Más de 60 licencias ha generado la Universidad de Concepción
En cerca de dos décadas, la casa de estudios ha desarrollado iniciativas que han podido generar este tipo de contratos a entidades tanto comerciales como sin fines de lucro
Desde 2003 a la fecha, la Universidad de Concepción ha generado 63 licencias de tecnologías nacidas en sus aulas y laboratorios. Diez de ellas solo el último año, lo que muestra un aumento sostenido de este tipo de contratos.
Estas licencias, que conllevan la autorización de esa casa de estudios de masificar la tecnología, son de distinta naturaleza. Entre ellas está el caso de los colorantes naturales producidos con bacterias que licenció a la empresa Coloris, la que pudo así responder a la creciente demanda por colorantes naturales para alimentos y bebidas. También hay otras que tienen un significativo papel social, como el Sistema de Monitoreo para la participación local en la gestión integrada de cuencas, (Simol) que ha sido masificada vía licencia a través de dos agrupaciones: la Unión Comunal de Agua Potable Rural de Ránquil y Pewenken. Otro ejemplo es un sistema automático para la determinación de oxígeno disuelto en el agua de mar, iniciativa patentada en 2018.
La variedad de estas tecnologías se debe a que una de las características de la Universidad de Concepción es la diversidad de las disciplinas que se desarrollan en sus salas de clases y laboratorios. Justamente esta variedad, hace posible ofrecer investigaciones en múltiples áreas que dan soluciones a la industria y a la sociedad.
La directora ejecutiva de la oficina de Transferencia y Licenciamiento Tecnológico (OTL) de la Universidad de Concepción, Andrea Catalán, explica que estas licencias significan que la casa de estudios autoriza usar la tecnología para su masificación con o sin fines comerciales, y también que existen diversas formas de generación de proyectos de Investigación y Desarrollo, I+D aplicada.
Estas tecnologías que generaron licencias nacieron “gracias a la curiosidad e interés de los equipos de investigación que, conociendo fenómenos o problemas de algún área productiva o social, desarrollan soluciones”, señala Andrea Catalán, quien también hace notar que otra vía de generación es cuando “una empresa viene a pedir que se desarrolle I+D para solucionar un problema que ha detectado”, manifiesta.
Los equipos de investigación apoyados por la OTL están liderados por investigadores UdeC y consideran, en algunas ocasiones, la participación de alumnos de postgrado. “El acompañamiento se realiza desde la postulación a fondos concursables para el desarrollo de la I+D, la relación con empresas asociadas, el diseño de la ruta de desarrollo tecnológico, el empaquetamiento del nuevo conocimiento, la protección intelectual hasta el proceso de transferencia”, recalca.
Andrea Catalán hace notar que el proceso de I+D “va orientando nuestra búsqueda de actores que potencialmente podrían ser buenos licenciatarios para la tecnología o paquete de conocimientos resultantes”. Puntualiza que, en algunas ocasiones, existe más de un licenciatario interesado y la OTL UdeC analiza el potencial de masificación o de impacto que cada uno de los interesados tiene y negocia con aquellos que tienen mejores propuestas. “Las licencias pueden ser no exclusivas y se puede compartir territorios de explotación y campos de aplicación”, destaca.
La directiva puntualiza además, que no solo empresas chilenas han licenciado soluciones nacidas en la UdeC. “La tecnología de mallas fotoselectivas fue sublicenciada a una empresa mexicana que tiene operaciones en diversos países de Latinoamérica. La cepa con función anti hellicobacter pilory fue licenciada a una empresa italiana que produce la biomasa y vende a diversas empresas que desarrollan el formato final que contiene la cepa”, destaca.
Catalán también indica que la Universidad posee un acervo de más de 300 resultados de I+D que están en distintos niveles de desarrollo tecnológico. “Es difícil aventurar cuáles tecnologías estarán listas para comercializar en los próximos años. En términos generales, se pueden identificar tecnologías relacionadas con inteligencia artificial en distintos sectores productivos de aplicación, nuevos materiales, amigables con el medioambiente, y tecnologías de reciclaje y recuperación”.
Licencias universitarias
Víctor Villagrán Orellana, director de Desarrollo del CIO e Ingeniero Civil Electrónico y Magíster en Ciencias de la Ingeniería de la UdeC, explicó la importancia del sistema automático para la determinación de oxígeno disuelto en el agua de mar desarrollado y licenciado por la Universidad de Concepción. “Se trata de un dispositivo referido. Es un sistema integrado que permite realizar una titulación química para la determinación del oxígeno disuelto en muestras de agua según el método de Winkler, estándar primario actualmente en uso para la variable”.
Destaca que la medición del oxígeno disuelto es de gran importancia no solo para la comprensión de procesos biogeoquímicos que tienen lugar en los cuerpos de agua, sino que juega un rol fundamental en industrias asociadas a la explotación marítima, la industria de alimentos y en general industrias de procesos cuyo funcionamiento involucra el tratamiento de aguas residuales. “El dispositivo es marca registrada AULOX y fue patentado en 2018 en la modalidad de patente de invención INAPI, número 224-18 compartida por las instituciones Universidad de Concepción e Instituto Milenio de Oceanografía”, señala.
Entre otras licencias, destaca también Alfafex, un biodesinfectante líquido elaborado en base a algas. Este fue formulado por un equipo liderado por la académica de la Facultad de Ciencias Forestales Katherine Sossa Fernández y generó una licencia de prueba entregada a la empresa Green Focus B SpA. También sobresale Ema@libs, que consiste en una metodología desarrollada por Jorge Yáñez Solorza y su equipo de la Facultad de Ciencias Químicas, la que permite determinar análisis elementales y mineralógicos de extractos minerales. En este caso, la Universidad de Concepción otorgó una licencia a la empresa Eleminerals SpA.
Los doctores Cristian Agurto Muñoz y Jorge Dagnino, fundadores de Coloris Biotech, lograron colorantes naturales producidos por bacterias. Ellos señalan que la idea central de esta tecnología comenzó en 2018 con la investigación postdoctoral de Dagnino. “Él logró obtener por primera vez nuestros colorantes azul y rojo a pequeña escala, los que tradicionalmente se obtienen a partir de algunas micro y macroalgas, con menores rendimientos y tiempos de cultivo considerablemente más largos”, dice Agurto.
Los académicos agregan además que hoy cuentan con un prototipo de colorante azul en polvo que busca reemplazar el tradicional color del azul brillante: “Estamos trabajando en el desarrollo de nuevos colores, enfocados en el mercado de bebidas isotónicas, alcohólicas, y aguas funcionales”.
Actualmente, Coloris Biotech opera de manera incubada en la Universidad de Concepción, dentro del laboratorio Grupo interdisciplinario de Biotecnología Marina (GIBMAR) del Centro de Biotecnología. Además, cuentan con una licencia de prueba que les permite hacer uso de la tecnología desarrollada en la UdeC durante la ejecución de los proyectos, lo que les permite validarla tanto técnica como comercialmente.