Datos | Los récords de calor que está batiendo esta década: los días de más de 40 grados ya no son una excepción
España atraviesa una ola de calor con registros que ya no son tan anormales. Solo entre 2021 y 2023 se han dado el doble de días por encima de ese umbral que en toda la década de los ochenta
El récord de temperatura máxima registrada en España es de la década actual: en agosto de 2021, la estación de medición de la Aemet de Alcantarilla, en Murcia, marcó una máxima de 47 grados (el récord extraoficial es de 47,6º en La Rambla, Córdoba, también en 2021).
“En décadas pasadas hablábamos de los 40 como de una excepción, ahora ya tenemos como referencia los 44 grados e incluso por encima”, confirma Javier Martín-Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona y especialista en climatología. “El calor extremo se ha multiplicado en frecuencia, y también en intensidad. Este aumento de valores superiores a 40 grados responde al calentamiento global“, explica.
Los datos históricos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) analizados por EL PAÍS (ver metodología) indican que 2023 ha batido récords de temperaturas en España en varias ocasiones y sin contar todavía las temperaturas extremas de estos días: el abril más cálido y seco desde que existen registros, con una temperatura media superior en tres grados al promedio normal; el segundo mes de marzo más cálido del siglo XXI; el sexto marzo más cálido desde el comienzo de la serie, y la primavera más cálida desde que hay registros.
Justo el primer día de 2023 batió el primer récord: el 1 de enero se registró la media máxima más alta de la serie histórica, con 17,5 grados, algo inusual para la época (el anterior, de 16,6 grados, se registró en 1996). Desde entonces, se han superado 29 récords de mínimas o máximas más altas.
En los últimos sesenta años, la temperatura media anual de España ha subido 1,5 grados, según el último Informe del Estado del Clima de Aemet. No es un fenómeno aislado: la temperatura global ha aumentado 1,1 grados desde la época preindustrial, de acuerdo con el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Los últimos 3, 4 y 5 de julio, sin ir más lejos, fueron los días más cálidos de la historia en el conjunto del globo desde que hay registros.
El aumento de las mínimas y máximas es generalizado a lo largo de todo el año: no hay meses sin subidas de las temperaturas desde la década de los ochenta. La media de temperaturas máximas del mes de mayo es la que más ha aumentado, 2,9 grados más que hace cuarenta años (de los 20,6 grados a más de 23). En julio y agosto, el aumento de las máximas ronda los 2 grados y las mínimas han subido un grado. Las medias de las máximas han subido más que las medias de las mínimas, y la razón es que hay una mayor estabilidad atmosférica (cielos despejados o menos lluvias): “La estabilidad atmosférica se asocia a días más soleados, con lo cual las máximas se disparan y, en cambio, por la noche las mínimas caen más, al tener las noches despejadas”, detalla Martín-Vide.
Las temperaturas también han aumentado en invierno, sobre todo en el mes de diciembre. De hecho, la percepción general puede ser que el verano se ha hecho más largo, pero el catedrático tiene otro enfoque: es la estación más fría la que se ha acortado: “La primavera y el verano llegan antes, y el otoño comprime el invierno, que disminuye su presencia y es más breve que antes”, explica.
Más de un mes al año en ola de calor
El número de días anuales de ola de calor se ha incrementado desde 1975 a un ritmo de tres días por década. En los veranos actuales se registran entre 10 y 12 días más de calor extremo que en los años ochenta del siglo XX, aseguraba Aemet en sus redes sociales a finales de junio. La frecuencia de las olas de calor se ha multiplicado por dos en este siglo respecto a décadas anteriores y, como ha ocurrido en los últimos años, hemos tenido olas de calor en junio, una situación que no era habitual.
En 2022, se registraron 41 días de ola de calor: se vivió en valores extremos más de un mes de los 12 que tiene el año en alguna parte de la España peninsular, Baleares, Ceuta o Melilla.
En el verano de 2003 hubo una gran ola de calor que afectó a España y la mayor parte de Europa, y donde la mortalidad creció un 15% en nuestro país. Se trata de la segunda ola de calor más intensa desde que se tienen registros: la más larga fue la de 2015, que duró 26 días.
