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La sonrisa pícara de Benny Hill

Javier Salvatierra
Benny Hill y esa sonrisilla traviesa.
Benny Hill y esa sonrisilla traviesa.

Cual perro de Pavlov, reaccionaba instintivamente en cuanto aparecían las nubes sobre Támesis y el paisaje londinense y sonaban las ocho notas de la productora Thames. Era la señal de que empezaba Benny Hill y, como las sosegadas ocho notas se aceleraban con el enloquecido ritmo del programa, la tarde tediosa del domingo -yo recuerdo que lo emitían en domingo, pero igual me equivoco- apretaba el paso. Salía ese gordo rubicundo con cara de travieso y el tiempo hasta la cena volaba entre persecuciones a cámara rápida, collejas a 1.000 revoluciones por minuto, miradas lascivas y trucos de primero de efectos especiales.

Seguro que muchos le recuerdan por su humor de cacha y escote, y es cierto que a menudo interpretaba el papel de sobón impenitente, pero tenía también grandes momentos de ingenio, como ese gag de apenas 10 segundos en que, en una sala de espera de un hospital, tras salir de rayos X con la mano vendada, se sienta y explica a una mujer: “Golpeé con la mano el cristal de una ventana”, para que esta le conteste: “Tuvo suerte de llevar ese vendaje”. No se habría mantenido el show durante más de 30 años si Alfred Hawthorn Hill, que así se llamaba el bueno de Benny, no hubiese tenido algo más que ofrecer que chascarrillos cuarteleros.

Un saludo militar impagable.

Alfred nació en Southhampton, al sur de Inglaterra, el 21 de enero de 1924. De sus primeros años no se sabe gran cosa, tan solo que tuvo varios empleos, como el de lechero, baterista y conductor o, ya relacionado con las tablas, asistente de escena. Fue reclutado para la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su destino fue poco guerrero: aunque recibió formación como mecánico, finalmente fue asignado al Combined Services Entertainment, una institución surgida en la Segunda Guerra Mundial dedicada a entretener a las tropas británicas. Tras la guerra y hasta principios de los 50, trabajó como locutor de radio hasta que encontró su sitio en la pequeña pantalla con El Show de Benny Hill, que estuvo en el aire desde 1955 hasta 1989, hizo archiconocida su oronda cara en todo el mundo y le solucionó los problemas de bolsillo para toda la vida.

El show empezó en la BBC y fue adquirido en 1969 por Thames TV, la productora de las nubes sobre el Támesis, que lo mantuvo en el aire hasta 1989, cuando lo canceló por su baja audiencia. Tenemos pues, 34 años de chistes, unos más graciosos que otros, por supuesto; parodias -hasta de Starsky y Hutch, con Benny haciendo de ambos, o Roy Orbison-; bofetadas, coscorrones, toquecitos en la cabeza al vejete Jackie Wright, bolsazos, paraguazos, faldas que se levantan o se rasgan, pellizcos en el muslo, cachetes en el culo, miradas al escote y trucos facilones de cámara que en su momento me parecían magia. En este sketch, El manitas, tenemos ejemplos cumplidos de todo ello.

Es bien cierto que Alfred tenía en sus parodias una cierta obsesión por las bragas de las señoras, los muslos y el canalillo, que me hacen pensar en Benny como el Fernando Esteso rubiales de Gran Bretaña. Vistos hoy, algunos de sus episodios tienen un tufillo zafio y machista. Un señor mayorcete y gordito, no particularmente agraciado, trataba por todos los medios de tocar, atisbar apenas, algo de carne de señoritas que multiplicaban por mucho su atractivo y dividían su edad por la mitad. Y a veces lo conseguía, a menudo a costa de una esposa fea y malencarada, encarnada en ocasiones por un hombre. De machista y sexista se le acusó en repetidas ocasiones, aunque él siempre se defendía diciendo que usaba recursos clásicos de la comedia, estereotipos, y que las mujeres mantenían su dignidad en los episodios mientras que los hombres que las acosaban acababan retratados como bufones y ridiculizados, a veces a través de una bofetada y siempre con la archiconocida secuencia final, en la que Benny pagaba sus travesuras perseguido a cámara rápida por buena parte de sus secundarios blandiendo cualquier utensilio que sirviese para atizarle. Es en esta mítica persecución que cerraba cada capítulo en la que sonaba el Yakety Sax, la pieza musical compuesta por James Q. Spider Rich e interpretada por el saxofonista Boots Randolph y que todos hemos tarareado. Y digo todos.

Otra de las cosas que más recuerdo del show de Benny son sus enternecedores efectos especiales. Tras años de ver espectaculares secuencias recreadas por ordenador con una verosimilitud a prueba de bombas, emociona revisar cómo se atizaban con palos de goma -¡por favor, se doblaban en el aire!- y cómo caían al vacío muñecos informes para, al siguiente fotograma, sin demasiado cuidado por cuadrar los planos, levantarse un señor vivito y coleando. O cómo Hill compartía plano consigo mismo con mucho cuidado para no traspasar la mitad de la pantalla.

En esos dos aspectos residía para mí el encanto de Benny Hill, en esa zafiedad de baja intensidad y en esos truquitos de prestidigitador televisivo barato. El caso es que nunca fue sacado de la pantalla por su machismo, ni siquiera en la conservadora Inglaterra thatcheriana, ni por sus artificios de vodevil en los albores de los efectos especiales. Fue la audiencia la que le derrotó, según John Howard Davies, su último jefe en Thames, el hombre que lo despidió. En una entrevista, dejó tres razones para cerrar un programa de 34 años que había alcanzado audiencias de 21 millones de espectadores en su cúspide, en 1977: “Las audiencias caían, el programa costaba un montón de dinero y Benny parecía un poco cansado”. El último Show de Benny Hill reunió a 9,5 millones de televidentes.

