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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Hilos

La buena conversación se desata en la confianza. Y en ocasiones el sofá Chester propicia también esa rara y valiosa condición

David Trueba
Luz Casal y Risjo Mejide
Luz Casal y Risjo Mejide

La vida trenza hilos lejanos. Es quizá el mayor de sus secretos. Pasó durante la entrevista de Luz Casal en el Chester de Risto Mejide. Ese sofá es a veces un asiento de clavos, donde el invitado, incómodo, se pregunta en silencio por qué ha aceptado venir. Tiene que ver con la autoridad que el anfitrión se arroga, capaz de anunciarle a Alberto Sanjuán que no le consideraba merecedor de ser invitado al programa o de soltarle a Luz que no tenía el cuerpo de una mujer deseable. Suena en ocasiones a una obligación para no sonar a entrevistador pasteloso, para que nadie se olvide de que al frente del programa hay un juez implacable. Pero la buena conversación no encuentra ahí su mejor baza. Produce atasco, autodefensa, reserva y finalmente una cortesía algo impostada para salir del paso.

La buena conversación se desata en la confianza. Y en ocasiones el sofá Chester propicia también esa rara y valiosa condición, pero solo cuando escuchar y poner a escuchar a los espectadores es más importante que todo lo demás. No hay ya en la televisión espacios de entrevista, y si los hay están condicionados a una dictadura del formato trabado, donde al espectador se le considera un tonto incapaz de concentrarse más de dos minutos sobre un mismo asunto. Incluso se incluyen titulares rotulados en pantalla para que ese espectador, tratado de bobo a toda hora, caiga en la cuenta de lo más importante que está diciendo el invitado. Pero Luz Casal es anguila que escapa hacia su propio río, convencida de que para gozar de una larga carrera musical, lo mejor es no despistar demasiado sobre la esencia de una voz.

Al final del programa el sofá se subasta en favor de causas humanitarias. Luz, que llegó a considerar el cáncer que padece como un impuesto, una tasa que pagar, decidió donarlo al centro de bioquímica que el investigador Carlos López Otín dirige en la Universidad de Oviedo. Es ahí donde se trenza ese hilo mágico, que lleva desde una cantante de voz prodigiosa hasta un sabio discreto empeñado en conocer algo más de la genética humana. La vida establece vínculos insospechados, porque hacer amigos es quizá la mejor tarea a la que dedicarse mientras se sobrevive.

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