Intelectual
Cañete, corto, pero no perezoso, se asomó a un micrófono y declaró que él no puede hundir a una mujer indefensa porque lo acusarían de estar haciendo abuso de su “superioridad intelectual”
En el debate televisado (¿televisivo?) que protagonizaron en TVE Elena Valenciano (PSOE) y Miguel Arias Cañete (PP) estaba todo tan pautado que pareció que hasta las reacciones posteriores ya estaban escritas. Pero reapareció Cañete y mandó a parar. Eh, que quiero seguir hablando, ya lejos del corsé que yo mismo me he puesto. Así que, corto, pero no perezoso, se asomó a un micrófono y declaró que él no puede hundir a una mujer indefensa porque lo acusarían de estar haciendo abuso de su “superioridad intelectual”.
Antes de que dijera eso, su compañera de candidatura, la exministra Pilar del Castillo, había calificado lo que dijo Elena Valenciano sin misericordia alguna: “Palabras vacías que ocultan un fracaso”. ¿Y qué ocultará “la superioridad intelectual” de Arias Cañete? A veces, las palabras se ponen a sí mismas un foco, para que las veamos mejor. Y Cañete, que en una entrevista con Joana Bonet en La Vanguardia dijo de su retrato de campaña que parecía “un pitufo”, se ha animado a acercarse a Ortega o a Sartre, enfrentado (como en la copla de Los Sabande-ños) a un rival de peso menor… ¿Cómo va él a hundir a su contrincante, una mujer a la que tiraría a la lona a las primeras de cambio? ¿Qué iba a decir la gente, que es un machista?
Pues sí, eso es lo que dice ahora la gente. Por lo que se vio en el debate no podía decirse, porque la cámara difumina esos contornos groseros que tiene la gente, pero ya que lo ha dicho, sí tiene el candidato popular ese ramalazo entre zandunguero y faltón que los hombres exhibimos a veces cuando no nos van bien las cosas. Como no tenemos claro si hemos vencido, humillamos al contrario (hombre o mujer) diciendo que les hemos perdonado la vida. Aquí primero le perdonó la vida a Elena Valenciano Pilar del Castillo y la remató Miguel Arias Cañete, por si no había quedado claro.
Qué barbaridad, en qué lugar de la nada quedó el debate. Tenía razón María Casado: lo pactaron tanto que lo dejaron en nada; como profesional fresca que es, ella sacó el pescado del pudridero; lo que no sabía es que luego iba a subrayar ese episodio opaco de la tele el hombre de la pandilla, sacando de su saco de ocurrencias la más inconveniente, la que mejor lo retrata. El machismo del que dice “entraría a matar” y eso lo mezcla con la palabra “intelectual”. Entérate, Sartre, que viene Cañete.
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