Alfred ya no se recuperó del despido. Además de su ánimo, su salud comenzó a dar muestras de agotamiento y sumó problemas de peso, corazón, riñones. Aunque hubo algún intento de resucitar el programa, Benny inició una última carrera a cámara rápida, cuesta abajo esta vez, que le llevó a un triste final. Tras varios días sin poder contactar con él, el agente de Benny acudió a su casa el 22 de abril de 1992, para encontrarlo solo, muerto dos días antes en el sillón mientras veía la tele. Irónicamente, tenía un contrato para un nuevo programa en el buzón. Su tumba fue profanada varios días después de su entierro porque se rumoreaba que había sido enterrado con gran cantidad de joyas. Triste final para un hombre que había hecho reír a dos generaciones.

Yo me quedo con esa cara de travieso de la imagen de arriba.

* Recuerda más Series de siempre

Comentarios

En mi casa era un héroe. Mis domingos fueron como los tuyos, mis hermanos le tienen en un altar.
Desde hace unos años, los ingleses se avergüenzan de Benny Hill y quitaron sus vídeos de la web de la BBC. Su humor era muy machista, pero la corrección política será la tumba de nuestras libertades.
Qué grima da este tío!
Repetitivo, grosero y gañán a más no poder. No seré yo el que lo recuerde con cariño. Y no será porque los británicos son incapaces de producir humor de primera, véase a los Monty Python.
Pues yo lo recuerdo con mucho cariño; eran unas tardes de tele impagables. Que entre tanta corrección político social menudos censores estáis hechos algunos/as. Vamos, ni hubiéseis permitido a Fabio y McNamara ni a las Vulpes ni a Esteso y Pajares...."país" que diría Forges. Ahora todo ofende excepto quemar la bandera de España. En eso somos todos, y todas, muy progresistas. Me harté de ver películas de Jackie Chan en el cine de mi barrio y no me dedico a andar reduciendo viandantes con nunchakus por las calles de mi pueblo, jopelines. Flipábamos con El Mono Borracho a la sombra del Tigre, que recuerdos. Y sí, también leo libros, so mojigatos. Así que Mr. Alfred, allá donde esté, espero pueda ver que por aquí todavía hay alguno que le guarda un gran cariño y respeto. P.D.: Será mejor ver esas salvajadas en los telediarios de la sobremesa: muertes, guerras, corruptos...no te joroba.
Alfredo, suscribo todo lo que has dicho, yo también recuerdo a Benny Hill con mucho cariño y lo de Jackie Chan...buffffffffff que recuerdos mas buenos
Tenía gags cojonudos. Y evidentemente había que tomárselo, como todo, con cierta distancia. Claro que igual era una época un poco menos gilipollas que la actual, en la que cualquier cretino se ofende por cualquier cosa, y te monta un lobby para protestar por sus complejos. En fin, cosas de la superpoblación.
Aparte que parte de sus beneficios los destinaba a obras sociales. Todo un personaje que marcó una época.
Fue el gran ausente en las olimpiadas de Londres, el si que es un Icono Británico.
Desagradable machista.
Destacar el machismo de Benny Hill para poder ensalzar algún aspecto de la serie, me resulta triste y significativo del desorden moral en el que vivimos. Teniendo en cuenta la naturaleza soez y violenta de nuestra actual televisión, a su lado, Benny Hill era un inocente angelito. Matemos la historia porque estaba equivocada, y nunca recitemos a Groucho Marx....
Pues yo soy mujer y no pienso que fuera machista. Era un salido tocón pero machista no creo. Las mujeres que salían eran las que dominaban al hombre.Es cierto que ahora con tanta idiota que se ha encontrado el punto G de Gilipollez, esta serie sería impensable pero hay que mirar la vida con una visión más amplia que sentirse el ombligo del Mundo.
Ha sido ver la intro de la BBC con el Támesis y cual perro de Paulov yo también me he teletransportado las tardes de domingo de los 70 y los 80... Es que me meo vivo de la risa y debo decir a mis cuarentaytantos años que Benny Hill me parece un cómico excelente: esos gags que realiza no son tan sencillos de hacer. Si me hace reir a los 10 y a los 40 significa demuestra que son gags que admiten muchas lecturas, en definitiva, de gran calidad.Es que es ver al calvo y... Ja, ja,ja,ja,ja....
Pura caspa. Nos queda el consuelo de saber que no solo los españoles teníamos películas de salidillos detrás de las suecas, del llamado "destape" y demás. La verdad, es que ves algo de esa época y se te escapa un "qué tiempos!", pero lo cierto es que ahora parece una sociedad cavernícola, por no decir una televisión y cine poco imaginativos. Tampoco es que ahora seamos la pera... uno haciendo zapping ve que existen programas que pagan a asesinos y corruptos para que entretengan al vulgo, y me parece soñar con que vuelva Benny Hill. Era zafio, pero no tenía la mala leche y la absoluta falta de valores de ahora. Ciertamente, mientras escribo, no sé qué prefiero. Si un discursito de Cospedal en diferido, o un episodio de Benny Hill. A igual caspa, prefiero las risas.

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