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opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Adjetivos

Las imágenes que dejan los mineros, muy por encima de enfrentamientos, tienen que ver con el empeño, la unidad, la solidaridad y el grupo

David Trueba

Una extranjera me advirtió sin querer de algo interesante para esta columna. Le oí decir que el paso de los mineros asturianos por Madrid había dejado imágenes bonitas. Al principio no entendí por qué utilizaba ese adjetivo. Bonitas. Cabezas abiertas, carreras, cargas policiales, lanzamiento de objetos, gritos, frustración. Todo menos bonito. Pero su mirada lanzaba una pista que no era muy distinta del vídeo que sobre las protestas mineras en España incluyó en su página el diario británico The Guardian. Tras las estampas de resistencia se ha dibujado algo inhabitual, difícil de definir, que provoca sensaciones contradictorias. La desesperación de los mineros puede tener muchas versiones, pero se ha impuesto una de cierto calado. Pelean contra algo intangible, seguramente invencible, pero lo hacen con una dignidad y un encono, que muchos desde su papel de espectadores han reconocido como auténtico en una actualidad llena de impostores, ventajistas y sumisos.

Los mineros pelean por una geografía propia, por un modo de vida. Entre quienes más han criticado su postura se encuentran los que les acusan de estar fuera del mundo, de la evolución lógica, del aire de los tiempos. También los que descubren, ahora, sorprendidos, la gran mentira que hay detrás de nuestro andamiaje económico, las subvenciones, el enorme papel del Estado como sostenedor en todas y cada una de las ramificaciones industriales. Como a quien primero describió la circulación sanguínea en los humanos, algunos quieren quemar en la hoguera a los que dejan transparentar cómo bombean y funcionan nuestras empresas y estructuras caducas. La reforma laboral es en estos días más que nunca una sombra complaciente y oportunista, porque la reforma se tiene que aplicar en algo más conceptual, ambicioso y menos dañino para las personas humildes que su despido y la ausencia de alternativas dignas.

Las imágenes que dejan los mineros, muy por encima de enfrentamientos y demostraciones de fuerza, tienen que ver con el empeño, la unidad, la solidaridad y el grupo. A eso no estamos acostumbrados y por eso los adjetivos bailan. Queremos decir que hay algo hermoso en su actitud, incluso si todo termina en la derrota y el tiempo les pasa por encima, pero ni siquiera sabemos decirlo. Tan desentrenados estamos.

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