La concursante más avezada

Pasapalabra entregó en julio del año pasado el premio más alto de la etapa de Telecinco (1.674.000 euros) a un gruista en paro. Ahora una arquitecta sin empleo compite por llevarse el bote, que ayer tenía acumulados 1.280.000 euros. Paz Herrera había participado en 54 ediciones sin conseguir romper la hucha y en el especial de Nochebuena se reenganchó. En esta tanda suma ya 82 ediciones. “En la historia de Pasapalabra ningún concursante ha llegado a 136 programas”, dice su director, Rafael Guardiola. “Hay un fenómeno Paz, que se resume en una actitud: el respeto que muestra hacia todo el mundo y la asombrosa tranquilidad que exhibe para enfrentarse a las cámaras, al público del plató y a las preguntas”.

En los anales de archifamoso concurso, Herrera (nacida en Puente de San Miguel, Cantabria, hace 54 años) es la aspirante que más tiempo se ha colgado al cuello el enmarañado rosco. “Es un récord absoluto”, dice satisfecho Guardiola, que desde 2009 dirige este formato de origen británico —vendido a televisiones de todo el mundo—, aunque su vinculación a Pasapalabra se remonta a 2000, en los tiempos en los que el espacio se emitía en Antena 3.

En esa cadena fue precisamente donde el bote alcanzó una cota colosal: los 2.190.000 euros que en mayo de 2006 se embolsó Eduardo Benito Sayago, un comercial madrileño que conquistó el premio más alto de la historia de la televisión española. Desde que se emite en Telecinco, la mejor marca se la anota Juan Pedro Gómez, con 1,6 millones.

Para el director de la versión española, las claves de la permanencia de la concursante cántabra son la cercanía y la templanza. “Su carisma traspasa al espectador. El público la considera como parte de su familia”, comenta Guardiola. Además, “respeta al concursante que tiene al lado como si fuera el primer día que participa. Paz suele decir que cualquiera es capaz de eliminarla”.

Dotada de una portentosa memoria, Herrera tiene sus puntos fuertes. “Le encanta leer y viajar. Sabe mucho de música, de pintura y, por supuesto, de arquitectura”, opina el director, según el cual la dificultad de una pregunta es muy subjetiva. “Depende de lo que le guste. Es bastante tranquila, aunque algunos días la hemos visto nerviosa. En determinados programas, cuando menos tiempo ha tenido y más nerviosa estaba, mejor lo ha hecho. Cuando se relaja comete fallos”.

Hasta antes de que explotara la burbuja inmobiliaria, Herrera tenía su propio estudio. Ahora está en paro aunque suele decir que tiene trabajo: es concursante en un programa de televisión. La misma burbuja que condujo a Gómez, gruista de Ciudad Real, al paro antes de que decidiera prepararse a conciencia para el bote de Pasapalabra.

En lo que va de temporada, el concurso de Telecinco (de lunes a viernes, previo al telediario de las 21.00), ha situado su pico de audiencia en casi 2.400.000 espectadores (24,2% de cuota de pantalla). “Es uno de los mejores sitios para estar en la tele”, afirma su director, que en su equipo cuenta con un coordinador de guiones, cuatro guionistas, un ayudante de guion y un lingüista, una figura fundamental a la hora de aclarar titubeos sobre las definiciones. “Nos basamos en el diccionario de la Real Academia. Es sagrado. Cuando hay dudas sobre una palabra siempre jugamos a favor del concursante”, subraya.