El show de J.R.
TNT sorprendió hace nos meses anunciado que preparaba el regreso de la mítica Dallas, la madre de todos los culebrones que se emitió entre 1978–1991 en la cadena CBS (la misma que ahora emite The Good Wife, The Big Bang Theory o la franquicia de CSI). TNT prefirió no hacer caso de la maldición que ha acompañado a otros rescates ochenteros como El coche fantástico o V y se lanzó de cabeza con una promoción llena de guiños a la serie original.
A diferencia de las dos anteriores, Dallas no es un remake al uso. Es la misma Dallas pero 20 años más. En una época en la que las cadenas se empeñan en encontrar a la sucesora de Perdidos o la nueva Mad Men, la serie que estrena hoy TNT España (22.30) vuelve con el mismo espíritu de soap opera que la convertieron en un fenómeno dentro y fuera de la pequeña pantalla.
Dallas no esconde lo que es y sobre todo no intenta disfrazarlo con los recursos modernos que condenaron a V y El coche fantástico. Esto también deja la sensación de que Dallas nace poco innovadora, sobre todo en una temporada en la que hemos tenido dos culebrones como Revenge y Ringer (cada uno a su manera y salvando las distancias) y que le falta mala leche… pero teniendo de vuelta a J.R. para qué queremos más.
John Ross, hijo de J.R. y Sue Ellen, es un villano en ciernes al que todavía le faltan unos cuantos hervores y Christopher, hijo adoptivo de Bobby y su primera mujer, es el chico ejemplar que apuesta por las energías limpias y una vida alejada del rancho familiar. Los dos primos se volverán a ver las caras en la boda de Christopher con Rebecca, una aparente chica bien con la que se cruzó el hijo de Bobby tras romper con Elena, hija de la cocinera del rancho y novia actual de John Ross (Josh Henderson).
Ambiciones, celos, rencillas familiares y un triángulo amoroso no aptos para paladares selectos pero sí para jalear con los amigos (empezando por la cabecera, calcada a la original). La nueva Dallas también recupera los giros de guion imposibles, las miradas intensas y el montaje surrealista plagados de planos y contraplanos. Tampoco faltan los sombreros blancos, los cochazos de nuevos ricos y el estilo tejano más hortera. Los vaqueros están más fondones y peinan canas, las mujeres han perdido los cardados y han ganado en operaciones de cirugía estética.
La nueva generación de actores introduce nuevas tramas pero el gran acierto de Dallas es haber contado con la presencia de Patrick Duffy, Larry Hagman y Linda Gray (y esperemos que algunos más). Bobby Ewing sigue siendo el buenazo de siempre que decide vender el rancho para no dejar a su familia en la ruina tras ser diagnosticado con un cáncer, J. R. está internado en una clínica con una depresión profunda y Sue Ellen, lejos de la sombra de su exmarido, ya no bebe, es rica y no descarta presentarse para gobernadora de Tejas. Impagable el momento en el que J.R. despierta de su letargo tras enterarse de los planes de Bobby para Southfork... de un plumazo se convierte de nuevo en el protagonista absoluto de la serie. El villano de los sombreros imposibles está de vuelta, comienza el nuevo show de J.R.
Un extra: A pesar de todas las tragedias y venganzas, en el set de la ochentera Dallas también se lo pasaban bien. Algunas tomas falsas.
- J.R. reabre su rancho de Tejas, por David Alandete
- Intriga en el rancho de Dallas, por Álvaro Corcuera
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