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Visión refrescante

Matías Uris autoedita un libro de fotografía a la vez que Alberto Otto publica uno de relatos

 los protagonistas Alberto Otto y Matías Uris
los protagonistas Alberto Otto y Matías UrisCarlos Pina

Se conocen desde hace muchos años, pero llevaban tiempo sin coincidir. Son de la misma generación y tienen incontables amigos en común. Cuando se encuentran, Matías Uris y Alberto Otto se ponen al día. Una nueva casualidad vuelve a unir sus trayectorias: los dos acaban de publicar libros. Uno es de fotografía, el otro de relatos. Habituales del paisaje underground madrileño desde los tiempos del Fotolog, ambos están acostumbrados a ver desaparecer personajes con la misma rapidez que aparecen. “Somos ya muy mayores”. Inmersos siempre en distintos proyectos, comparten una visión refrescante en todo lo que les ocupa.

Basura digital. Matías Uris ha autoeditado ‘Toshiva’. “Quería hacer el proyecto con total libertad desde el principio y prefería no tener que estar esperando a que una editorial quisiera publicarlo”. Más de 250 fotografías llenan sus 350 páginas. “Es un relato introspectivo sobre el consumo obsesivo de imágenes y cómo la invasión del jpg condiciona nuestras vidas”. Trabaja sobre la acumulación de imágenes, la basura digital. “A mí siempre me ha producido ansiedad tener mi vida en unos discos duros, no sólo las fotos profesionales sino las personales. Archivos y archivos almacenados”. El nombre del proyecto, un libro con apariencia de disco duro, une la popular marca informática con el dios hindú de la destrucción.

Mirada propia. 'Un chalet en la Gran Vía', el primer libro de Alberto Otto, nace de su amor por la ciudad de Madrid. Una colección de 70 relatos breves que en su mayoría tienen el mismo punto de partida: imágenes escritas en el móvil. "Empecé a anotar ideas improbables sobre la ciudad. Después lo convertí en pequeñas historias. Comencé a compartirlas en Instagram para que mis amigos se rieran. Me di cuenta de que entre todas construían una ciudad que me daba mucha risa y pensé en que eso era un libro". Licenciado en Filología Hispánica, el madrileño narra con su particular sentido del humor situaciones que ha visto o que le encantaría haber visto. Realidad y ficción se mezclan con algunos protagonistas reconocibles. "Hay muchos ilustres anónimos de la ciudad, de esos que nos cruzamos continuamente en el centro. Les he puesto motes y vidas, los he convertido en personajes que quiero mucho". Ahí están Lady Spray, Miau Chen o Viola, fácilmente identificables.

Volver a los orígenes. Fotógrafo autodidacta, Matías Uris estudió diseño gráfico en la escuela Pedro Almodóvar de Ciudad Real. “Cuando llegué a Madrid me compré una cámara digital y empecé a hacer fotos”. Era la época en la que eclosionó el street style. Empezó a colaborar con distintos medios y a ingresar dinero con sus instantáneas. Poco a poco se fue profesionalizando. La afición se convirtió en un modo de vida. “Ahora me estoy enganchando a hacer libros”. El año pasado el manchego publicó ‘Make Today Magic’, un libro sobre las fiestas en su pueblo. Nacido en 1981 en Abenójar (Ciudad Real), lo desarrolló junto al antropólogo y fotógrafo Jorge Moreno. “Nos abrieron las puertas de sus casa, nos invitaron a ver cómo hacían las comidas típicas o cómo se arreglaban”. Le regaló el libro al autor de ‘Dolor y gloria’, nacido en un pueblo vecino. “Al hacerle un retrato para una entrevista aproveché la oportunidad”.

Precisas direcciones. Nacido en 1986 en una clínica de la calle O´Donnell, en la solapa del libro Alberto Otto resume su vida, incluyendo precisas direcciones. "Pasó su infancia en un piso de terraza cerrada con aluminio de la calle de La Laguna. Cruzó la adolescencia en una habitación de muebles modulares en la calle Ocaña. Estudió en la puerta del edificio B de la Facultad de Filología de la Complutense. Ahora vive en la calle Segovia a la altura de la calle del Nuncio". No tiene miedo a que merodeen por su casa. "He puesto donde vivo por si alguien quiere pasar saludar". Infancia en Carabanchel, adolescencia en Aluche e independencia en La Latina. "Madrid es a la vez suficientemente grande y suficientemente pequeña". Trabaja como director creativo de Pelonio, un estudio multidisciplinar que desarrolla proyectos para marcas. Está encantado. No le importa fichar a diario desde hace 8 años.

Homenaje póstumo. Lo primero que Matias Uris autoeditó fue un fanzine protagonizado por Cristina La Veneno. “Le hice las últimas fotos en una sesión inolvidable en mi casa. Al morir cuatro semanas después quise publicarlas junto a algunas inéditas como homenaje”. Quedan contados ejemplares. Parte de lo recaudado es para Transexualia, asociación que trabaja por la inserción laboral de transexuales y a la que la estrella de ‘Esta noche cruzamos el Mississipi’ pertenecía. “Qué merecida la placa que le han puesto en el Parque del Oeste”.

Puesta de largo. A la presentación de 'Un chalet en la Gran Vía', en La Central de Callao, acudieron Carlos Vermut y Carlos Díez Díez, entre otros muchos amigos del autor, cuya escritura elogiaron públicamente Andrés Aberasturi y Diana Aller. El libro cuenta con la colaboración de Conxita Herrero como ilustradora de la portada y las guardas. Tras la buena acogida, Otto ya piensa en volver a publicar. "Tengo la tentación de escribir sobre y para niños", admite mientras vapea. "Ya no fumo, pero vapeo de todos los sabores y es como chupar un pen drive".

Recordado Fotolog. Matías y Alberto hacen ejercicio de memoria y recuerdan donde se conocieron. "¡Fue en el Nasti!". En aquellos momentos, alrededor de 2002, causaba furor una red social pionera: Fotolog. "Ayudó mucho a conocernos en persona. Era la excusa perfecta para saludarnos", coinciden. Subían fotos, las comentaban y se iban haciendo amigos hasta llegar a desvirtualizarse, si se daba el caso. Otros solo se seguían desde la distancia. “Me encanta que la gente tenga un mote y, en Fotolog, los motes eran nuestros nicknames”, cuenta Otto. "Acababa de llegar a Madrid e hice mis mejores amigos entonces, que siguen siendo los de ahora", señala Uris. "En aquella época no todo el mundo tenía cámara digital, no había cámaras en el móvil y yo tenía una buena cámara. Todos venían a mí".

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