Todos sobrevivimos
¿Cómo rentabilizar la inversión de 'Supervivientes'?: de entrada con un programa de cuatro inacabables horas en el que las conexiones son tan dificultosas como el conseguir ritmo


En realidad, supervivientes somos la inmensa mayoría de la ciudadanía española: supervivientes a los presuntos delincuentes de cuello blanco, a los recortes aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, al tedioso concurso, a los chistes malos de Jorge Javier Vázquez, a la saga Pantoja, a lo de que la Justicia es igual para todos y a ti te encontré en la calle, a tantas y tantas cosas que nadie se explica el que a estas alturas no seamos más víctimas que supervivientes.
El concurso de Supervivientes, que comenzó ayer y se celebra en unas islas hondureñas, está muy condicionado por los costes: cuenta con un amplio dispositivo técnico y humano, con más de 20 cámaras, cuatro de ellas subacuáticas, y 4.000 metros de fibra óptica y más de 180 profesionales desplazados a Honduras (datos de la cadena). Quiere ello decir que hay que rentabilizarlo. ¿Cómo?: de entrada con un programa de presentación de cuatro inacabables horas en el que las conexiones son tan dificultosas como el conseguir un cierto ritmo atractivo, con la implicación del mayor número posible de redes sociales, con debates, invitados, cualquier secuela es bienvenida para rellenar la parrilla.
Cabe, naturalmente, involucrar como concursantes a "famosos", y aquí se riza el rizo porque la mayoría de los que así son definidos lo son por haber aparecido en programas tan señeros como Gandía Shore, Mujeres y hombres y viceversa, ¿Quién quiere casarse con mi hijo? o Gran Hermano, es decir, que la fama se la otorga la propia cadena. Hay alguna excepción como Carmen Lomana, Nacho Vidal, Rafa Camino o Fortu, líder de Obús y, sobre todo, Isa Pantoja, conocida también como Isabel II, hija de Isabel Pantoja, hermana de Kiko Rivera Pantoja y prima de Anabel Pantoja, una saga que ha conseguido vivir del rebufo de la tonadillera y sin otro mérito que el parentesco.
Quedan semanas de concurso por delante. Se buscarán piques y rencillas entre los concursantes, pasarán hambre y sed, se comentarán los detalles más nimios, Jorge Javier seguirá haciendo chistes malos y, como dice Mateo, "los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes", eso sí, entre un sin fin de anuncios.
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