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“Las fábricas textiles españolas son muy buenas”

Con 24 años montó su empresa en Madrid con la marca K-kou y ha pasado por todos los puestos de la producción

Aurora Intxausti
Montserrat Gallego, en su fábrica de diseño de ropa de la marca K-kou, en Alcorcon (Madrid).
Montserrat Gallego, en su fábrica de diseño de ropa de la marca K-kou, en Alcorcon (Madrid). Jaime Villanueva

Tira las telas al suelo y se le iluminan los ojos porque, según como sean los tejidos, ve pantalones, vestidos, chaquetas, blusas... Montserrat Gallego (Madrid, 46 años) se sentó detrás de una máquina de coser a los 16 años y fue aprendiendo todos los procesos de fabricación. Estudió Patronaje industrial y Diseño sin dejar de trabajar y a los 24 creó su propia marca K-kou y montó una fábrica de ropa en Alcorcón (Madrid). La mayor parte de los empleados son mujeres que han hecho el recorrido laboral junta a ella. No para quieta ni un segundo. Elige las telas, mira la calidad de los botones, revisa los patrones, habla del pedido de Irlanda mientras pregunta si se han mandado los pantalones de la última colección de verano. Se vanagloria de que su marca es española, cree que en el mercado todo el mundo tiene cabida, pero que el cliente se ha dado cuenta de que las prendas baratas acaban en la basura.

¿Somos mejores fabricando que los asiáticos?

Lo que está claro es que si tú pagas 0,50 euros por coser un pantalón en Asia te coserá por ese valor y si pagas 7 euros estará infinitamente mejor. Las fábricas textiles españolas que han quedado, en general, son muy buenas. Muchos fueron a China y se quedaron sin empresas y los que nos mantuvimos ahora tenemos importantes ofertas del mercado asiático para comprarnos. Pero si resistimos cuando las cosas iban mal no vamos a ceder ahora.

¿Que le llevó al 100% español?

Gustarme mucho mi trabajo y contar con buenos profesionales. Hacemos bien las cosas en este país. Hay gente que apostó en un determinado momento por fabricar en Asia y eso llevó al desmantelamiento de la fabricación textil en España. Los que nos quedamos notamos que, cada vez más, se aprecia nuestro trabajo y nos vienen a buscar desde otros países. Por ejemplo, nosotros ahora vamos a entregar la colección del invierno 2019-2020 para Irlanda, mientras estamos acabando de fabricar la de primavera-verano para España y el resto de Europa.

¿Somos menos prudentes a la hora de comprar?

Estamos en un momento extraño. En 2018 el invierno fue malo por el calor y este no ha sido mucho mejor. Estamos a la expectativa para ver qué ocurre este verano. Se nota que hemos sorteado la crisis y que hay más dinero pero percibo un parón raro. Lo que está claro es que la producción no se puede parar y no puedes estar mirando al cielo a ver qué pasa.

¿El consumidor español adquiere más en rebajas?

Es que el consumo ha cambiado. Antes, el cliente se compraba de dos a cinco piezas buenas al año, ahora adquiere 25 a precios muy reducidos. Las rebajas ya no funcionan porque siempre hay productos baratos a lo largo de todo el año en el mercado.

¿Qué parte se hace en la fábrica y cuál se externaliza?

Aquí se hacen los diseños, el patronaje y luego hay una serie de talleres especializados diseminados por la comunidad que trabajan para nosotros.

Hemos perdido durante la crisis trabajos especializados tanto en moda como en todo el tejido industrial.

Tienen que cambiar los métodos de enseñanza para que los alumnos puedan adentrarse en el mundo laboral. Los profesores tienen que pisar realidad, conocer bien cómo funcionan actualmente las empresas, qué carencias existen y preparar a los chicos para trabajar. Faltan patronistas, cortadores... La fabricación de una prenda pasa por muchas manos y cuando más sepan de las distintas fases del proceso mucho mejor. Esta bien que haya diseñadores pero la realidad es que no hay trabajo para todos y si alguien le gusta la moda hay otras profesiones que son muy interesantes.

¿Qué tipo de tejidos se reclaman en el mercado español?

Pues me gustaría decir que lino o seda, que a mí me gustan muchísimo y son naturales, pero no es así. El lino se ha sustituido por el ramio, que es bastante más barato y tiene un tacto menos agradable. Al consumidor español le gusta ir estirado, y esas prendas se arrugan, y que tengan un buen lavado. Los tejidos naturales son más delicados y exigen un tratamiento diferente que meterlo en la lavadora. Ahora se trabaja mucho con fibras sintéticas con acabados naturales que están muy conseguidos.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Periodista. Trabajó en EL PAÍS entre 1985 y 2021, tanto en la redacción de el País Vasco como en Madrid. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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