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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pseudosado

No son las máscaras y látigos lo que escandaliza de 'Cincuenta sombras de Grey', que a ratos parece 'Pretty Woman', sino esa obsesión por controlar la vida de la mujer

Ricardo de Querol
Dakota Johnson, en '50 sombras de Grey'
Dakota Johnson, en '50 sombras de Grey'

Aquel libro, Cincuenta sombras de Grey, de E. L. James, no aspiraba a premios literarios pero desató un fenómeno que vino a llamarse porno para mamás. Muchas (y muchos) se engancharon a ese relato calentorro que, se supone, conectó con sus fantasías. La discreción del libro electrónico echó una mano. La película, de Sam Taylor-Johnson, llegó al cine por San Valentín y ya la emite Canal + Estrenos. Quien espere algo muy morboso se llevará un chasco.

El filme se sostiene en una digna actuación de Dakota Johnson, no así la del insulso Jamie Dornan. Pero en vez de sacudirnos con una relación salvaje, al límite, durante la mayor parte del metraje aquello parece Pretty Woman, exitosa actualización del mito de Cenicienta: esa chica ingenua deslumbrada por el millonario que la pasea en helicóptero o la recibe en su mansión a todo lujo.

Para no ser una obra romántica, sobra azúcar y falta sexo. Como había que cuidar su distribución masiva, las escenas son poco explícitas. En vez del sadomaso anunciado predominan las ataduras (bondage para los iniciados) y otros juegos que solo asustarán a los pacatos. A años luz de la sordidez y brutalidad de Nymphomaniac, de Von Trier, por otro lado un tostón. Puestos a buscar transgresión, perturba más Las edades de Lulú, de Bigas Luna (y novela de Almudena Grandes). Puestos a ver un dominio erótico digamos que consentido, resulta más sensual Nueve semanas y media.

Eso sí: lo que no escandaliza el pseudosado lo hace la obsesión de Grey por controlar la vida de su pareja. El rico triunfador le pide que firme un contrato que regula lo que hace en la cama o fuera de ella (nada de copas); se enfada porque viaja a visitar a su madre y se planta allí sin haber sido invitado; cambia su coche por uno nuevo sin consultar. Por mucha pasta que ponga, hay más maltrato ahí que en las máscaras de seda o los látigos de satén.

No lo olviden: tres asesinadas en dos días por el terror machista.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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