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Elecciones valencianas
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gane quien gane, teléfono rojo

Haya o no reedición del Pacto del Botánico, o coqueteo PSPV-Cs, o acuerdo de centro derecha, los protagonistas deberán atarse los machos

Amparo Tórtola
Peter Sellers, en '¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú', de Stanley Kubrick.
Peter Sellers, en '¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú', de Stanley Kubrick.

Esta noche, casi entrada la madrugá, quedarán despejadas las medulares dudas que nos han acompañado durante la campaña valenciana. La primera, si el bloque de centro izquierda -PSPV, Compromís y Unidas Podemos- mantiene la hegemonía y suma los escaños para firmar la siguiente entrega del Pacto del Botánico. La segunda, si los socialistas valencianos han defendido su posición como la fuerza más votada dentro de ese bloque. La tercera, si Cs y Toni Cantó estarán en condiciones o no de dejarse rondar por Ximo Puig. La cuarta, si el PP de Isabel Bonig ha salvado los muebles o ha sucumbido a la embestida de Cs y VOX. Y la quinta, conoceremos, al fin, la penetración social alcanzada en la Comunidad Valenciana por los acólitos de Steve Bannon subidos a la grupa de Santiago Abascal.

El viernes, con la campaña a punto de clausura, los socialistas más puestos en demoscopia y sobresaltos electorales embridaban las euforias cercanas. El mensaje que más hemos escuchado estos días por boca de los primeros ha sido: “Aquí no hay nada seguro. El escenario es incierto e imprevisible”.

Debemos prepararnos para sujetar a la bestia que llevamos dentro cuando los fatuos habituales -ajenos a la propia vergüenza- suelten la frase definitiva: “Yo ya dije que esto iba a suceder”. George Orwell nos enseñó que ver ”lo que está delante de nuestros ojos requiere un esfuerzo constante”. Y ni así el éxito está garantizado.

Haya o no reedición del Pacto del Botánico, o coqueteo PSPV-Cs, o acuerdo de centro derecha a tres bandas entre PP, Cs y VOX, los protagonistas de la opción finalmente viable deberán atarse los machos porque el escenario que se abrirá a partir de mañana será de guerra fría entre los llamados a ser socios de gobierno o colegas de legislatura. Durante la campaña todos han apuntado maneras, tal que los toros en la dehesa; unos, como Mónica Oltra, Toni Cantó y Martínez Dalmau, con una retórica tirando a incendiaria; Ximo Puig e Isabel Bonig, con matices, han optado por la templanza, entendida esta, según definición de Norberto Bobbio en su Elogio de la templanza, como lo contrario a la arrogancia, la prepotencia, la perversidad, la vanidad y el abuso del poder. En Puig, no chirría. Con Bonig habrá que acostumbrarse a su nuevo perfil modoso. No le va.

En los años 60, durante la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, se estableció una línea caliente -posteriormente bautizada como teléfono rojo para evitar jocosidades pornográficas- que ponía en comunicación directa a los líderes de ambas superpotencias: uno en la Casa Blanca y otro en el Kremlin. Se trataba de evitar que una malinterpretación o un error en la traducción de alguna palabra desembocase en una tercera guerra mundial.

El Pacto del Botánico nos ha enseñado que en los gobiernos de coalición, pese a la buena voluntad de las partes, las fricciones existen. Y los malentendidos. Va a hacer falta un teléfono rojo gane quien gane.

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