Qué es el estrés térmico y cómo va a afectar a las 30 ciudades españolas más pobladas en los próximos años
La humedad, la radiación y el viento son los factores que determinan, además de la temperatura, cómo afecta al cuerpo la meteorología. Un estudio calcula hasta qué punto se percibirán estos elementos en las principales urbes
Es habitual preocuparse por el calor cuando se superan los 38°, pero el termómetro no es el único indicador para medir cómo afecta: esa temperatura en un lugar seco, con brisa y nubes se hace soportable, pero si hay mucha humedad, sol directo y no corre aire se convierte en un riesgo para la salud. La humedad, la radiación o el viento son los factores que, además de la temperatura, determinan cómo afecta al cuerpo la meteorología, lo que se denomina estrés térmico. Medir esta variable no es sencillo, hasta el punto que hay varios indicadores para hacerlo; uno de ellos es el UTCI (Índice Universal de Clima Térmico, por sus siglas en inglés), que intenta evaluar cómo esos elementos atmosféricos interactúan con nosotros. Lobelia Earth, empresa experta en generación de datos a partir de características geofísicas, ha efectuado proyecciones sobre cómo va a afectar este índice a las 30 ciudades españolas más pobladas en los próximos años.
La previsión es que en 2030 habrá casi un grado UTCI más que 20 años antes en España y hasta 5,4 grados UTCI más en 2090. No afecta a todas las localidades por igual: donde más crecerá será en Zaragoza, Valladolid, Pamplona y Madrid, urbes con clima continental, donde se espera que aumente progresivamente hasta casi 8 grados UTCI en 2090. En estas ciudades el estrés térmico máximo será de más de 43 grados en julio, lo que hará muy difícil la vida en la calle en las horas centrales del día, sobre todo si no se adaptan sus centros urbanos, con más vegetación y sombras. Son cifras consecuentes con las predicciones climáticas del IPCC —el panel de expertos de la ONU en cambio climático—, que estima que las temperaturas aumentarán exponencialmente si no hay reducción de emisiones.
En el siguiente gráfico puede ver la variación en grados UTCI de 30 ciudades con respecto a 2010. En la tabla debajo, se detalla el valor UTCI para cada una, calculado como un promedio de las máximas en el mes de julio (puede consultar aquí la metodología utilizada para el cálculo).
El estrés térmico UTCI se mide en grados y, aunque lógicamente está relacionado con la temperatura, no tiene por qué coincidir con lo que marca el termómetro. Los cálculos de Lobelia Earth, basados en modelos de predicciones meteorológicos validados por la comunidad científica, muestran cuánto cambiará durante el mes de julio —el más cálido del año— en las 30 principales ciudades españolas de 2010 a 2090 en el peor escenario posible, es decir, si no se aplican medidas para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero que impulsan el calentamiento global.
Dos ciudades sureñas a orillas del Guadalquivir, Sevilla y Córdoba, que ya sufren fortísimas olas de calor, soportarán el mayor estrés térmico también a final de siglo, aunque en este caso el cambio respecto a la actualidad es menor. En ambas urbes ya se aplican ideas como toldos en las calles del centro o zonas con agua para refrescarse y otras soluciones que deberán llegar también al resto de las urbes en los próximos años. En cambio, Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife serán las capitales españolas donde menos aumente el UTCI, suavizado por el mar y un clima más ecuatorial.
Cómo reacciona el cuerpo al estrés térmico
El estrés térmico se utiliza cada vez más, antes que la temperatura por sí sola, para entender cómo puede afectar el calor, pero apenas se suele utilizar para realizar previsiones. Estos datos, trabajados por Lobelia Earth en el marco de un proyecto financiado por el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) de la Unión Europea, utilizan valores históricos y predicciones basadas en los modelos climáticos del IPCC. Como resume Suso Peña, científico climático de Lobelia Earth, su importancia reside en que el UTCI “aproxima la respuesta de nuestro organismo al estrés térmico”.
Es por eso que la temperatura proyectada a futuro y el estrés térmico pueden no coincidir: “En nuestros datos se ve que en las ciudades costeras, como Barcelona, Valencia, Murcia, la temperatura UTCI va a subir más que la temperatura del aire: esto puede ser, por ejemplo, porque va a haber más humedad y nuestro cuerpo se termorregula peor”, señala Peña. En ciudades de interior como Madrid, Zaragoza o Córdoba ocurre lo contrario: el aumento del estrés térmico que se va a sentir puede llegar a ser ligeramente inferior a lo que aumenta la temperatura.
¿Cómo responde el organismo a ese estrés, bajo un calor y condiciones excepcionales? Cristina Linares, investigadora en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III, lo explica así: “El estrés térmico por calor afecta al hipotálamo, que regula nuestra sudoración, el único mecanismo natural que tenemos para refrescarnos. Cuando el hipotálamo se ve afectado por sobrecalentamiento, o si hay mucha humedad, somos muy vulnerables al estrés térmico, que se puede traducir en golpes de calor, con náuseas, vómitos, mareos…”.
Esta investigadora, que no ha participado en el estudio de Lobelia Earth y prefiere no comentar sus datos concretos, apunta que sería “devastadora” una perspectiva en la que el estrés térmico aumentara en todas las grandes urbes españolas. Recuerda, de hecho, que se están batiendo récords climáticos antes de lo previsto por el IPCC: “En las proyecciones a nivel internacional se está superando la modelización mucho antes de lo pronosticado. Esto va asociado a que no están bajando las emisiones de gases de efecto invernadero, con lo que la única certeza es que la temperatura siga aumentando a un ritmo superior. Además, los países del Mediterráneo nos calentamos un 20% más rápido que los demás. Estas proyecciones son alarmantes desde el punto de vista científico”.
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