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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Agujetas

En la Vuelta Ciclista todo es clásico, desde los corredores hasta esos comentaristas, Perico Delgado y Carlos de Andrés, a los que vemos y oímos desde hace 16 años

Ángel S. Harguindey
Alejandro Valverde, a su llegada a la meta en Vejer de la Frontera.
Alejandro Valverde, a su llegada a la meta en Vejer de la Frontera.Javier Lizón (EFE)

La tarde del martes, y con el mando a distancia a modo de vara de alcaldía de uno mismo, tuvo un claro triunfador: las agujetas, o si se prefiere, la mialgia diferida, ese dolor muscular de aparición tardía con diferentes explicaciones sobre su origen aunque se olvidan de las agujetas solidarias, aquellas que se producen en el sofá y ante el televisor en una tarde en la que desde la sobremesa hasta bien entrada la noche, todo es deporte.

Una tarde que comenzó con la cuarta etapa de la Vuelta Ciclista a España con final en Vejer de la Frontera y el triunfo de un clásico: Alejandro Valverde. En realidad, en la Vuelta Ciclista todo es clásico, desde los corredores hasta esos comentaristas, Perico Delgado y Carlos de Andrés, a los que vemos y oímos desde hace 16 años. Menos clásico aunque más cómico fue el intento de un chiclanero de llevarse la bicicleta de Benjamin King aprovechando la confusión de la caída de una docena de corredores.

Siguió la tarde con el Campeonato Mundial de atletismo en Pekín, en una jornada en la que arrasaron los kenianos, una etíope, una cubana y una colombiana: algo está cambiando en el atletismo mundial. Desde Bolt ya casi no hay un solo atleta que en la presentación no haga alguna gracieta. Se ha perdido el pudor para satisfacción del espectador. Nombres como Rudisha o esa elegantísima Dibaba han posibilitado el surgimiento de estrellas como Nicholas Bett, oro en los 400 metros vallas y primer keniano que gana un oro en una distancia menor de los 800 metros.

Y la noche llegó con el Mónaco-Valencia. Pasó con muchos apuros el Valencia, tras deslumbrarnos Negrero con su gol, y se demostró que incluso en lugares tan repletos de exquisitos defraudadores fiscales como el Principado, el fútbol es capaz de convertir al aficionado en un energúmeno.

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