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TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Poco sexo, muchos prejuicios

En 'Qué locura enamorarme yo de ti', en cartel en Teatro del Barrio, Gabriela Wiener reflexiona sobre su historia de poliamor

'Qué locura enamorarme yo de ti', en cartel en Teatro del Barrio.
'Qué locura enamorarme yo de ti', en cartel en Teatro del Barrio.

No lo hay. Hay literatura, política, maternidad, feminismo, machismo, fascismo, diversidad, lenguaje, migración, racismo, amor, familia, economía, verdad, pero no hay sexo. Bueno, apenas. Aquí hay una exclamación irresoluble hace más de veintiún siglos: “Qué locura enamorarme yo de ti”. Y sin embargo, ocurre todos los días. A Gabriela, Rocío y Jaime les pasó en 2014 y desde entonces tratan de “sobrevivir al poliamor”. Bueno, al amor. No es que los seres humanos se lo merezcan especialmente -siempre asfixiándolo con todas esas expectativas-, pero no saben ser sin él. No nos hace más productivos, no desarrolla las industrias, ni la economía, no es una habilidad técnica, ni un avance tecnológico.

El amor tampoco nos hace más honestos, pero si no lo somos fracasamos en el amor. Y esa es la cuestión que se hurga en el escenario: la verdad. Gabriela busca la fórmula. Da vueltas y más vueltas sobre su vida y sus aventuras, sobre sus canciones y su cama de tres metros, sobre su padre y sus dobles vidas ocultadas, sobre todos los fluidos que manchan una relación y la hacen más sabrosa. Como ya habrán imaginado, no hay fórmula. Pero sí hay una frase que descubre la paradoja apta solo para las muy valientes: “¡Para qué quieres la verdad, si no la soportas!”, le grita Rosi a Gabriela, enfadada, muy enfadada, porque su pareja femenina ha encontrado el deseo en otra mujer. Gabriela acude a Jaime, su pareja masculina, para que le ayude a calmar sus dudas y celos. El amor es pura honestidad antisistema si quieres que te salga bueno.

A su teatro le pasa lo mismo: la ficción es inútil aquí, en la obra que arranca con los gritos de dolor de Rosi, mientras da a luz de manera natural en su casa. El vehículo de la función -que se representará todos los jueves de febrero y marzo, en el Teatro del Barrio, dirigida por Mariana de Althaus- es la autobiografía, el día a día del matrimonio de tres con dos hijes. Coco, el hije mayor de 13 años, prefiere usar el género inclusivo de segunda generación, ajeno a la morfología del español de la RAE que lo define como “innecesario”. Hemos dado tantas cosas por innecesarias que solo vivimos de convencionalismos para no preguntarnos si estamos preparados para lo que deseamos.

No hay imposturas en el costumbrismo poliamoroso, género inaugurado por Gabriela Wiener que no es actriz, sino una excelente escritora. Tampoco es cantante, ni bailarina. No sabe interpretar, pero cuenta historias y construye a partir de su pequeñez cotidiana, porque la mitad de las grandes verdades son pequeñas mentiras. Esa es la grandeza de esta obra, que al cerrar el foco sobre sus vidas abre la enorme dimensión de lo que toca: la verdadera democracia ocurre en una habitación ocupada. No importa si son dos, tres o veinte. Una vez leí que la única antigualla que ha llegado intacta al estúpido siglo XXI es el amor y esta obra es la prueba de ello.

Qué locura enamorarme yo de ti, de Gabriela Wiener. Del 30 enero al 26 marzo en Teatro del Barrio. Desde 15 euros (13 para grupos)

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