Historias que pasan de la tele
Algunos creadores usan las series para la web como plataforma para hacerse un hueco en la televisión, aunque no todos persiguen esa meta
Siete jóvenes okupan un pueblo deshabitado en los Pirineos para dar un giro a sus vidas. Es el argumento de Libres, una de las últimas series para la web que se han lanzado en España. Puede ser una metáfora de los creadores de estos productos en España, que repueblan de historias un medio ajeno al habitual, más allá de la televisión. Años después del nacimiento de esta fórmula, algunas se mantienen, otras se diluyeron y otras han dado el paso definitivo para entrar en el mercado televisivo.
Alex Rodrigo, de 24 años, creador de Libres apostó por el mecenazgo colectivo, el crowdfunding, para dar vida a su proyecto más personal. “Me planteé escribir una biblia y hacerlo rodar por productoras, pero no quería que se quedara quieto en una mesa o me lo devolvieran totalmente cambiado. Por eso preferí hacerlo por libre”. Y es que la libertad creadora es una de las banderas de las series de Internet. Rodrigo ha grabado 10 capítulos en los que se mostrará una alternativa social, la autogestión, en clave de tragicomedia, con el objetivo de reflexionar sobre la relación del hombre con el medio ambiente. “Pero sin hacer panfletos”, puntualiza el director.
La libertad temática suele ser uno de los estandartes de estas series. Nula cabida podría tener en la televisión comercial una serie como Con pelos en la lengua, que tiene en marcha su tercera temporada y que trata con soltura y comedia el tema del sexo a través de tres personajes (cuatro, a partir de esta nueva etapa). Sus creadores, Felipe Jiménez y Cristóbal Garrido, decidieron probar suerte con este género en pleno boom, hace ya unos cinco años. Jiménez explica que tenían más de 30 años cuando se plantearon la serie y aunque habían participado en películas y otros proyectos, no tenían un hueco hecho en el sector. “Con pelos en la lengua nos ha abierto más puertas que trabajar en películas”, sentencia.
La libertad se nota también en la forma de plantear la serie. El ritmo al narrar las historias es una de las señas características de estos creadores. En cada temporada han contado con el apoyo de diferentes productoras, siempre pequeñas. Ahora dan el salto con Zeppelin, uno de los buques insignia de la escena nacional. Jiménez dice que el apoyo de la productora va a ser importante en la factura de los episodios, pero, con 10 millones de visitas a sus espaldas, sabe que lo más importante es el boca a boca, y el efecto de YouTube. “YouTube supone un crecimiento exponencial, cuanto más grande eres, más fácil es crecer”, explica. En el último mes se han sumado 1.000 suscriptores y han alcanzado los 10.000.
Los creadores de Con pelos en la lengua no quieren, sin embargo dar el salto a ningún sitio. Con un coste de 1.200 euros por capítulo, su objetivo es rentabilizar la serie. Han comenzado con una tienda on line, que vende productos eróticos. También están a la espera de cerrar un trato con un patrocinador, pero no quieren saltar a la televisión o al cine.
Qué vida más triste fue la primera serie web española que dio el salto a la televisión. Las desventuras de Borja y Joseba se mantuvieron durante cuatro temporadas en la Sexta. Es a lo que aspiran muchos de estos creadores.
Los últimos en conseguirlo han sido los chicos de Malviviendo. Comenzaron con un presupuesto de 40 euros y un melón, pero después de 27 millones de visitas a su página web y de dos temporadas contando las andanzas de los personajes del barrio sevillano de Banderilleros han dado el salto a Canal Sur. Han producido Flaman, la historia de un quinqui que descubre a los 20 años que tiene superpoderes. David Sainz, uno de los padres de la criatura afirma que se pueden reconocer las raíces de Malviviendo en la serie, pero mucho más blanca. Cada capítulo de Flaman, en emisión actualmente en la autonómica andaluza y también en Internet-, cuenta con 10.000 euros de presupuesto. “Nos hemos colgado el sambenito de ser una productora barata”, cuenta Sainz, -“y nuestro próximo objetivo es que nos traten como a una productora normal, que cobre como el resto”.
Malviviendo tuvo un hueco en la televisión, en la cadena TNT, pero sus creadores saben que en una cadena comercial sería imposible hablar de drogas y quinquilleros siempre desde una óptica cómica. Cada capítulo de Malviviendo cuesta aproximadamente unos 1.000 euros y gracias a sus patrocinadores –una marca de fertilizante para marihuana holandesa entre ellos- han reunido el dinero para empezar a grabar la tercera temporada, que empezará a rodarse en abril.
David Sainz asegura que han conseguido su objetivo: hacerse un hueco en la industria audiovisual. “Hemos suplido la falta de medios con ganas y hemos ido ascendiendo escalón tras escalón, y aunque de momento solo cobran los técnicos, hemos ganado en profesionalidad. Ahora podemos pagar la gasolina y la comida a la gente que viene a rodar de otras ciudades”.
Pero todo eso queda aún muy lejos para Alejandro Rodrigo. De momento, el primer capítulo tiene casi 15.000 visitas en www.libreslaserie.com. También buenas críticas. Le toca esperar al boca a boca, dejar que vayan creciendo los capítulos, que las colaboraciones con actores como Juanjo Artero, Jordi Rebellón o Joaquín Climent, se traduzcan en reproducciones. Quizá así conseguirá que la segunda temporada tenga un beneficio económico.
“El negocio tiende a esta fórmula, pero ojalá no sea así todo siempre, porque cada vez hay menos gente dispuesta a arriesgar”, se queja Rodrigo. Pero de momento, sigue trabajando así, en lo alternativo. Está preparando un largometraje con otros tres directores, una especie de Four rooms en la que se unan cuatro cortos con un mismo hilo argumental. Cosas de la autogestión, de las rutas alternativas. Los creadores saben lo que se hacen: argumento abandonado por la tele, argumento okupado por la industria paralela. Y a esperar a ver qué pasa.
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