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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ciudadanos en la Comunidad Valenciana: ¿qué podría salir mal?

El partido es desconsiderado con sus filiales territoriales que hoy, por su suerte, retienen su escaso poder. No hay ningún representante local en la gestora

Amparo Tórtola
El portavoz de Ciudadanos, Toni Cantó, en als Cortes valencianas.
El portavoz de Ciudadanos, Toni Cantó, en als Cortes valencianas. Kai Försterling (EFE)

Dicho en terminología orteguiana -ver discurso de Ortega y Gasset en 1932 en las Cortes españolas- las diezmadas huestes de C’s se enfrentan a un “enjundioso problema”: morir o sobrevivir. Lo de vivir, a secas, está por verse.

Evitaremos cifras y porcentajes de las pérdidas anotadas por este partido liderado hasta el 10-N por Albert Rivera; baste decir que ha devenido en irrelevante, pues irrelevante es una organización política que ni alcanza el gobierno, ni condiciona la formación de este ni, de perdidos al río, puede defender la vitola de liderar la oposición. Si la inflexibilidad de Rivera -con Pedro Sánchez, no, dixit- no hubiera alcanzado el paroxismo, en estos momentos España contaría con un gobierno de coalición liderado por el PSOE y con el dimitido Rivera al frente de una vicepresidencia.

Se me dirá que C’s sí tiene relevancia en gobiernos autonómicos y municipales. Es verdad; y no es un mal capital desde el que intentar recuperar el terreno regalado -que no perdido- a otras fuerzas políticas situadas en esa franja ideológica que va desde la derecha moderada hasta la extrema derecha. Otra cosa será que sepan hacerlo y no dilapiden, también, ese tesoro.

El politólogo Kiko Llaneras se preguntaba el pasado jueves en estas mismas páginas “¿A dónde fueron los votos de Ciudadanos?”. La respuesta es demoledora para los naranjas: “Las fugas de Ciudadanos hacia Vox rondaron el 17 por cien (…), pero no eran las únicas. Otro 17 por cien de los votantes de Albert Rivera decía que iba a votar por el PP, un 4 por cien por el PSOE y el 7 por cien -que representa casi 300.000 personas- no iba a votar. El 12 por cien se declaraba indeciso a tres días de las elecciones, así que no podemos saber cuántos acabaron no votando, alimentando flujos o repitiendo su voto. Debieron repetir pocos, dada la caída del partido”.

En la Comunidad Valenciana, C’s perdió cuatro escaños el 10-N respecto a las elecciones generales del 28-A, mandando soló dos diputados naranjas a Madrid de los 32 que se decidían en la autonomía. Se da la siguiente paradoja tras el 10-N: Toni Cantó, síndico del grupo parlamentario de C’s en las Cortes Valencianas, cuenta con más escaños -18- de los que Inés Arrimadas, llamada a suceder a Rivera, comandará en el Congreso de los Diputados: una decena.

En nuestro territorio, la debacle nacional de C’s aboca a sus dirigentes y militantes autóctonos a una situación que requeriría los servicios de un señor Lobo; ya saben: el personaje interpretado por Harvey Keitel en Reservoir Dogs que se presentaba como “Hola, soy el señor Lobo, soluciono problemas”.

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Con un liderazgo bicéfalo compartido a malas entre Cantó y Fernando Giner, este desde su atalaya del ayuntamiento de Valencia; con un grupo parlamentario dividido entre los afines a Cantó -8-, los alineados con Fernando Argüeso, secretario de organización de C’s en la Comunidad Valenciana -9-, más uno, el diputado Vicente Fernández, que despliega maneras de neutralidad suiza; y con una confusión de discursos que ya no sabes si C’s está más cerca del PP moderado -ahora- de Pablo Casado o pretende disputarle el espacio a Vox, una no puede dejar de preguntarse qué podría salir mal para sus intereses.

Las organizaciones territoriales de C’s están pagando todos los pecados de un Rivera al que se permitió diseñar un partido de férrea estructura jerárquica donde él era el rey Sol y sus decisiones ni se debatían ni se cuestionaban: se aceptaban y punto. Un partido que negó el debate interno y expulsó de sus filas a cuantos discreparon de la doctrina oficial. Un partido veleta que se traicionaba a sí mismo y a sus votantes cada cinco minutos. Un partido desconsiderado con esas mismas filiales territoriales que hoy, por suerte para C’s, retienen el escaso poder que la tormenta electoral ha arrojado a su orilla.

Ningún dirigente valenciano de C’s forma parte de la gestora que el pasado día 30 de noviembre se eligió para conducir el partido hasta la celebración del Congreso previsto para el próximo 15 de marzo. Quedamos a la espera de que Cantó o Giner nos lo expliquen.

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