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Lizzy Caplan: “Masters of Sex’ habla de sexo pero, sobre todo, de intimidad”

La serie sobre los pioneros de la investigación del sexo afronta su tercera temporada

Lizzy Caplan está de celebración. Contenta con el regreso de Masters of Sex, cuya tercera temporada arranca este lunes en Canal + Series (21.30), pero especialmente feliz porque esta entrevista con EL PAÍS coincide con la legalización del matrimonio homosexual en todo Estados Unidos. Una noticia muy apropiada para hablar de una serie centrada en los pioneros de la investigación sexual William Masters y Virginia Johnson.

“¡Ya era hora!”, exclama la estadounidense de 33 años. “Si algo nos enseña esta serie es que íbamos tan a remolque antes como vamos ahora”, añade de lo que considera luchas “arcaicas” como el derecho al matrimonio para todos o que se cuestione el derecho de la mujer al aborto. Estos y otros son temas que se tratan en la serie que coordina Michelle Ashford y que, desde la ficción histórica, dan pie al debate. “En la sociedad y en mi cabeza. Y también en casa. Masters of Sex es el trabajo que más da que hablar en mi mesa”, asegura la actriz.

En los tres años que lleva la serie en antena, la conversación ha ido evolucionando, y si en su comienzo los comentarios se centraban en las constantes escenas de sexo, ahora se habla más de otros aspectos. Como afirma la actriz, a estas alturas el público se ha dado cuenta de que Masters of Sex “no es la fantasía de un exhibicionista”, sino una serie que “habla de sexo pero, sobre todo, de intimidad, algo que el espectador no se espera”. Ella también ha cambiado mucho de opinión en estos tres años. Recuerda que se adentró en la primera temporada con algo de miedo. “Yo, una actriz de comedia, haciendo drama en televisión. Estaba segura de que me iban a despedir”, recuerda jocosa alguien que se dio a conocer con Mean Girls o Bachelorette.

Lizzy Caplan y Caitlin FitzGerald, en una imagen de la tercera temporada de 'Masters of Sex'.
Lizzy Caplan y Caitlin FitzGerald, en una imagen de la tercera temporada de 'Masters of Sex'.

En la segunda temporada, Caplan recuerda que lo quiso dar todo. Tanto que no salió “del pellejo de Virginia” en los cuatro meses de rodaje. Una intensidad que dio frutos, como demuestra su candidatura a los Emmy, pero que en esta tercera temporada ha decidido suavizar. “Y creo que es mi mejor trabajo porque ahora puedo entrar y salir de Virginia. Al igual que ella, he encontrado mi equilibrio”, subraya.

“Cuando comencé sabía que estaba haciendo una serie de época. Lo que no sabía es que cambiaría tanto de época”, asegura la actriz. En el momento en que arranca la tercera temporada, ya ha pasado una década desde que sus protagonistas se conocieron. “Y la lucha de poder entre ambos está más presente que nunca”, adelanta Caplan. Existen otras luchas en la década de los sesenta: la revolución sexual, la guerra de Vietnam, “y mis hijos ya son adolescentes”.

Josh Charles, que se une a la serie en la tercera temporada, y Lizzy Caplan, en 'Masters of Sex'.
Josh Charles, que se une a la serie en la tercera temporada, y Lizzy Caplan, en 'Masters of Sex'.

Caplan confiesa haber aprendido muchas cosas de su personaje. Nociones no necesariamente sexuales, dado que creció en un hogar desinhibido donde chicos y chicos fueron criados en la igualdad y con una hermana mayor con la que hablaba abiertamente de sexo —perdió a su madre cuando sólo tenía 13 años—. De Johnson ha aprendido lo difícil que es equilibrar trabajo y familia. “No tengo hijos pero espero tenerlos y sigo sin saber cómo se las organiza una madre trabajadora”, explica llena de admiración hacia su Virginia Johnson, “una adelantada a su era”. La doctora también le ha hecho ver lo difícil que es lidiar con la fama. Y no habla de la persecución de los paparazzi, sino de la gran diferencia entre lo que uno sueña y la realidad. “Es una gran transición porque cuando consigues triunfar eso no te da necesariamente la felicidad que imaginabas”, añade reticente a compartir más de su vida.

Su tono cambia cuando se refiere a su compañero de serie, Michael Sheen, William Masters en la ficción. “Parecemos un extraño matrimonio por conveniencia de lo cómodos que estamos juntos”, se regodea a pesar de unas jornadas de trabajo de 16 o 17 horas en los estudios Sony de Los Ángeles en las que graban unas nueve páginas diarias de diálogo continuo. Para Caplan, este es el mejor trabajo de su carrera. “Eso sí, Virginia Johnson está siempre en mi pensamiento”, remata, no se sabe si como una bendición o como la maldición que llegó con el éxito.

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