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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A por moros

Le Pen lamenta la muerte de 12 compatriotas, pero dice que no peleará por 'Charlie Hebdo'

Carlos Boyero

El repugnante oficio del papá de esa señora rubia que reclama esa cosa tan popular y peligrosa de que Francia es para los franceses fue el de torturador durante la guerra de Argelia. Tal vez esa dedicación a machacar física y mentalmente a los prisioneros indefensos uniera la vocación con la profesionalidad. A lo peor, también le daba un subidón lo de ensañarse con los moritos, con esa raza inferior y prescindible.

Años más tarde fundó ese Frente Nacional al que se apuntaron tantos fervorosos de la pureza en la genética de la Francia imperial, con capacidad para despertar los sentimientos más mezquinos e intolerantes del ser humano. Y, por supuesto, además de sentirse muy afligidos por la masacre parisina que han cometido los bárbaros, esta gentuza que dice amar el orden sabe que su discurso tendrá nuevos y múltiples afiliados, que el odio racista se carga de argumentos y coartadas cuando otras bestias racistas que han declarado guerra sin reglas a todos los infieles se cargan a los humoristas que cometieron el imperdonable pecado de reírse del Profeta y a los rehenes que buscaban alimento kosher en un supermercado hebreo.

Y como no, lo primero que se le ocurre a la patriota Marine Le Pen y a sus enfebrecidos acólitos es exigir la restauración de la pena de muerte en Francia. Además de la salvajada que supone que el Estado se sienta legitimado para quitarle la vida a los que no sienten ningún respeto por la del prójimo, hay que ser muy lerdo para creer que a los talibanes que se inmolan cargándose infieles y en la seguridad de que van directos al Paraíso les va a disuadir de cometer matanzas los justicieros ahorcamientos, inyecciones letales, silla eléctrica y demás formas de asesinato institucionalizado.

Y entiendes que tantos ciudadanos en posesión de dos dedos de frente sientan grima a que en la manifestación contra el reciente espanto se les unan tantos añorantes de aquel señor con bigotito convencido de la supremacía aria a golpe de Holocausto. Papá Le Pen acaba de declarar que lamenta la muerte de 12 compatriotas franceses, pero que no va a pelearse por defender el espíritu de Charlie Hebdo que es “un espíritu anarco- trotskista disolvente de la moralidad política”. A este señor se le entiende todo. No necesita máscaras civilizadas como su fría y calculadora hija.

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