El adelanto electoral deja a los alcaldes sin poder inaugurar obras
En Barcelona afecta al nuevo parque de les Glòries, el mayor proyecto que tiene la ciudad en marcha, que se abrirá, pero sin celebración
El adelanto de las elecciones generales al 28 de abril ha impactado como un tsunami en los partidos, que estaban centrados en las municipales de mayo y en dos meses tendrán que preparar dos convocatorias. El avance afecta a los Ayuntamientos: ha echado por los aires el calendario de inauguraciones de los alcaldes. Si pensaban poder cortar cintas hasta el 2 de abril y tenían la agenda de marzo repleta de actos, la fecha límite se ha adelantado cuatro semanas: al 4 de marzo.
El límite lo marca la ley electoral, y corresponde con la fecha de convocatoria de las elecciones, el 5 de marzo. La ley indica que no se pueden inaugurar ni hacer balances desde la convocatoria de cualquier cita electoral. Y en este caso se solapa el periodo previo de las generales con el de las locales. “La prohibición se extiende al conjunto de Administraciones”, confirman desde el Congreso de los Diputados, la institución que responde sobre cuestiones vinculadas a las elecciones cuando no están constituidas las juntas electorales.
La actual es, pues, la última semana que tienen los ayuntamientos para hacer inauguraciones, hacer balances o editar publicaciones y folletos. Y el desespero no es menor. Porque las obras van tan justas de tiempo que en la inmensa mayoría de los casos es materialmente imposible finalizar los trabajos antes. En Barcelona, por ejemplo, la fiesta de apertura del nuevo parque de les Glòries, la mayor obra que tiene la ciudad en marcha, no se podrá hacer como estaba previsto a finales de marzo. Se abrirá, pero sin celebración.
Y como esta plaza, otras tantas por toda la ciudad: carriles bici, reurbanizaciones, servicios públicos. La lista de equipamientos es larga: desde la piscina del Turó de la Peira (Nou Barris), hasta un centro para personas vulnerables en la calle de Tànger (Poblenou), ascensores en el barrio del Polvorí (Sants-Montjuïc) o un instituto en Sant Andreu, el Martí Pous. Servicios que no podrán estar acabados para abrir antes de finales de marzo y que lo harán sin bombo ni platillo. “Iremos a verlo, como cualquier vecino”, bromea un alto cargo de un distrito.
“Es una anomalía democrática que por culpa de unas elecciones que no son municipales no podamos rendir cuentas, al margen de las inauguraciones. Siempre se ha hecho una exposición, un libro... y este año no podremos ni hacer una compilación”, lamentan fuentes municipales.
En Barcelona el adelanto de las generales ha dado al traste incluso con una exposición de balance de mandato que estaba previsto realizar en cada distritos. “O no se hace o se replantea, pero ¿cómo?”, afirma un concejal. “Toda la estrategia de enseñar el trabajo del mandato se ha ido al garete”, afirma otra edil. “Tampoco es que cortar cintas sea nuestro estilo”, matiza, “pero sabe mal no hacer nada; o tendremos que ser muy imaginativos y pensar en algo que no entre en contradicción con el criterio de la Junta Electoral”.
Desde la Federación de Municipios de Cataluña recuerdan que quien regula los actos de publicidad, inauguraciones... en periodos electorales es una instrucción del año 2011 que interpreta el artículo 50 de la LOREG (la Ley Orgánica del Régimen Electoral General). Entre la convocatoria electoral hasta la celebración de las elecciones “queda prohibido cualquier acto organizado o financiado, directa o indirectamente, por los poderes públicos que contenga alusiones a las realizaciones o a los logros obtenidos”. El listado de actos vetados es largo. Además de inauguraciones incluye primeras piedras de futuros proyectos, edición de revistas o folletos, envío de correos o mensajes, inserción de publicidad en medios o incluso el uso de “sintonías o expresiones coincidentes o similares a las empleadas en sus propias campañas por alguna de las entidades políticas concurrentes a las elecciones”.
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