Calor de día y noches tórridas
El calor no se limita a las horas de sol: se habla de noches tropicales cuando los termómetros no bajan de los 20 grados por la noche. Se trata de un fenómeno habitual en las zonas costeras, por la influencia del mar en la temperatura del aire, pero el número de noches tropicales va en aumento. El periodo en el que es más probable que se registren se está expandiendo tanto hacia el final de la primavera como hacia el inicio del otoño.
Dada la “normalidad” de las noches tropicales, ya se habla incluso de noche tórrida: se da cuando la temperatura no baja de 25° en el momento más fresco de la noche. El siguiente gráfico muestra cómo las noches tórridas, que en los ochenta y noventa eran puntuales, son cada vez más frecuentes.
Martín-Vide, quien propuso la denominación de noche tórrida tras observar un aumento de ellas en los últimos años subraya que tienen un impacto considerable en el descanso y en la salud. A las noches tropicales influye el fenómeno local de isla de calor, que es un calentamiento del centro de las ciudades en contraste con la periferia. Las causas son varias, como el tráfico, las bocas de metro, el alumbrado, los materiales de construcción... Y este fenómeno da mínimas muy elevadas que, unidas al calentamiento global, generan más noches tropicales y tórridas.
La primera noche tórrida en la estación de El Retiro, en Madrid, no se produjo hasta 1987, aseguraba a este periódico Rubén del Campo, portavoz de Aemet. Desde entonces, se han documentado 22 en esa estación de medición, 12 de ellas registradas en la última década. “Hemos pasado 60 años sin ninguna y ahora vamos a una por verano”, afirma el portavoz.
También ciudades mediterráneas como Barcelona, Valencia o Málaga acumulan cada vez más noches tropicales, y es más difícil que registren una noche de verano fresca. Aquí, el mar mitiga las temperaturas máximas y provoca que las mínimas sean más altas y, a la vez, al ser cada vez más cálido, hace que muchas noches las mínimas no puedan descender de los 20 o 25 grados.
Javier Martín-Vide, que lleva la contabilidad de noches tórridas en la estación de medición regional del Raval, en el centro de Barcelona, afirma que en 2022 hubo 39 noches tórridas, cuando hace unos años el promedio era de cinco anuales. En el conjunto de las 10 capitales españolas más pobladas, en las que vive una quinta parte de los habitantes del país, hay 10 veces más noches tórridas ahora que en los ochenta.
Un país cada vez más cálido
Los sectores afectados por unas temperaturas cada vez más altas son muchos: desde la agricultura hasta el turismo, pasando por los recursos hídricos. Pero también es un problema de salud pública. El exceso de calor está aumentando la morbilidad y mortalidad en verano, sobre todo personas mayores o con enfermedades crónicas, aunque la prevención ha mejorado y puede estar matizando los efectos de las temperaturas extremas.
Julio Díaz Jiménez, codirector de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano de la Universidad Carlos III de Madrid, recuerda que la temperatura a partir de la cual aumenta el riesgo de fallecer depende de muchos factores, empezando por el geográfico: “No es lo mismo la meteorología que sus impactos en la salud: en Asturias, la mortalidad asociada al calor se dispara a partir de los 26 grados. Sin embargo, 26 grados en Córdoba es una temperatura excelente”, asegura.
“La inmensa mayoría de muertes son por el agravamiento de otras patologías”, asegura Díaz, y el nivel de renta es un factor que influye. En los distritos con menos renta, la mortalidad por calor es más alta. La pobreza energética, eso es, cuando no hay acceso a aparatos de aire acondicionado o al gasto energético, es un factor decisivo.
En el año 2022, España lideró los registros de exceso de mortalidad de toda Europa. Se produjeron unas 4.700 muertes relacionadas con el exceso de temperatura entre abril y septiembre, según el sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), elaborado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). Esa cifra podría pasar a ser de 8.000 a mitad de siglo en un escenario de altas emisiones.
“En España, mi dibujo del país para mediados de siglo es un país más seco y más cálido. Y, como riesgos meteorológicos, están las olas de calor y las sequías”, reconoce Martín-Vide. “Para este 2023, la influencia de El Niño (un calentamiento extraordinario del Pacífico Ecuatorial), es un poco incierta, pero es de prever que sea un verano cálido. En el conjunto del planeta, 2023 y 2024 podrán llegar a marcar récords de temperaturas desde que hay registros”, pronostica el catedrático.
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