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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Apellido Derrota

El Gobierno de la Comunidad de Madrid acertó de pleno cuando nombró portavoz a Salvador Victoria, cuyo nombre completo es lo más optimista de la política contemporánea

David Trueba

Apellidarse Cámara o Rueda y dedicarse al cine, es como llamarse Botín y ser banquero o Redondo y ser futbolista. Son coincidencias felices, como la de un tintorero que se apellida Mancha, un profesor Pizarro, un militar De Armas, un sacerdote Cruz o ser árbitro y apellidarte Azpitarte. El Gobierno de la Comunidad de Madrid acertó de pleno cuando nombró portavoz a Salvador Victoria, cuyo nombre completo es lo más optimista de la política contemporánea. No hacía falta tanto, pues la oposición está catatónica y, pese a las peleas internas, raro sería que el poder se les escapara aunque presentaran a las elecciones un holograma.

Pero el apellido Victoria se hizo carne cuando tras recibir la sentencia sobre los despidos de Telemadrid, le escuchamos explicarnos que se trataba de una gran noticia para su Gobierno. Que te declaren un despido improcedente y no ajustado a derecho no es como para andar presumiendo, pero como el coste de las indemnizaciones lo pagarán los madrileños con sus impuestos, la satisfacción del Gobierno autónomo estaba referida a que el Supremo podría haber declarado nulo el despido y obligar a la readmisión de los trabajadores. Pero incluso en caso de producirse algo así, ya el presidente Ignacio González había prometido que cerraría el canal. Y es que Victoria iba a cantar victoria pasara lo que pasara.

Hablamos de 861 trabajadores que no han merecido ni la solidaridad ni la comprensión de casi nadie. Víctimas de una gestión profesional irresponsable sin relación con la crisis. La deuda, el fracaso y el enchufismo eran anteriores. La ampliación del derroche en otros más de 20 millones de euros tampoco perturba, aunque muchos sospechan que con ese dinero y los otros muchos millones tirados por el desagüe audiovisual se podría estar haciendo una televisión de calidad, útil, cercana y con compromiso por su ciudad. Nadie sabe ni pregunta cómo se apellidan los cientos de familias que se quedan sin futuro profesional después de haber ganado una plaza garantizada por el estado autonómico, pero sin la red de salvamento que se reserva para bancos y peajes. Me temo que a todos ellos, sin salvador ni victoria a la vista, les toca llevar con dignidad apellidos como Derrota y Resignación.

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