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Teatro Yeses: una compañía de mujeres presas

Elena Cánovas dirige desde 1985 Yeses, el grupo teatral de mujeres de una cárcel de Madrid

Aurora Intxausti
De izquierda a derecha, Nidia Marín Soto,Virginia Márquez, Elizabeth McNally,  Olga Casares y Nini Johanna García rodeando a Elena Cánovas (sentada), en el salón de actos de la cárcel de Alcalá-Meco.
De izquierda a derecha, Nidia Marín Soto,Virginia Márquez, Elizabeth McNally, Olga Casares y Nini Johanna García rodeando a Elena Cánovas (sentada), en el salón de actos de la cárcel de Alcalá-Meco. ÁLVARO GARCÍA

El público del salón de actos del Centro Penitenciario Madrid I Mujeres, en Alcalá de Henares, es fijo. En cada función, un grupo de mujeres espera la actuación de sus compañeras, presas como ellas. ¿Qué hacen sobre el escenario? La respuesta está en Elena Cánovas, una luchadora de 64 años, apasionada de la actuación y con una fe en el ser humano digna de admiración.

En los ochenta, después de aprobar su plaza de funcionaria de prisiones —“para sacar adelante a mi familia”—, Cánovas descubrió que no quería limitarse a abrir y cerrar rejas. Estudió dirección de arte y se empeñó en crear un grupo de teatro entre las presas. Eran años en los que la heroína campaba a sus anchas tanto dentro como fuera de las cárceles. Cánovas cumplió su propósito y fundó la compañía Teatro Yeses, que toma el nombre de la antigua cárcel de Yeserías de Madrid. Un proyecto que se hizo realidad gracias a su esfuerzo y al de las mujeres que en ese momento estaban al frente de las instituciones penitenciarias. También, de personas convencidas en mejorar las condiciones de los reos.

“No quería ser una simple funcionaria, creía que si se podía abrir una pequeña puerta a la cultura en las prisiones españolas, sería un logro”, relata Cánovas, que ha participado en películas como El patio de mi cárcel o Entre rojas. “En los ochenta todo era más complicado”, recuerda, “cuando salíamos, las mujeres iban esposadas y custodiadas en furgones de la Guardia Civil. Con la modernización de las leyes, las cosas se han ido facilitando”, continúa.

Actualmente, la población de Madrid I es de 465 ciudadanas: 327 cumplen condenas impuestas por jueces; el resto, 138, esperan a ser juzgadas. La mayoría de los delitos cometidos son contra la salud pública y robo. Más del 60% de las mujeres no son de origen español. Desde su origen, por Teatro Yeses han pasado cerca de un millar de mujeres. Algunas de ellas —como Paloma, Elena y Rocío— continúan en la compañía. Ninguna sabía lo que era el teatro antes. “Aprendes a valorarte. Nos ilusionamos y acabas creando un mundo paralelo que te permite respirar”, señala Rocío. “Había oído hablar del grupo de teatro, pero entonces no estaba preparada para participar en una obra colectiva”, agrega esta mujer. Como a sus compañeras, le quedan pendientes varios años de cárcel.

Presas del grupo de teatro Yeses en la carcel de mujeres de Alcalá Meco.
Presas del grupo de teatro Yeses en la carcel de mujeres de Alcalá Meco.Álvaro García

“Una entra en la cárcel y se siente un despojo. Con el teatro he empezado a asumir responsabilidades; a quererme”, puntualiza Paloma. “Entrar en teatro ha sido una oportunidad de la vida. No podía perdonarme a mí misma por haber llegado donde estoy”, continúa Paloma, que ahora tiene su ilusión fijada en el 17 de marzo: “Ese día, actuamos en CaixaForum”.

La directora de la compañía es una mujer fuerte; no se la puede engañar fácilmente. Todos los días dirige casi cinco horas de ensayo con la finalidad de representar obras en el salón de actos de la cárcel y después realizar una gira por una docena de Ayuntamientos de la Comunidad de Madrid. Nunca, ni una sola presa —del millar que han formado parte de la compañía— ha tratado de huir mientras estaban en la calle. “La mejor manera de saber cómo es un país es contemplar sus cárceles”, opina Cánovas.

Virginia Márquez, Elizabeth McNally, Nidia Marín Soto, Olga Casares y Nini Johanna García formaron parte del grupo de teatro Yeses hace tiempo. Todas ellas ya han salido de la cárcel. Unas han encontrado trabajo; otras están tratando de acostumbrarse a la libertad. “La cárcel te marca. No es fácil empezar una nueva vida. Te lo dicen, pero hasta que no lo experimentas no te das cuenta de lo difícil que es”, explica McNally. Nidia Marín Soto empezó a trabajar al poco tiempo de abandonar la prisión y está “feliz”.

Todas ellas alaban la figura de Elena Cánovas y asienten cuando Nidia dice: “Nunca creí que pudiese existir una persona tan altruista y con un compromiso social como la directora. A mí me costó entrar en el grupo de teatro porque estaba endiablada. Tenía tanta rabia dentro que me llegué a portar mal sin darme cuenta de que iba en mi contra. No era por lo que sucedía en la prisión, sino por lo que tienes fuera. Estar en el teatro me permitía desconectar durante casi cinco horas al día, sentirme un poco libre”.

Estas mujeres participan junto a Cánovas en el documental Yeses, escrito y dirigido por Miguel Forneiro y que narra la trayectoria del grupo durante 33 años. El miércoles se exhibió en la cárcel y ayer en los cines Callao. En la película, de 70 minutos, se condensa el esfuerzo de Cánovas, que aunque ya está jubilada sigue en Teatro Yeses. Aparece viajando en su coche de la capital a la prisión; pasando tardes enteras enseñando a un grupo de mujeres a sentirse actrices, a estudiar, a discutir sobre literatura, a conocer nuevos personajes y a profundizar en las obras. Las impregna de inquietudes; les transmite sabiduría y respeto. Hacia ella y, sobre todo, hacia sí mismas.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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