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Tentaciones

Korn: 'The path of totality'

'Metal'

Con el paso de los años la banda Korn ha ido dando la razón a aquellos escépticos que veían gato encerrado en la propuesta de Johnathan Davis. En plena orfandad postgrunge, su álbum de debut, el homónimo Korn (1994), producido por el pope Ross Robinson, logró sumar a los sonidos metaleros a una legión de fans aficionados a los ritmos sincopados del hip-hop: bandas como Helmet, Faith No More o Pantera, cada una en su estilo, ampliaron las posibilidades rítmicas del metal, huyendo de las hasta entonces obligadas simetría y velocidad en los compases. Korn irrumpió en aquel momento dando vida a lo que se denominó nu metal, una excrecencia de la llamada The New Wave of American Heavy Metal. Allí desembarcaron con carta de naturaleza los berridos junto a los samples, el scratch junto a la distorsión. Parecía una opción estética sincera, pero los puristas del metal renegaron.

Los aficionados más abiertos de miras se dejaron seducir (me incluyo), y también lo hicieron con el segundo álbum de la banda Life is peachy (1996). El idilio de la banda con una conocida marca de ropa deportiva (que los convirtió en abanderados del chandalismo) empezó a dejar claro ante qué tipo de artistas nos encontrábamos. Banda superventas donde las haya, con Follow the leader (1998) Korn alcanzó al fin gloria planetaria en un ecosistema rendido hacia esos raperos metaleros tipo Fred Durst o el propio Davis, que ya parecían una parodia de sí mismos hace una década. Siguieron estirando el chicle con media docena de álbumes y recopilatorios hasta nuestros días cuando Korn nos regala The path of totality. Se trata de un disco (teóricamente) de dubstep, ese cerebral estilo de electrónica nacido en Reino Unido. Sí, electrónica, pero a priori no debería ser un cambio tan radical, puesto que las rupturas rítmicas y el protagonismo del color sobre la pincelada eran ya una seña de la banda. Para engolfarse en el beat Korn ha echado mano de Skrillex (niño bonito del dubstep y del electro house estadounidense) y de un puñado de nombres como Noisia, Excision, Downlink… ninguno con (buena) reputación continental. Con independencia de su éxito comercial y de las alabanzas que ha cosechado el álbum en otros medios, The path of totality es un mal disco de dubstep y peor disco de metal. Electrónica y dureza no son conceptos para nada reñidos: desde NIN, pasando por Filter, The Prodigy, Ministry, etcétera, larga es la nómina de álbumes que tocan con solvencia ambos extremos. Ahí está Audio, vídeo, disco, lo último de Justice, una valiente y lograda revisión desde la música disco de las claves del heavy metal. Korn no logra nada de eso: solo exacerbar sus carencias y subrayar sus tics más detestables. 

Valoración: 0 ABERRANTE, el mundo sería mejor sin él; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordará de él; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un éxito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un millón.

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