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Bruselas logra un acuerdo con Alemania para el fin de los vehículos de combustión, tras semanas de fricciones

Berlín accede a desbloquear un pacto clave en la estrategia europea de lucha contra el cambio climático al lograr una excepción a ciertos combustibles neutros

Atascos en la autopista A-8 en Sauerlach (Alemania), el 11 de septiembre.
Atascos en la autopista A-8 en Sauerlach (Alemania), el 11 de septiembre.Peter Kneffel (dpa / picture alliance / Getty)

La Comisión Europea ha anunciado este sábado que ha alcanzado un acuerdo con Alemania para desbloquear la aprobación de la norma que fija el fin de los vehículos de combustión. Y lo ha hecho al incluir de forma clara una excepción a los automóviles que usan cierto tipo de combustible, los llamados sintéticos o e-fuels, climáticamente neutros. Berlín había paralizado durante semanas la regulación europea, ya pactada y negociada, que persigue que a partir de 2035 no puedan matricularse en la Unión coches con motores contaminantes. El veto alemán y las formas de hacerlo habían causado grandes fricciones con Bruselas y con otros Estados miembros.

“Hemos llegado a un acuerdo con Alemania sobre el futuro uso de combustibles sintéticos en los coches”, ha asegurado en Twitter el vicepresidente de la Comisión encargado del Pacto Verde, Frans Timmermans. El ministro de Transporte alemán, Volker Wissing, ha confirmado el pacto: “Los vehículos equipados con un motor de combustión pueden registrarse después de 2035 solo si usan combustibles neutros en términos de emisiones de CO₂”, ha dicho. Bruselas quiere que se adopte el reglamento de estándares de CO₂ lo antes posible, ha dicho Timmermans.

Durante los últimos días, Berlín se había mostrado abierta a aceptar la propuesta de la Comisión Europea de crear una categoría nueva de vehículos que utilicen e-fuels una vez entre en vigor, en 2035, la prohibición europea de vender coches nuevos con motores térmicos propulsados con combustibles fósiles. Sin embargo, el acuerdo solo ha llegado una vez terminada la cumbre de líderes de la UE celebrada el jueves y el viernes.

El Ejecutivo de Olaf Scholz desató la tormenta cuando anunció a principios de marzo que votaría contra los planes para prohibir los coches con motores de combustión a partir de 2035, a menos que se incluyera una excepción para los llamados combustibles sintéticos o e-fuels. Lo hizo de forma sorpresiva y a última hora, después de una negociación de dos años que había dado como resultado un acuerdo de Comisión, Parlamento y Consejo, y que solo hacía falta ratificar.

Detrás de la exigencia de última hora de Berlín están los liberales, socios de la coalición tripartita de Scholz, que han querido erigirse ante la opinión pública como defensores de los intereses de la potente industria automovilística alemana. El paso del Gobierno alemán, que le ha puesto en contra a la Comisión y a no pocos Estados europeos, no se explica sin conocer los delicados equilibrios de poder en Berlín. Los liberales, hundidos en las encuestas y tras una mala racha de derrotas elecciones regionales, necesitaban plantar cara a Scholz y, sobre todo, a los Verdes, demostrando perfil propio.

Su ministro de Transportes, Volker Wissing, ha hecho suyos los argumentos de una parte de los fabricantes, que defienden que es necesario dejar la puerta abierta a que coches con motores de combustión puedan usar en el futuro combustibles que no generen emisiones. El partido, que apenas representa el 5% de la intención de voto actual, tiene además de su lado a una mayoría de alemanes, el 67%, que creen que no se deberían prohibir los coches nuevos con motor de combustión a partir de 2035, según una encuesta reciente encargada por la televisión pública.

