El caníbal tiene hambre

Hannibal Lecter es un icono del cine. Ni siquiera podemos reducir su impacto al cine de género porque la figura de este caníbal exquisito (por educado, se entiende) ha trascendido las fronteras del horror (o del thriller, no entraremos en discusiones semánticas) y se ha colocado en el panteón de celebridades cuyo reconocimiento por parte del espectador es francamente obvio.

La criatura engendrada por el escritor Thomas Harris saltó a la fama con El silencio de los corderos (adaptación de El silencio de los inocentes) gracias al excepcional trabajo de Anthony Hopkins, pero sería justo recordar el rol de Brian Cox en Manhunter, la estupenda película de Michael Mann que mostraba por primera vez al doctor Lecter y que se ha convertido en un filme de culto. Con El silencio de los corderos el personaje disparó su popularidad y fue llevado al cine hasta en tres ocasiones posteriormente (dos de ellas con Hopkins, El dragón rojo y Hannibal) con buenos resultados en taquilla excepto para esa última memez llamada Hannibal rising.

Así pues no resulta extraño que se quiera seguir ordeñando la vaca y tampoco lo es que el medio escogido en esta ocasión sea la televisión, un instrumento de comunicación en boga desde hace una década y un poderoso amigo de los estudios en una época en que cuesta horrores llevar a la audiencia al cine. Con eso en mente uno podría temer la adaptación catódica de las aventuras de Hannibal Lecter y sin embargo, vistos dos episodios, podríamos estar asistiendo al nacimiento de una de las series más poderosas de los últimos tiempos (por lo que es y por lo que promete) y el estreno más sólido de 2013.

Fotos tomadas por el autor de esta entrada en el set de grabación de Hannibal

Hannibal tiene –para empezar- a un director con galones, David Slade. Slade tiene en su currículum dos películas magníficas: Hard candy y –la muy infravalorada- 30 días de noche. Filmes que giran en torno a la creación de atmósfera de un modo casi obsesivo y que dan fe de la habilidad del director para construir universos propios sin tirar del topicazo. La segunda buena noticia es el reparto de la serie: Mads Mikkelsen, Hugh Dancy y Laurence Fishburne.

Mikelsen es –simple y llanamente- un actorazo. Los cinéfilos le recordarán por Valhalla rising o Flame y Citrón y el público –menos especializado- por Casino royale o El rey Arturo. El danés es un tipo con una fuerza interpretativa insólita, poderoso hasta decir basta y que llena con calma absoluta y la confianza del que se sabe capaz el traje de Hannibal Lecter. Mikelsen es capaz de crear un Lecter nuevo, más sibilino, más juguetón: un psicópata de cabo a rabo que le guiña el ojo al espectador y sabe que éste le devolverá el guiño.

El despacho de Lecter

Hugh Dancy hace lo propio con Will Graham, el agente especial del FBI que persigue monstruos y está a milímetros de convertirse en uno. Dancy (esposo en la vida real de otra heroína catódica, Claire Daines, de Homeland) encara aquí su primer gran reto interpretativo y lo hace –de momento y visto lo visto- con notable. Su química con el doctor Lecter es óptima y lo que se intuye es mucho más sabroso que lo que se percibe (esas comidas compartidas en los que uno nunca sabe de que se está hablando realmente, ni –obviamente- lo que se está comiendo). Fishburne es una bestia y eso ya lo sabemos: su revisitación del personaje de Jack Crawford, el mandamás del FBI, es magnífica.

Con una columna vertebral tan sólida (la renuncia de la serie a contar con el famoso de turno a favor de un reparto rotundo es cuanto menos sorprendente en los tiempos que corren) solo faltaba un guion a la altura y una realización, digamos, correcta.

El guion, de Brian Fuller, parece decidido a esquivar los abismos del formato autoconclusivo o como mínimo a priorizar un arco argumental amplio (centrado, sobre todo, en la relación Graham-Lecter) en el que los casos tratados sirven simplemente como correa de transmisión para desarrollar la trama. Nada que ver pues con las series de procedimiento al uso: Hannibal no es una serie cortoplacista y eso se nota desde el primer plano.

Por otro lado la dirección no es que sea correcta sino que es brutal. Empezando por una increíble factura visual, salvajemente cinematográfica (en un momento en el que las series de televisión parecen emperradas en resultar televisivas, empezando por la planificación narrativa y acabando por la textura –un día hablaremos del abuso del HD) que complementa un diseño de producción exquisito y un trabajo de sonido apabullante (y el adjetivo no es gratuito).

Así pues, si Hannibal logra mantener el rumbo y la audiencia muerde la mano del caníbal, estaremos ante una serie llamada a grandes logros. De momento lo tiene todo para brillar y se atreve a ser subversiva hasta en los detalles más nimios (desde luego nadie habría soñado ver un producto así en una cadena generalista estadounidense). El 11 de abril en AXN (Dial 22, Canal +) veremos qué tal funciona la guillotina pero afilada lo está un rato.

Más imágenes del set de rodaje de Hannibal:

Tráiler extendido de Hannibal: