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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Límites

La sátira tiene los mismos límites que la participación de un contertulio en un debate

David Trueba

Algunos analistas corrieron a advertir de los peligros que conlleva adscribirse a la defensa de la libertad de expresión tras los atentados de París, apuntando que la sátira tiene que tener sus límites. Es evidente que todo tiene límites, para eso están las leyes que protegen los derechos al honor de las personas, que persiguen las injurias o que castigan los delitos de exaltación del terrorismo o incitación a la violencia. La sátira tiene pues los mismos límites que la participación de un contertulio en un debate. La sátira simplemente establece un contexto, pero no está liberada de cumplir la ley. Quienes insisten en que la sátira no puede permitirse cuando ofende a otros proponen, de manera grotesca, que cualquiera que se dé por ofendido exija clausurar la viñeta. Estaríamos protegiendo de la crítica humorística a religiones, partidos, equipos de fútbol, personajes históricos, a la CIA y hasta el macramé, que casi siempre se menciona con tono de mofa en las conversaciones.

En España asistimos constantemente a esa gradación de la ofensa según los intereses particulares, ignorando que el contexto de sátira no es informativo, sino que altera la realidad y la retuerce para generar una sonrisa o una retórica antipomposa. Los vídeos de humor que jalonan la televisión incluyen doblajes manipulados que hacen hablar a personas relevantes de cosas absurdas y que hasta cruzan conversaciones que nunca se han producido. A nadie le resultará ofensivo ver a un líder político dibujado como un Cristo crucificado o a una tonadillera sacada en procesión de Semana Santa.

Por ese mismo proceso de guiarse por el sentido común resulta chocante que alguien creyera que el humorista Facu Díaz del canal La Tuerka se mofaba de las víctimas del terrorismo cuando aparecía como un líder del PP encapuchado que pedía la liberación de sus presos. Si de alguien se burlaba bajo el eslogan PP Presoak Etxera era del formato habitual de ETA en sus comunicados y de un partido que cuenta con numerosos condenados por delitos de corrupción. Por mucho líder reunido en París tras los asesinatos, la aceptación de la sátira es un ejercicio diario de salud mental que tiene sus límites claros y establecidos, por lo que nadie tiene que venir a poner sus límites propios y particulares.

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