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Elche aspira a ser capital verde de Europa y Alicante reforesta sus montes

Las dos ciudades afrontan planes para reurbanizar y peatonalizar sus centros históricos

Una recreación del proyecto de peatonalización de la Plaza de Baix de Elche de Fuster Arquitectos.
Una recreación del proyecto de peatonalización de la Plaza de Baix de Elche de Fuster Arquitectos.
Rafa Burgos

Es la realidad del sur europeo, con los climas templados por el Mediterráneo y la fauna y, especialmente, la flora, adaptadas a un déficit de agua. Y, aun así, capaz de sacar adelante redes de agua potable en ciudades densamente pobladas o grandes extensiones de huertas de secano. Y también huertos como el Palmeral, al que la Unesco reconoce como Patrimonio de la Humanidad por su sistema de cultivo y regadío, inalterable a lo largo de 20 siglos. Elche quiere que Europa reconozca que la gestión hídrica del sur también puede ser sostenible. Y para ello, se ha propuesto Convertirse en la primera Capital Verde Europea en el sur mediterráneo. La meta está fijada en 2030.

Vitoria o Lisboa ya izaron esa bandera. "El proyecto de convertir a Elche en Capital Verde tiene un valor añadido, que es el de una ciudad ubicada en un lugar árido, con escasez permanente de agua. La serie de parámetros en la lucha contra el cambio climático elaborada por Europa la puede conseguir cualquiera que se lo proponga. El valor diferencial está en nuestra gestión de los recursos hídricos, que como nos hicieron ver los responsables de la capitalidad de Vitoria, es encomiable”, apunta el alcalde, el socialista Carlos González,

Para alcanzar los criterios de Europa, el Gobierno municipal ha trazado un plan de movilidad, sostenibilidad y eficiencia energética para conectar la gran extensión del término repleto de pedanías, y el casco urbano con numerosos barrios. Se van a conectar la ciudad policéntrica con vehículos ecológicos o de cero emisiones; se peatonalizarán los centros de todos los núcleos urbanos “humanizando su entorno”. El ejemplo es el centro histórico, peatonalizado a un 80% del total y que ahora se extenderá a un tramo de la calle Corredera. “Se trata de generar un entorno amable y libre de humos” bajo criterios ecológicos y de accesibilidad cuyas obras comenzarán “en el primer cuatrimestre de 2020”, señala la concejal de Desarrollo Sostenible, Movilidad Urbana, y Medio Ambiente, Esther Díezno, de Compromís.

30 millones

Plano del proyecto de peatonalización de Alicante.
Plano del proyecto de peatonalización de Alicante.

El plan ya ha comenzado, gracias a los 30 millones concedidos por Europa a la estrategia Edusi ilicitana. El Ayuntamiento tramita carriles bici y de autobús, la generación de nuevas zonas verdes, la transformación de barrios vulnerables como San Antón, Palmerales y Carrús. También quiere que el alumbrado municipal se nutra al 100% de energías renovables o que se sustituya el arbolado actual por otros más adaptado al clima. Incide en la renovación de la flota de autobuses, la ampliación de las estaciones municipales de alquiler de bicicletas o la ampliación de la protección urbanística del paraje natural del Clot de Galvany.

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Por su parte, la ciudad de Alicante encamina sus esfuerzos en materia de movilidad a cambiar el modelo que abusa del vehículo particular para implementar otro en el que el transporte urbano, la peatonalización del centro y los itinerarios ciclistas generen una ciudad dividida en barrios “mejores y más accesibles”, explica José Ramón González, concejal de Movilidad del Ayuntamiento, que preside Luis Barcala, ambos del PP.

Todas las medidas se proponen “facilitar la creación de zonas con prioridad peatonal y zonas de coexistencia, sin segregación entre aceras y calzada, reducción del número y gravedad de los accidentes, reducción de la contaminación acústica, atmosférica y del consumo de combustible fósil”.

El epicentro de este proyecto estriba también en la peatonalización del centro tradicional, entre la avenida de la Constitución y la plaza de Gabriel Miró, actualmente en tramitación en una ciudad que ya ha cerrado al tráfico buena parte de su casco histórico. Además, se han propuesto medidas de eficiencia energética, como dotar a los centros escolares con paneles solares fotovoltaicos; de carácter cultural, como la dotación de nuevos usos a la antigua fábrica de tabacos, o arquitectónicas, como el proyecto que podría llegar a unir con vías peatonales y cicloturísticas a toda la fachada litoral de la ciudad.

Y como protagonistas de la actuación medioambiental, los dos montes de la ciudad, el Benacantil y el Tossal. En el primero, en el que se sitúa el Castillo de Santa Bárbara, será objeto de reforestación y de habilitación de senderos naturales. El segundo, donde se ubican los restos del Castillo de San Fernando y toda una serie de centros formativos de diferentes ciclos, vive actualmente un proceso de rehabilitación y recuperación para reconvertirlo en el pulmón verde de la ciudad que llegó a ser.

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