Surfeando la ola verde
La sabadellense Mar García es la secretaria general de Los Verdes en Europa desde hace cinco años
Las urnas tomaron el pasado 26 de mayo la fotografía de la Europa de 2019. Más de 210 millones de píxeles, estampados en forma de voto, retratan una Unión diferente a la 2014. Es, al menos, más participativa y diversa. Los ciudadanos decidieron poner punto y final a la Gran Coalición de conservadores y socialdemócratas, dar juego a otras formaciones y cambiar el orden de prioridades de la agenda comunitaria. En esa foto de familia están también el nacionalismo y la extrema derecha. Pero aparecen a un lado del retrato. Antes de colgar la foto para exhibirla al mundo, eso sí, los europeos se detuvieron en el filtro de color para cargarla de verde.
Los Verdes han capitalizado con creces la oleada contra la crisis climática que ha tomado cada semana las calles de Bruselas, Berlín o Londres. Los sondeos apenas le daban cinco escaños más de los 52 que tenían en la pasada legislatura. Pero la intensa movilización del voto ecologista en Alemania, Francia, Austria, Irlanda o Bélgica ha nutrido a un grupo que tendrá entre 74 y 77 diputados. El partido sigue surfeando esa ola: tras esos comicios, ya se han publicado sondeos que los sitúan por delante de la poderosa CDU alemana de Annegret Kramp-Karrenbauer y en Finlandia asumirán las carteras de Exteriores, Interior y Medio Ambiente tras entrar en un gobierno de coalición.
Esa marea ha obligado a los partidos tradicionales a situar la lucha contra el cambio climático en lo alto de la agenda para el próximo ciclo político. Sin embargo, él éxito de Los Verdes no va solo de políticas ambientalistas. Lo explica Mar García, una sabadellense que está en la sala de mandos como secretaria general de Los Verdes en Europa desde hace cinco años. Lo cuenta desbordando pasión. Se trata del “relato”, dice, de situar la crisis climática en el centro de esa narrativa. Y de ahí se desprende el resto. “Estamos hablando de lo que afecta a nuestros ciudadanos: lo que comemos, el aire que respiramos cuando cogemos la bici, la factura energética, de cómo protegemos a nuestros mayores de las olas de calor que va a provocar ese cambio o del modelo productivo que queremos”, desgrana.
Con Mar García nos vemos a última hora del viernes, cuando en el barrio europeo de Bruselas nada queda del trajín que vive a diario. La terraza de sus cuarteles generales, cerca del Parlamento Europeo, parecía una buena idea para acabar la semana. Pero la impredecible lluvia de Bruselas lo impide. Las salas de reuniones y de trabajo están desperdigadas en un inmueble desenfadado que da idea de la juventud no solo de sus miembros, sino del partido. No fue hasta los años ochenta y noventa cuando la formación llegó a tener una implantación más o menos estable en Europa. “Somos una familia joven, consecuencia de los movimientos sociales de los años sesenta. El primer partido verde nació en Nueva Zelanda a comienzos de los setenta. En términos históricos es muy poco tiempo. Estamos aún en un proceso de maduración y no hemos llegado a la cúspide”, prosigue.
La formación tiene ya experiencia de gobierno. Entre 1998 y 2005 estuvo en el gobierno de coalición con los socialdemócratas alemanes, en el que Joschka Fischer ocupó la cartera de Exteriores. Pero ahora es diferente. Dio el sorpasso a los socialdemócratas en Alemania en las europeas y ahora sienten el vértigo de superar la CDU. García opina que ese impulso es anterior a las marchas juveniles. Lo sitúa en diciembre de 2016, cuando Alexander Van der Bellen se impuso en las elecciones presidenciales de Austria. Le siguió el ascenso de la formación en Holanda, que se convirtió en la primera fuerza de la ciudad de Ámsterdam en las generales de 2017. “A partir de ahí vimos que despega el discurso del cambio climático como eje vertebrador, desde el que salen el resto de los valores”, sostiene.
Desde ahí, se extendieron por el centro y el norte de Europa. “Ahora toca fortalecer nuestra presencia en el Este y el Sur”, anticipa. España es una tarea pendiente. Los Verdes cuentan con dos formaciones: Iniciativa per Catalunya-Verds, donde milita García, y Equo. En la pasada legislatura, ocuparon su escaño con el grupo Ernest Urtasun y Florent Marcellesi. A ellos se unieron los diputados de ERC, Josep Maria Terricabras i Jordi Solé. Equo, sin embargo, no tendrá parlamentario en esta ocasión. “En España no hay un problema de demanda, sino de oferta”, considera García. Y prueba de ello es que en los debates electorales de las últimas generales apenas se mentó ni el cambio climático ni Europa.
García, que tiene dos hijos, vive entre Barcelona y Bruselas. Se define como una mujer cosmopolita y profundamente europeísta. Y lamenta la “falta de pedagogía” por parte de los países sobre la Unión Europea. “De Bruselas no solo deben llegar las respuestas contra el cambio climático, sino también contra la evasión fiscal, la salud o la transparencia”, recuerda. La UE no es un ejército de burócratas. Es, por ejemplo, la Corte de Luxemburgo, que está poniendo a raya a la banca por los abusos cometidos con las cláusulas hipotecarias.
A Los Verdes se les acusa de cierta ambigüedad sobre su posición en política económica. Pero de nuevo, insiste en que la columna vertebral es el debate sobre el clima. “Creemos que el sistema capitalista actual es depredador con los recursos y genera desigualdades. Defendemos las libertades, los derechos de las minorías y somos profundamente progresistas. De ahí se pueden sacar conclusiones”, recuerda.
Miles de jóvenes han abrazado ese discurso. También lo contrario: han aupado al partido xenófobo de Vlaams Belang o a La Lega de Mattero Salvini. Son las dos caras de una misma moneda. Lukas Sak, miembro de Europe Elects, destripó para este diario algunos sondeos electorales. Y en Francia, Alemania, Austria e Irlanda, Los Verdes se impusieron entre los más jóvenes. “Eso demuestra que Europa será verde o no será”, concluye García.
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