra cosa del mundo no sabría responder nada”.
Cogman es una de las pocas personas que tiene todo en la cabeza. Lleva seis años instalado en Belfast, Irlanda del Norte, donde Juego de tronos ha tenido su cuartel general desde el primer episodio. Aquí nació Kristian Nairn, el corpulento actor (y dj) que interpreta a Hodor, el mozo del pequeño Stark. “Tengo 40 años y crecí en medio del conflicto de Irlanda del Norte”, explica. “Entonces nadie podría haber imaginado que el mayor show del mundo iba a rodarse aquí. Además de dejar mucho dinero, se ha convertido en una escuela para el talento local”.
A cien metros del astillero donde se construyó el Titanic, se hace hoy la producción televisiva más grande de todos los tiempos. Seis inmensas naves que suman 13.000 metros cuadrados de platós interiores, con alturas de hasta 30 metros. Y aún así, asegura Tom Martin, jefe de los estudios, “siempre hace falta más espacio y hay que montar unos sets encima de otros”.
Merodear por la seis naves es un extraño viaje por los Siete Reinos que lleva, entre andamios, de las dependencias privadas de Cersei Lannister al trono de Daenerys Targaryen, pasando por la sala de banquetes de la boda roja que, según Martin, “nadie se atrevió a desmontar”. Y de repente, el codiciado trono, el auténtico, que no es de acero valyrio sino de plástico y fibra de vidrio, y que nunca se ha movido de aquí.
Hay cerca de 1.400 personas trabajando en la serie en Belfast, divididas en tres unidades: Dragón, Lobo y Caminante Blanco. Un equipo de “economía doméstica” se encarga de cocinar la comida que se ve en la serie. Hay un responsable del barro, otro de las hojas, un departamento entero que ensucia la ropa, un herrero de Belfast tatuado de 37 años que diseña las armas. Se ha trabajado, hasta la fecha, con 40 compañías de efectos especiales.
Hay cinco directores que ruedan dos episodios simultáneamente. En un mismo día pueden estar rodando el primero por la mañana, y el sexto por la tarde. Existe un equipo que se dedica solo a organizar horarios.
Juego de tronos es, en palabras de Bryan Cogman, “un gigantesco cubo de rubik”. Cada temporada la complejidad crece a medida que lo hace la destreza del equipo. Y quienes sigan la serie comprenderán que la sexta temporada, además de salir del alcance de los libros, tiene otro reto añadido a nivel narrativo. “Hay que recomponer la locura de la quinta temporada”, concluye Cogman. “Todos los personajes, aquellos que sobrevivieron, quedaron en una situación vulnerable, peligrosa y oscura. En esta temporada se trata de recoger los pedazos”.
El herrero prefiere un hacha
La sexta temporada de Juego de tronos, según explican en producción, ha contado con más de 6.000 extras. Y todos ellos tiene que ser disfrazados, una labor de la que se encarga Caroline Martson en la nave de vestuario de los estudios de Belfast. "Cada figurante recibe una etiqueta y aquí le entregamos el vestuario completo", explica. "Hay algunos que llevan aquí seis años y está totalmente metidos en la historia. Hay guardianes de la noche que se negarían a ser un Lannister".
Antes, cada prenda pasa por el departamento de envejecimiento de ropa, donde se realizan a mano los rotos y las manchas. Las armaduras, los cascos y las joyas son cosa del italiano de 49 años Luca Gianpaoli, maestro del metal, que crea sus piezas a partir de los bocetos que le entrega el departamento de arte.
Y las armas son competencia de Stephen Murphy, herrero norirlandés de 37 años, que muestra la espada de Jaime Lannister o la ballesta con la que Tyrion sorprendió en el baño a su padre. Pero, si tuviera que matar a alguien, Murphy lo tiene claro: “Cogería una buena hacha”, asegura, y levanta amenazante un pesado ejemplar de su mesa de trabajo.
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