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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Chicos

La serie 'Girls', creada por Lena Dunham, ha logrado imponerse como otra apuesta sugerente de la televisión de pago norteamericana.

David Trueba

La serie Girls ha logrado imponerse como otra apuesta sugerente de la televisión de pago norteamericana. Los aires de patito feo de su creadora, Lena Dunham, cuya forma de andar para recoger el Globo de Oro aún despierta todo tipo de curiosidades malsanas, han acabado por ganarse hasta a los espectadores más alérgicos al universo esnob de los neoyorquinos mitad artistas mitad farsantes. La segunda temporada está mejor rodada y empaquetada, aunque ha perdido algo de los aires de descuido fresco e improvisación brillante. La presencia de Judd Apatow en la producción siempre amenaza con convertir la afilada autoflagelación de la protagonista en una fórmula convencional disfrazada de transgresión.

La cumbre de la serie fue su episodio 6, que marca el exacto ecuador de la temporada de 12 capítulos. Conociendo la precisión de los profesionales de la televisión, el episodio medio de la temporada siempre es un balance exacto. En este caso se titula Chicos, en evidente antítesis del nombre de la serie, y se centra en los personajes masculinos. Al contrario que en las series que intentan contentar a un espectador medio mayoritario, y que condena a sus productos a una ramplonería bastante previsible, los personajes de Lena Dunham acaban por ser zafios, interesados, egoístas, paranoicos, tiernos, violentos y contradictorios, lo que es todo un placer para el espectador.

Ya en su primera película, Tiny Furniture, el personaje interpretado por Alex Karpovsky, que repite en la serie, era un caradura enervante, capaz de robar las mejores escenas con ese aire especial que quizá le concede haber estudiado etnografía visual en Oxford antes que interpretación. Así en el capítulo sexto, vuelve a robar la función, teñida de la melancolía de los personajes frustrados, todos ellos solitarios en un círculo social vacío y viciado. Escrito por Murray Miller, que se ha convertido en guionista de referencia de esta segunda temporada, corregía la deriva hacia la repetición de esquemas y el manoseo de situaciones que toda serie en su segunda temporada termina por adoptar casi como un recurso de supervivencia. Mientras Lena Dunham sigue ganando posiciones entre las cómicas femeninas norteamericanas más reconocidas, su serie aún no sufre el agotamiento de fórmula, común a las prolongaciones de temporadas.

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