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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Jay-Z

Entre los triunfadores del nuevo modelo de negocio musical Jay-Z es el más resonante

David Trueba

La noche de ayer en los Grammy volvía a contener el nombre de Jay-Z, un habitual. Los premios ofrecen un listado de galardones tan amplio y exhaustivo que siempre rechina que los medios solo se hagan eco de las propuestas más comerciales. La sexualización de la música moderna ha puesto en bañador a las mejores voces, pero entre los triunfadores del nuevo modelo de negocio Jay-Z es el más resonante. Ha logrado aunar en una sola persona al músico y cantante, al hombre de negocios, al productor musical, la casa de discos y al anfitrión ideal para todo artista invitado, sin renunciar al discurso de orígenes marginales y abandono paterno.

Sumado por matrimonio a Beyoncé ofrece la ecuación, tan perfecta que da miedo, al sueño americano contemporáneo. El playback de la estrella femenina en la última toma de posesión de Obama, moviendo esa boca mientras sonaba el himno nacional, los consagra como imagen del momento. Escriben esa historia de éxito que el mundo devora feliz. Jay-Z, cosecha del 69, es dueño hasta de equipos de baloncesto y locales de moda. Asociado con Kanye West en Lift off promete llevarte al sol y a las estrellas, llevarte hasta Marte si hace falta, pero no se olvida de recordar que para tan largo viaje ha dejado su cuerpo lleno de cicatrices. Sin embargo, sus cicatrices incluyen reconciliaciones con enemigos raperos y el goce de ser el nuevo rey, que ha aprendido la lección de Elvis o Michael Jackson y gestiona al artista con un curso de dirección de empresa como terapia para evitar la angustiosa autodestrucción.

Como todos los novelistas americanos aspiran a la gran novela americana, todos los cantantes aspiran a la gran canción americana, de My way a Born in the USA, de Like a rolling stone a Smells like a teen spirit, al himno que los instale en el consciente colectivo. Jay-Z recicló en himno propio el Empire State of mind, un explícito New York, New York para quien se reconoce como el Sinatra del hip-hop, con Alicia Keyes incorporada a modo de Liza Minnelli, porque nada parece escaparse al control del padrino del entertainment. Y para la otra música, no dejen de mirar al fondo de la lista de los Grammy.

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