Cayetana Álvarez de Toledo, la derecha ilustrada y con garrote
La candidata del PP por Barcelona en las elecciones generales se distanció del partido por blando
Pablo Casado ha apelado a “la reconquista de España” y en esta cruzada, Cayetana Álvarez de Toledo viene como anillo al dedo. Álvarez de Toledo (Madrid, 1974) vuelve a un PP desacomplejado en lo nacional y en lo reaccionario, y vuelve como cabeza de lista por Barcelona en las elecciones generales, como esperanza blanca para salvar lo poco que le queda al partido en Cataluña.
La candidata de los populares por Barcelona es historiadora —doctorada en Oxford bajo la tutela de John Elliott—, ha sido redactora y columnista del diario El Mundo, es aristócrata —marquesa de Casa Fuerte— y esgrime un liberalismo de derechas con una gran habilidad intelectual. Vivió y se educó entre Argentina e Inglaterra —su madre es argentina, y de su juventud en Buenos Aires conserva un acento que le imprime personalidad—, hasta que en el año 2000 optó por instalarse en Madrid y obtuvo la nacionalidad española en 2007. “Decidí ser española”, según explicó a El Mundo.
Álvarez de Toledo fue diputada del PP entre 2008 y 2015, pero acabó rompiendo con Mariano Rajoy, entre otras cuestiones por considerarlo blando frente al independentismo. Álvarez de Toledo creció políticamente bajo la sombra del posaznarismo. Dejó el periodismo en 2006 para fichar como directora de gabinete de Ángel Acebes, por entonces secretario general de los populares. Ha sido un peso fuerte de la FAES de José María Aznar, de la que fue directora del área internacional.
Álvarez de Toledo reside en Madrid, aunque es una visitante asidua de Barcelona y ha tenido lazos familiares, ya que su exmarido es el empresario Joaquín Güell. Será difícil que la repentina cabeza de cartel del PP se maneje cómodamente en el debate sobre las necesidades más mundanas de la demarcación que quiere representar: es un enigma qué puede saber sobre negociados como la red de cercanías, o de carreteras, entre muchos otros asuntos. Todo indica que para frenar a su rival directa, Inés Arrimadas, la arena del nacionalismo será el principal pilar de su campaña, un asunto en el que sí ha invertido tiempo, escritos y visitas a Barcelona durante los años del procés. Fue fundadora de la entidad constitucionalista Libres e Iguales, en la que contó con amigos catalanes como Albert Boadella o Arcadi Espada.
La candidata se ha defendido este sábado de las críticas por ser la cabeza de lista por Barcelona sin ser catalana: “Este es un gesto de impugnación del proyecto nacionalista que consiste en convertir a nuestros conciudadanos en extranjeros. Cuantas más veces digan que yo no tengo derecho a presentarme por Barcelona, más exponen la cara sucia de su proyecto, la xenofobia, el segregacionismo, el racismo”.
Álvarez de Toledo se ha deshecho en elogios con el nuevo presidente del PP catalán, Alejandro Fernández: “Desde la triste defenestración de Alejo Vidal-Quadras, hace 22 años, el PP no había tenido un líder a la altura de Cataluña”, escribió la candidata el pasado noviembre. Álvarez de Toledo aseguró que Fernández “es consciente de que sus electores no son precisamente los próceres terceristas del Círculo de Economía. Brillante en la tribuna. Con grosor intelectual, sentido estratégico y dominio de la ironía. Autónomo de los hermanos Fernández Díaz y hasta dispuesto a jubilarlos. Un presidente inmune al cumbayá de las corruptas sirenas catalanistas”.
Liberal de derechas, Álvarez de Toledo no dudó el año pasado en definir las huelgas feministas del 8M como un “disparate”: “No somos parte de un colectivo homogéneo, no nacemos víctimas. No quiero que me victimicen, ni que hablen en mi nombre”. Causó furor en las redes, convirtiéndose en meme, la crítica que publicó en 2016 en Twitter contra la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, por el atuendo de la cabalgata de los Reyes Magos en la capital española: “Mi hija de 6 años: 'Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad.' No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás”.
A raíz de un premio, Álvarez de Toledo escribió en 2017 un discurso que es una síntesis de su pensamiento sobre el conflicto catalán: “La Gran Estafa nacionalista no habría sido posible sin la complicidad activa de una sociedad dispuesta a ser estafada”. El discurso criticaba a los “equidistantes”, a PSOE y a PP por ser durante demasiadas décadas tolerantes con el nacionalismo catalán, y defendía que lo políticamente correcto debe ser combatido: “No puede haber política cuando la verdad —por áspera o cruda que sea— queda proscrita del debate. Cuando se prohíbe afirmar, por ejemplo, que es profundamente injusto que, por el mismo delito, un hombre pague más que una mujer. O que el islam no es una religión de paz. O que el Estado hace muy bien en impedir, incluso por la fuerza, que una pobre viejecita vote en un referéndum ilegal”.
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