Esa puerta, en realidad, ya estaba abierta, aseguran fuentes de la Comisión. El redactado de la norma era lo suficientemente ambiguo como para permitir el uso de carburantes climáticamente neutros en cualquier tipo de motor. Además, fuentes de Bruselas aseguran que el espíritu de la medida también se entendía al reglamento. Pero los liberales, y por extensión Alemania, han estado presionando para que esa excepción quede fijada en algún texto legal de forma literal. Exigían el compromiso por escrito de que se regulará en concreto el uso de e-fuels. Algunos fabricantes alemanes, sobre todo de gama alta, llevan años trabajando en el desarrollo de los combustibles sintéticos y, en cambio, llevan retraso en el despliegue del vehículo eléctrico, un sector en el que China e incluso Estados Unidos llevan la delantera a la industria alemana.

La maniobra germana ha hecho temer a la Comisión Europea y a algunos Estados miembros que otros países reclamaran que se reabriese todo el acuerdo (Italia, por ejemplo exige una solución separada para los biocombustibles). Ello haría peligrar el paquete más extenso, llamado Fit for 55, que persigue garantizar que la UE reduzca sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% ―comparados con los niveles de 1990― para 2030, señalan fuentes de Bruselas.

Los ministros de Energía de los Veintisiete revisarán el acuerdo el martes, pero se prevé que sea de nuevo solo la propuesta original, ya que se espera que la exención que ha logrado Alemania se quede en lo que se conoce como un acto delegado (un texto legal que modifica o complementa un reglamento), y eso puede hacerse más adelante, cuando acaben de encajarse algunos detalles técnicos, explican las mismas fuentes.

Los e-fuels son combustibles artificiales climáticamente neutros (como el e-metano o el e-queroseno), que se producen con electricidad verde, como la renovable o baja en carbono. Por ahora, están en las primeras etapas, son muy caros de producir, por lo que escasean, y distintos estudios señalan que tampoco para 2035 serán una opción barata y abundante, sino todo lo contrario. La organización Transport&Environment ha calculado esta semana que incrementarían el coste medio de llenar un depósito hasta los 210 euros. En 2030 este tipo de combustibles costarían alrededor de 2,8 euros el litro, un 50% más que los fósiles (gasolina y diésel) que se usan actualmente.

En la propuesta que hizo la Comisión esta semana a Berlín para tratar de vencer su resistencia se explicita que los coches con motores de combustión deberán incluir una solución tecnológica, en forma de sensores, que detecte el tipo de combustible que se está empleando, de forma que el vehículo ni siquiera pueda arrancar si se reposta con fósiles. La legislación europea dicta que a partir de 2035 no se venderán más coches que utilicen gasolina o diésel, pero los ya matriculados todavía podrán seguir circulando unos cuantos años y repostando en gasolineras tradicionales. Bruselas quiere asegurarse de que la excepción no permita la picaresca de seguir llenando el depósito con combustibles fósiles a coches que solo deberían funcionar con e-fuels climáticamente neutros.

Tras conocerse el acuerdo, uno de los ministros socialdemócratas de Scholz, Karl Lauterbach, de Sanidad, ha tuiteado algo que en realidad sabía todo el mundo: “Los coches con e-fuels emplean seis veces más electricidad que los eléctricos. Son productos de nicho, nunca se pondrán de moda”. Los expertos aseguran que este tipo de combustibles son más útiles en sectores de difícil electrificación, como el de la aviación o el transporte marítimo. Difícilmente se podrán generalizar en el caso de los coches. Por eso en Bruselas se ha asistido con sorpresa e indignación al papel de Alemania. Muchos aliados lo consideran una deslealtad institucional que abre una puerta muy peligrosa, porque si Berlín, en teoría un socio confiable, se atreve a poner en peligro una norma clave en materia medioambiental y económica, ¿quién podrá frenar a otros socios que constantemente desafían la unidad legislativa del bloque?

Voces como la de la vicepresidenta tercera española y ministra de Transición Ecológica han definido el acuerdo alcanzado este sábado como una “buena noticia” que “desatasca” lo que se había convertido en un punto de fricción importante.

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