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Francisco Lloret: “Amamos los bosques… pero nos causan fastidio”

El experto en ecología catalán sabe mucho sobre la resiliencia de los árboles. Ahora publica un libro sobre por qué están muriendo bosques en todo el mundo

Francisco Lloret, catedrático de ecología en la UAB, en el antiguo jardín botánico de Barcelona.
Francisco Lloret, catedrático de ecología en la UAB, en el antiguo jardín botánico de Barcelona.Gianluca Battista
Carmen Pérez-Lanzac

Francisco Lloret (Barcelona, 1959) es un experto en árboles. Este catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona forma parte del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales. Ha escrito un libro de título inquietante: La muerte de los bosques, de Arpa Editores. Desde una casa en medio del Pirineo catalán, Lloret atiende la videollamada y explica por qué están colapsando bosques de todo el planeta. “Me gustaría decir que me encantan los árboles”, dice en un ataque de humildad durante la conversación. “Pero a mí lo que realmente me gustan son los arbustos”.

Pregunta. ¿Están muriendo los árboles?

Respuesta. Estamos viendo la muerte de bosques tropicales, mediterráneos, boreales…. No teníamos registro de que estuvieran muriendo tan rápidamente. Hay un factor común a todos ellos, y es que están asociados a periodos de sequía vinculadas al cambio climático.

P. ¿Es por nuestra culpa?

R. La causa es múltiple. A veces hay plagas, otras veces determinadas especies se aprovechan de la debilidad de los árboles en etapas de sequía... El suelo es también importante. En una zona pedregosa, el agua no se queda en el subsuelo, y con los meses los árboles no encuentran agua. Es lo que pasó en Montserrat. Veíamos perfectamente una línea recta de encinas secas –y a las encinas les cuesta mucho morirse--, al lado de encinas sanas. Y sí, prácticamente la mayoría de los bosques han sufrido el impacto de los hombres.

P. ¿Y estamos solucionando lo que nosotros mismos hemos ‘roto’?

R. Me temo que estamos haciendo poco y deficiente. Pero los mensajes pesimistas nos llevan al pesimismo. Prefiero destacar que España es uno de los países que tiene más superficie protegida, con 4 millones de hectáreas. Deberíamos ir en esa dirección.

P. ¿Desde cuándo somos conscientes de que esto está pasando?

R. El punto de inflexión fue un trabajo de 2010 de un grupo de investigadores de Nuevo México que recopiló diversos estudios sobre mortalidad de los bosques. Es entonces cuando emerge en la comunidad científica el problema.

P. Dice que los bosques tienen resiliencia.

R. En el caso de los árboles la resiliencia es su capacidad para rehacerse tras una experiencia de sequía severa. Por lo general tienen una buena capacidad para reponerse; pero esa capacidad no es ilimitada, y muchas veces la situación sobrepasa su capacidad.

P. Una vez muere el bosque, ¿qué pasa?

R. No ha pasado suficiente tiempo para que sepamos qué pasa después. Sí vemos qué pasa con los árboles que recuperan el espacio de los bosques que mueren. Solo un tercio de los bosques puede rehacerse con la misma especie. Aproximadamente en el 10% de los casos no aparece ningún bosque después; se transforma en un prado o en matorral.

P. ¿Puede ser que estemos viendo la adaptación de los bosques a una nueva realidad climática?

R. Hay una tendencia a creer que es lo que está ocurriendo. Los bosques que conocieron nuestros padres no persistirán. Cambian, siempre cambian, pero ahora estamos viendo una transformación más importante.

P. ¿A usted le gustan los bosques?

R. En realidad lo que más me gustan son los arbustos, los matorrales. Me gustan las plantas en espacios abiertos, las puedo tocar, oler, no se escapan… Me gusta la sensación de silencio del bosque, de estar como acogido por los árboles. Si tuviera que decir dónde me siento a gusto es en un bosque de pino negro del Pirineo.

P. Dígame un arbusto que le guste especialmente.

R. Siento empatía por el rododendro, una especie subalpina del Pirineo, que me acompaña desde joven al recorrer estas montañas. Tiene unas floraciones rojas intensas que me emocionan, y cuando me siento a su lado, siento que estoy en casa.

P. ¿Qué balance hace de la situación?

R. Los humanos tenemos una sensación ambivalente hacia los bosques: los amamos, forman parte de nuestro bienestar. Pero por el otro los cortamos cuando consideramos que es necesario hacerlo. Es muy frecuente que las personas corten los árboles porque le molesta sus hojas. Al ser tan poderosos los sentimos competidores de nuestro espacio. Amamos los bosques… pero nos causan fastidio. Si queremos que se conserven los bosques, los vamos a tener que cuidar mucho más.

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.

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