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Un soneto de Lope de Vega para abrir el informativo

Luis Carandell, figura clave del periodismo español, marcó una época en TVE con sus telediarios de autor. La Reina entregó el premio a la información parlamentaria que lleva su nombre

Guillermo Altares

Es una leyenda que todavía circula por Televisión Española (TVE), de la que desgraciadamente no hay testimonio en YouTube: Luis Carandell arrancó uno de sus telediarios de fin de semana en los años ochenta recitando un soneto de Lope de Vega, el que comienza "Desmayarse, atreverse, estar furioso" y acaba con el memorable verso "esto es amor, quien lo probó lo sabe". El primer sorprendido por la entradilla fue el propio editor del informativo, José Antonio Martínez Soler.

"A veces me enfadaba, pero riéndome por dentro", relata, todavía entre carcajadas, este veterano periodista al rememorar aquellos meses de 1985 en los que tuvo que dirigir a uno de los maestros del periodismo español. Carandell, fallecido en 2002 a los 73 años, simboliza uno de los momentos dorados de la televisión en España, cuando primero Felipe Mellizo y luego él inauguraron los telediarios de autor, en los que el peso del presentador era gigantesco y otorgaba una personalidad muy especial al informativo.

Carandell, quien era cronista parlamentario en TVE, sustituyó en 1985 a Mellizo y presentó los informativos de fin de semana hasta 1987, cuando pasó a dirigir el programa de libros La hora del lector. "Era una televisión de autor; era su telediario", explica Martínez Soler.

Galardón a Radio Nacional

Luis Carandell da ahora nombre a un premio de periodismo parlamentario que concede el Senado y ya ha llegado a su undécima edición. Ayer le fue entregado por la Reina a su ganador, Miguel Ángel Domínguez, director y presentador del programa 24 horas, de Radio Nacional.

Que un galardón que reconoce la crónica parlamentaria lleve el nombre de Carandell refleja la diversidad de la carrera de este reportero, quien fue corresponsal en Japón y que cubrió la guerra de Yom Kipur en 1973 o la Revolución de los Claveles en Portugal al año siguiente, entre otros acontecimientos. También fue uno de los maestros del periodismo al final del franquismo, con su sección Celtiberia Show en Triunfo, o sus crónicas de cultura e internacional en Cuadernos para el diálogo. "Fue un referente del periodismo parlamentario, que tenía una cultura infinita", destaca Domínguez.

Con su pinta de profesor, sus inmensas gafas de pasta, sus chaquetas de espiga, su perilla y su inconfundible voz, Carandell era ya una leyenda cuando se puso al frente del telediario, cuya presentación compartió con Teresa Aranda. Desde el principio, dejó claro que pensaba hacer un informativo "distinto" y que su intención era darle el mismo estilo personal que a sus crónicas parlamentarias. "En periodismo nunca hay que dar nada por sabido, sino que se deben hacer las aclaraciones oportunas con el fin de que los espectadores reciban unas claves que les permitan un mejor entendimiento de la información", declaró en una entrevista con este diario. "Ya entonces era alguien a quien admirábamos todos. Como director no le podía meter en cintura, pero también era la clave del telediario", recuerda Martínez Soler.

Aún quedaba casi un lustro para el nacimiento de las cadenas privadas y aquellos telediarios de autor no se enfrentaban a ninguna competencia.

El espectáculo de la televisión

Todos los que trabajaron con él recuerdan a Felipe Mellizo, fallecido en 2000 a los 67 años, como una personalidad increíble, capaz de citar las frases más insólitas de cualquier filósofo, siempre inventadas, pero también perfectas.

Tras una intensa carrera como corresponsal en Londres o El Cairo y después ocuparse de programas televisivos como ¿Un mundo feliz?, un espacio de divulgación científica, Mellizo fue nombrado en 1984 presentador y director de los informativos de fin de semana. "En la televisión prima el sentido del espectáculo, porque históricamente se ha nutrido de los géneros propios de otros espectáculos, como cine o teatro, y a veces la gente juzga este medio como si fuese un circo", declaró entonces.

Mellizo se mostró fiel a esos principios: se puede decir sin exagerar que sus telediarios de fin de semana supusieron un choque cultural en España. Su humor, originalidad y personalidad inauguraron una forma de hacer televisión.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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