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OPINIÓN
Columna
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Viceversa

David Trueba

No puede ser accidental que el ministro de Educación, cuyo proyecto era reformista, persista en propiciar titulares chocantes. La propuesta de españolización remite al concepto equivocado de la marca España. Confundir la cultura íntima con un chándal. No hace falta recordar, por ejemplo, que la americanización de España no ha necesitado de reforma de planes de estudio o batalla de banderas. Pero idiomas como el francés fueron casi expulsados de los estudios generales, los mecanismos culturales rendidos a la influencia comercial norteamericana y hasta los hábitos de consumo, alimentación y entretenimiento reconducidos hacia el centro comercial, la vida suburbial y la dependencia del coche. Mientras Europa se ampliaba y adoptaba moneda e instituciones comunes, sus países se aislaban culturalmente unos de otros para volcarse hacia el otro lado del Atlántico. Se llama poder blando.

La mayoría absoluta es el horizonte cercano de Artur Mas. Es un camino que podría conducir a un referéndum consultivo sobre la independencia catalana al que le siga una negociación más calmada y menos oportunista. En Europa, la crisis ha desembocado en el alza de los nacionalismos, porque al final la política de sentimientos tiene mucho que ver con el dinero y la protección. Es una tendencia tan natural como reaccionaria. Pero mientras Artur Mas adopta un perfil pausado y de formas casi calcadas del primer Suárez, con esa misma percha desideologizada pero fotogénica, los rivales sobreactúan, como secundarios de película que roban escena a fuerza de intervenciones ruidosas. La estrategia es penosa y por cada insulto, descalificación facilona y desprecio arrogante que reciben, los nacionalistas suman votos entre el electorado convocado el 25 de noviembre.

El ministro Gallardón, que conoce las cuentas electorales mejor que nadie y saca provecho a los vaivenes doctrinales, dijo esta semana que España no tiene futuro sin Cataluña y viceversa. Frase que no mereció tanto tuitero desbocado como la peregrina idea de la españolización, pero que dice más. Cataluña es un lujo para España, con su burguesía civilizada, sus industrias culturales, sus federaciones deportivas y su apego a valores sociales. Todo ello fruto de su pluralidad, no del esencialismo. Insultarla es una estúpida variante de la violencia doméstica. Más que españolizarla por decreto probemos a estimarla y puede que nos responda con un viceversa.

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