_
_
_
_

Una serie sobre el último verano de Europa

Guillermo Altares

Los 37 días que transcurrieron entre el asesinato del archiduque en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, y la declaración de guerra del Reino Unido a Alemania, el 4 de agosto, con la que un incipiente conflicto europeo se convirtió en la I Guerra Mundial, la catástrofe de la que surgen todas las demás catástrofes del siglo XX, han sido estudiadas a fondo por cientos de historiadores para tratar de comprender lo incomprensible: ¿cómo es posible que naciones en teoría avanzadas metiesen al mundo en un conflicto que costaría millones de muertos sin saber muy por qué? El historiador Christopher Clark acuñó la expresión “sonámbulos” en uno de los grandes libros de la década para definir la forma en la que las potencias europeas se lanzaron a la guerra, como seres que caminaban dormidos e inconscientes hacia el precipicio. Una magnífica miniserie de la BBC de tres episodios, 37 días, que ofrece actualmente la plataforma de cine por Internet Filmin, retrata los movimientos diplomáticos durante aquellas semanas que David Fromkin llamó “el último verano de Europa” porque nada volvería a ser lo mismo después de la apocalipsis.

Los personajes de la serie son los dirigentes de las grandes potencias, sobre todo del Reino Unido, Alemania y Austria, los máximos mandatarios, pero también los responsables del engranaje diplomático, los ministros de Exteriores, los embajadores, los militares… Entre todos ellos llevaron al mundo al desastre sin ser nunca conscientes de la dimensión de la guerra en la que iban a meterse. Son todos familiares entre ellos, los diplomáticos pero también el rey de Inglaterra, el Kaiser alemán y el Zar, que eran primos. El canciller alemán Bethmann-Hollweg, el kaiser Guillermo II, Winston Churchill, David Lloyd George, Herbert Henry Asquith son algunos de los personajes históricos retratados con solvencia. La serie deja muy claro que la historia la hacen seres humanos, con sus debilidades, sus cegueras, pero también con su voluntad o con su lucidez.

Los creadores de 37 días, el veterano realizador Justin Hardy y el guionista Mark Hayhurst, ambos veteranos de la televisión británica con muchas series en espaldas, apoyándose además en impecables actores marca de la casa de la BBC, logran trazar una dinámica descripción de la diplomacia a principios del siglos, pero también darle humanidad a los personajes. El jefe de la diplomacia británica, Edward Grey (interpretado de forma tan convincente por el veterano Ian McDiarmid que logra hacernos olvidar que es el malvado emperador de la saga de La guerra de las galaxias), es tal vez el personaje más importante de esta historia fundamentalmente coral. Sin embargo, sus denodados esfuerzos para tratar de evitar que el continente emprenda una marcha fúnebre hacia su propia destrucción resultan totalmente inútiles, porque en ningún momento es capaz de ver la jugada completa ni lo que está en juego.

BIG KAISER

Como en la teoría de los juegos que creó el matemático John Nash, recientemente fallecido, no sólo hay que tener en cuenta las propias decisiones sino, sobre todo, cómo las decisiones de los demás pueden afectar a las nuestras. Grey era inteligente y conocía todas las tretas de la diplomacia, pero no sabía que el mundo había cambiado. Algo similar ocurriría durante el conflicto ya que la inmensa mayoría de los generales pensaban basándose en estrategias de las guerras napoleónicas y no eran conscientes de los efectos de la revolución industrial en el campo de batalla en forma de ametralladoras, artillería, explosivos, aviones o, desde la batalla del Somme en 1916, carros de combate. Lanzar una carga contra ametralladoras era una insensatez total pero muchos oficiales no fueron capaces de leerlo. Creer que el belicismo germano se podía frenar con trucos de salón o que una guerra entre la mayoría de los países de Europa era controlable son errores en una longitud de onda parecida.

En el consejo de ministros definitivo en el que Reino Unido declaró la guerra a Alemania, sólo uno de los participantes fue capaz de calibrar lo que se avecinaba: “Millones de hombres contra millones de hombres con todo el acero que hemos sido capaces de producir”. 37 días es un gran retrato del momento decisivo del siglo XX, cuando se rompió la esperanza que había despertado una época de progreso, pero es también un extraordinario y entretenido producto televisivo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_