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EL JUBILATA
Columna
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A esos hijos les digo...

Siempre habéis sido los héroes del centro de mis sueños. Mi única vanidad sois vosotros, unos auténticos fuera de serie que habéis triunfado al hacerme como soy, ya cumplidos los 75

Una pareja de ancianos pasean agarrados del brazo.
Una pareja de ancianos pasean agarrados del brazo.ALBERT GARCÍA

Este progenitor jubilata no es mayor, pero va envejeciendo. Ya no pide casi nada, pero en el fondo necesita mimos, cariño, ternura, a veces hasta compasión y piedad, pero de manera especial lo más difícil, comprensión. Y desea que nadie le subraye las muchas cicatrices externas del cuerpo, ni las invisibles de su alma. Ya necesita una cálida voz al otro lado del teléfono, o sea, vuestro aliento. Y si es en directo, felicidad máxima.

Temo perderme por los caminos por donde antaño discurría con total seguridad sin temor a nada. No quiero que seáis mis lazarillos, pero sí que vayáis tomando conciencia de esa inseguridad y los involuntarios errores que conlleva el contestarme preguntas sin sentido, producto de una infantil curiosidad; es lo que tenemos en común los abuelos con los nietos, esa nueva alianza de interés por todo y que tanto sublima.

Ya habéis aprendido a amar valores como esfuerzo, empatía, sacrificio, constancia, tenacidad, estudio, valentía, —no temeridad—, prudencia, ilusión por los nuevos retos; saber estar callado, perdonar, dialogar, respeto; la suave o sabia corrección de los errores del contrario o del amigo. Tantos y tantos retos.... Y por encima de todo, vuestra sonrisa, vuestra alegría, vuestra entrega. Os ennoblece lo conseguido. Vuestras penas me duelen más que nunca y vuestros éxitos los hago míos multiplicados por infinito. La tolerancia es una de las virtudes conseguidas con la edad. Mi cosecha de sacrificios, pensamientos y acciones quedó impregnada en vuestro conocimiento y es un lujo para mí que haya sido el sustrato de donde nacen las semillas de vuestras leales convicciones. La escultura soñada está ahí, en vosotros.

A esa descendencia, mi debilidad, agradezco infinito que me haya sabido enseñar, día a día, la asignatura de padre, probablemente la más difícil del curso de la vida. Ni siquiera necesitáis saber mi opinión. Otra satisfacción más. Necesito que me sigáis dando esas buenas noticias acerca de vuestra felicidad y triunfo en los acontecimientos venideros, en todos los órdenes. Mitigad o apagad la resonancia de las malas noticias. Para mí seguís siendo los niños que con vuestra propia ayuda moldeamos con tanto éxito. Habéis sido, sois y seréis, lo repito, mi gran debilidad, mi orgullo y el cenit de mi lujo.

Siempre habéis sido los héroes del centro de mis sueños. Mi única vanidad sois vosotros, unos auténticos fueras de serie que habéis triunfado al hacerme como soy, ya cumplidos los 75. En lo del vil metal, recordad aquello "es tan pobre que solo tiene dinero". Seguid así, pensando y actuando con el corazón tal y como yo traté de enseñaros, dejando el cerebro para la cordura y el equilibrio. O como decía Aristóteles: "El dolor detrás de tu sonrisa. El amor detrás de tu rabia...y las razones detrás de tus silencios".

Enhorabuena, hijos, por cómo habéis sido, cómo sois, cómo seréis y por la felicidad que me regaláis a cada momento. Gracias infinitas.

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