El gran desafío de Rosa Devés, la rectora de la Universidad de Chile, en medio de las tomas propalestina
La autoridad universitaria, la primera mujer en ocupar la rectoría de la casa de estudios más importante de Chile, da una batalla difícil en pos “de la tolerancia y el pluralismo” que defiende
Un lienzo desplegado en el frontis de la Casa Central de la Universidad de Chile, la principal institución de educación superior estatal del país sudamericano, en el que aparecía la rectora Rosa Devés recibiendo un beso en la mejilla del Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se ha convertido en un símbolo –repudiado casi transversalmente por sexista– del tono de la manifestación a favor de Palestina que está llevando a cabo un pequeño puñado de estudiantes desde mediados de mayo. Los alumnos (una veintena, según la universidad) exigen revocar los convenios con las instituciones educativas de Israel y la desvinculación con entidades económicas “que están apoyando el sionismo”, según ellos, como algunos bancos. Devés, quien ha dicho que comparte el rechazo a la “masacre en Palestina”, como expresó este martes desde Alemania, donde se encuentra como parte de la comitiva del presidente Gabriel Boric en su gira en Europa, descarta romper los vínculos con las universidades israelitas por considerarlas lugares donde se expresan las voces críticas y disidentes.
La primera mujer en ocupar la rectoría de la Chile desde junio de 2022, da una batalla compleja: “Insistiremos con firmeza en la solución pacífica de las controversias, cuidando un ambiente en donde la tolerancia y el pluralismo que nos caracterizan no sean amenazados. Defenderemos nuestros valores: la agresión y el miedo no tienen espacio en esta universidad”, dijo en un video difundido el jueves 6, pocas horas antes de que colgaran el ofensivo cartel.
Las manifestaciones estudiantiles en distintos países que reclaman a sus universidades que rompan cualquier vínculo con Israel por la guerra en Gaza –más de 35.000 muertos y 10.000 desparecidos– aterrizaron en Chile el pasado 15 de mayo, después incluso de que el Gobierno de Boric marcara distancias con Israel en señales que, según la comunidad judía local, ha llegado a “un sesgo antisemita”. Un grupo de alumnos de la Universidad de Chile irrumpió en el Salón de Honor mientras la primera viceministra de Ucrania, Yulia Svyrydenko, ofrecía una charla magistral en la Casa Central. Unos 200 manifestantes –no todos alumnos– repudiaron la invitación a una representante del “régimen fascista” de Kiev, según dijeron, e ingresaron a la fuerza al recinto, dejando a cuatro funcionarios heridos.
Tras el incidente, el acto se trasladó a las dependencias de la rectoría, en el mismo edificio. Esa noche, la rectora Devés alojó en la Casa Central para evitar una toma y un grupo de estudiantes adscritos al Comité de Solidaridad por Palestina de la Universidad de Chile, con el apoyo de la Coordinadora en Solidaridad con Palestina, y la Federación de Estudiantes (FECh) instalaron tiendas de campaña en el patio Domeyko de la Casa Central, en plena Alameda. Desde entonces, la protesta en el patio se conoce como acampe. Casi un mes después quedan cinco carpas y, según fuentes de la universidad, unas 20 personas participan de las actividades. Por las noches, un par de alumnos duermen en un auditorio de la Casa Central, que continúa funcionando regularmente.
Con el objetivo de “dar cauce a la movilización”, los manifestantes han anunciado este miércoles que organizarán un plebiscito para que la comunidad universitaria adopte una posición ante la guerra y “ponga fin a los convenios que tiene con universidades e institutos de investigación cómplices del genocidio al pueblo palestino”, como indican ellos.
El acampe se instaló un par de días después de que los alumnos de la Facultad de Artes, en su sede de Santiago Centro, se tomaran el recinto reclamando, entre otros asuntos, por la infraestructura. El campus Juan Gómez Millas, en Ñuñoa, donde se encuentra la Facultad de Ciencias, de Ciencias Sociales, de Filosofía y Humanidades y la de Comunicación, se adhirieron a la toma en señal de solidaridad con el reclamo de Artes y la causa palestina.
El 20 de mayo la rectoría respondió al alumnado mostrando voluntad de trabajar en conjunto una agenda que diera valor y visibilidad a la causa Palestina, pero en medio del diálogo ocurrieron las votaciones para elegir a la nueva directiva de la FECh. Pasaron a segunda vuelta las listas de la Juventud del Partido Comunista con Convergencia Social, la colectividad de Boric, y la de la Juventud del Partido Socialista. De los 36.824 estudiantes habilitados para votar online, solo participó el 9%, muy por debajo del quórum mínimo (30%). A finales de mayo, el Tribunal Calificador de Elecciones de la FECh (Tricel) determinó que la votación era inválida, dejando sin cabeza al ente que se sentaba a conversar con la rectoría.
“Los representantes electos de las organizaciones de la Universidad de Chile dejaron de hacerse cargo de las actividades de las acampadas”, sostuvo la rectora Devés en el video. En esa misma declaración, acusó que “las afectaciones a la dignidad personal y las agresiones verbales a funcionarios durante el ingreso se han vuelto progresivamente frecuentes y las humillaciones han causado sufrimiento”. También que ha habido “ofensas desde la perspectiva de género y se ha provocado daño a la salud mental” de los funcionarios.
