“No hay nada que envidiar a ‘Isabel”
El actor de ‘Águila Roja’ valora el "esfuerzo" de TVE y de la productora para seguir con la serie.
A Javier Gutiérrez (Luanco, Asturias, 1971) le han servido solo dos personajes en televisión para convertirse en un rostro familiar. En Los Serrano interpretaba a Josico, el concuñado canalla de Jesús Bonilla, el papel que le dio a conocer entre el gran público. En Águila Roja encarna a Sátur, el fiel sirviente del héroe. La serie ha vuelto hace dos semanas a TVE después de más de un año en barbecho. En este tiempo Gutiérrez ha seguido cultivando el teatro, donde además se ha lanzado como productor.
Pregunta. ¿Qué le espera a Sátur en esta nueva temporada?
Respuesta. Más líos. Es un personaje que tiene un imán para meterse en problemas y no va a dejar de tenerlos. Además, va a tener conflictos directos con su amo, por su forma de entender la vida y el mundo. De hecho, habrá un capítulo en el que se irá de casa y buscará trabajo fuera para intentar desligarse de la familia, aunque al final no va a poder hacerlo.
P. ¿Se está usted especializando en ser el Sancho Panza de la ficción española, el eterno amigo del protagonista?
R. No lo veo así. Estoy contento con los personajes con los que me toca lidiar, y más con Sátur, que es un auténtico regalo, y estoy muy agradecido. Pero tengo que reconocer que los personajes más interesantes que me ofrecen son en el teatro.
P. ¿Cómo ha sido la espera de más de un año hasta que ha vuelto Águila Roja?
R. Ha sido algo traumática. Esta es una serie que ha generado muchos beneficios y han hablado de presupuestos astronómicos que no son ciertos. Hemos pasado mucha intranquilidad, pero la serie ha conseguido seis millones de espectadores con una fragmentación de canales brutal. Se está hablando de Isabel como triunfadora de la temporada, y es una serie maravillosa, pero su audiencia es la mitad de la de Águila Roja. En cuanto a calidad, no tenemos nada que envidiarle. Por eso hay que valorar el esfuerzo tanto de la productora como de TVE para seguir adelante con ella.
P. ¿Teme que ese parón esté pasando factura ahora en cuanto a la audiencia de la serie?
R. Va a ser curioso, porque Águila Roja tiene una legión de seguidores que esperamos que no nos den la espalda. Pero hay que esperar los resultados. Si son iguales o algo más bajos estará bien. Está el caso de Cuéntame, que ha bajado 10 puntos de audiencia, pero sigue siendo un referente. La fecha de estreno no es buena, porque mayo y junio son los meses de menos consumo televisivo, pero ya veremos lo que pasa.
P. La sexta temporada de Águila Roja está en el aire, ¿teme un cierre en falso, acelerado para la serie?
R. En parte sí. Con los tiempos que corren y viviendo situaciones incomprensibles en temas tan serios como la vivienda o el trabajo, una serie de televisión no significa nada. Para mí es importante porque es mi trabajo, y también para el espectador porque puede evadirse durante una hora a la semana, pero no es necesario.
P. La espera le ha servido para hacer más teatro.
R. Ahora intervengo en el musical Ay, Carmela, junto a Inma Cuesta. Es una historia necesaria hoy en día para no perder la memoria, también habla de héroes y heroínas; aunque de otro tipo. También estoy de gira con El traje, una obra de Pedro Cabestany que produzco junto a Luis Bermejo y que habla de la corrupción política y moral.
P. Con los tiempos que corren, ¿la cosa va de héroes?
R. Producir un espectáculo hoy en día es también una heroicidad. Estamos abocados a ver como desaparecen compañías y teatros y todo el sector. Se está recluyendo a la gente en su casa con medidas como el IVA cultural, y se está demostrando que no produce resultados, no recauda más. En Alemania y Francia, el espejo en el que le gusta mirarse a este Gobierno, ese IVA es del 7% y del 5%. Si la medida no está dando resultados, el Gobierno debería dar un paso atrás, pero no creo que lo haga, porque tiene además cierta aprensión al mundo de la cultura. De todas formas, por eso agradezco eternamente que un espectador salga de su casa para ir al cine o al teatro. Eso genera consumo, el Gobierno no debe olvidarlo.
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