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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Palabra Real

"El glorioso cazador de osos y paquidermos, al igual que el optimista Zapatero, también está convencido de que han llegado los enigmáticos brotes verdes"

Carlos Boyero

La palabra y el concepto “real” se presta a equívocos y abstracciones si por ejemplo hablamos de la España real y la España Real. La primera está mayoritariamente sangrando o temblando. La segunda celebra autocomplacientes marchas de pompa y circunstancias en Oviedo, otorgando premios que llevan su impoluto nombre a los artistas, científicos, deportistas, pensadores y humanistas que contribuyen a hacer más soportable o grata nuestra existencia. Bueno, me paso un montón al atribuir tantas cosas imprescindibles para el prójimo en el trabajo de los galardonados. Digamos que lo único verdaderamente imprescindible para todos es cobrar a fin de mes. Y después de eso, estaremos absolutamente de acuerdo con aquel consejo que nos daba Baudelaire: “Emborrachaos, de vino, de poesía o de virtud, a vuestro antojo, pero emborrachaos”.

Veo una imagen del ejemplar Príncipe pidiéndonos a sus futuros y atribulados súbditos que no nos dejemos llevar por el pesimismo, la resignación o el desaliento, a que la solución solo llegará si sabemos fomentar lo mucho que tenemos de positivos (¿qué coño querrá decir eso?, ¿cuántas neuronas necesitan estrujarse los escribidores de los discursos principescos para llegar a conclusiones tan luminosas?), mientras que en el exterior del teatro distingo una enorme pancarta en la que solo está escrita la palabra Fartones. Busco en el diccionario su significado, pero no encuentro nada. Un amigo de Oviedo me aclara que es un término exclusivamente asturiano y se refiere a la gente que come a dos manos, que está a punto de atragantarse por la cantidad de alimento que ha introducido su mano derecha en la boca, mientras que la izquierda se empeña en aumentar esa indigestión metiendo más comida en esa saturada boca. La imagen es brutal, pero también adecuada.

Si los consejos del Príncipe para que los afligidos sobrevivan son conmovedores, las palabras de su viajero padre en la próspera Bombay tienen capacidad para devolverle la risa a los desesperados. No llega a los extremos de dadaísmo salvaje de la certidumbre que expresa la magnética voz de Montoro al afirmar que estos Presupuestos son los más sociales de la historia, pero se le acerca. El glorioso cazador de osos y de paquidermos, al igual que el indesmayable optimista Zapatero, también está convencido de que han llegado los enigmáticos brotes verdes a la economía de su deprimido reino. Vale, benditos seáis, brotes. Pero lo que más puede confortar al pueblo es que gracias a viajar, su estado de ánimo tenga un subidón. Afirma su Majestad que dentro de España dan ganas de llorar, todo son penas, pero que desde fuera, España se ve mejor. Pues eso, que no vuelva.

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