La FECh ahora está a cargo de unos seis centros de estudiantes, principalmente los del Campus Juan Gomez Millas, –los que están en toma–, según la universidad. Recién esta semana un grupo de alumnos envió a la rectoría dos listados de portavoces. Uno en representación de los estudiantes y otro del acampe de Casa Central. Ninguno de ellos fue electo por votación de sus compañeros. En su último petitorio, el Comité en solidaridad con Palestina acusó a las autoridades de la universidad de negarse reiteradamente a reunirse con sus portavoces y dar “una respuesta adecuada” a sus peticiones.
El lienzo, un punto de inflexión
Durante una marcha a favor de la causa Palestina el fin de semana pasado, un grupo de manifestantes colgó en el frontis de la Casa Central el lienzo que rezaba: “A romper la relación sionista, 76 años de colonización, 80% de la población desplazada, 40.000 muertos en ocho meses”. La frase estaba acompañada por una ilustración de Netanyahu besando a Devés, emulando el mural de Dmitri Vrubel en el Muro de Berlín. Más de 500 integrantes de la comunidad de la Universidad de Chile firmaron una carta en la que rechazaban las acciones del Estado de Israel en la Franja de Gaza y la intervención contra la rectora Devés. Autoridades y líderes de opinión pública también condenaron la acción de protesta contra la primera rectora mujer de la universidad pública en 179 años.
El ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Gabriel Boric, Alberto van Klaveren, calificó las imágenes del lienzo –que ya quitaron del frontis– de “burdas e intolerables”. La titular de la cartera de Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana, publicó en X que “recurrir a caricaturas sexistas es agotar la posibilidad de debate que caracteriza a la U. de Chile y la apertura que siempre ha mostrado la doctora Devés”. El abogado y profesor de derecho de la Universidad de Chile, Salvador Millaleo, sostuvo que “el woke deslegitima al que no adhiere emocionalmente a sus posturas”. “Quienes hacen un llamado a la razón son tratados como enemigos. Lo he visto con mapuches radicalizados cuando cuestionas la vía violenta de Llaitul [líder de la Coordinadora Arauco Malleco, CAM] y compañía y ahora se ve con Movimiento por Palestina denostando a Rosa Devés”, añadió.
Desde Alemania, la rectora afirmó que “no es la forma de expresar las ideas”. “Menos en una universidad pública como la nuestra, en una casa que es patrimonial, que representa no solo la universidad, sino que la historia de Chile y que tenemos todos que respetar muchísimo”, apuntó. Devés confirmó que la Facultad de Filosofía suspendió un par de convenios con las casas de estudio de Israel, pero reiteró su decisión y la del Consejo Universitario de no adoptar esta medida.
La noche del sábado, cuando ocurrió la polémica del lienzo, la cuenta de Instagram de la FECh hizo un llamamiento “urgente” a asistir a la Casa Central por una “amenaza de desalojo” que la universidad desmiente. Una cincuentena de personas acudió a una asamblea extraordinaria y este miércoles los manifestantes del acampe publicaron un comunicado donde acusaron una “tergiversación de conceptos” por el lienzo y criticaron que se “utilice al feminismo y la posición de mujer de la rectora como herramienta para desviar el foco”.
El analista y rector de la Universidad Diego Portales (UDP), Carlos Peña, señalaba en su columna de El Mercurio titulada Maltrato a la universidad que “lo peor es guardar silencio frente a este tipo de actos confiando que el tedio y el tiempo los apagará, porque de esa forma se transmite a las nuevas generaciones la peor de las lecciones: que se puede pretender ser universitario y a la vez maltratar a la institución de la que se forma parte”.
Control de “seguridad” a la comunidad universitaria
Para ingresar al Campus Gómez Millas los estudiantes, académicos y funcionarios deben pasar por un “control de seguridad” de un grupo de alumnos. Rodrigo Medel, académico e investigador del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias, levantó la voz en las redes sociales para exponer la situación: “Encuentro increíble que a los profesores que queremos ingresar a nuestro lugar de trabajo en la Universidad, los alumnos en toma, como señal de autorización, nos pinten una letra en la mano. ¿Qué sigue?”. Medel no quiso hacer comentario a este periódico.
Desde la universidad dicen que la gran mayoría de los funcionarios ven “desgastante” este sistema de ingreso impuesto por un grupo de alumnos. La Federación Nacional de Asociaciones de Funcionarixs de la Universidad de Chile, por su parte, emitió un comunicado apoyando la movilización por Palestina en la Casa Central.
También hay profesores que respaldan el actuar de los estudiantes. Los del acampe cuentan con una sala habilitada para actividades académicas y culturales donde invitan a docentes a discutir temas vinculados a la guerra en Gaza. La profesora titular de la Universidad de Chile y premio nacional de Periodismo, Faride Zerán, quien fue vicerrectora de Extensión y Comunicaciones durante el periodo del rector Ennio Vivaldi –antecesor de Devés– ha sido una de las voces más críticas con la respuesta de la casa estudios a las manifestaciones propalestinas, una causa que defiende. En una entrevista a La Segunda, Zerán dijo el martes que le pareció “un gesto agresivo” que las autoridades de la universidad durmieran en la Casa Central “atrincheradas en sus oficinas y cerradas al diálogo” y comparó a Devés con sus antecesores hombres.
En un texto en el Diario de Izquierda, Zerán señaló: “Pareciera que la célebre frase de Andrés Bello de que en la Universidad de Chile ‘todas las verdades se tocan’ para algunos siga dependiendo de cuál sea esa verdad, clausurando así el debate, el pensamiento crítico y todo aquello que atente contra el sueño de la universidad tecnocrática, ciega y muda ante los horrores y demandas de su tiempo”.
Es una muestra apenas de la lucha interna que enfrenta Devés.
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