_
_
_
_
BARRIONALISMOS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sin miedo

Me preguntaron si había pasado miedo haciendo un reportaje y cuando respondí que no, me contestaron que eso era porque soy de Alcorcón

La primera vez que grabé en un asentamiento con viviendas de realojo y autoconstruidas, al volver a la redacción, quisieron saber si había pasado miedo y ni siquiera entendí la pregunta. ¿Exactamente a qué debía temerle en un lugar en el que la gente se dedicaba a la venta de sanitarios, fruta y verdura? Cuando respondí que no, me contestaron que eso era porque soy de Alcorcón. Y yo pensé en la urbanización tranquila en la que residí y no me molesté en dar más explicaciones, debido a que, en cierto modo, tenían razón.

Imagen de archivo del Instituto Luis Buñuel de Alcorcón.
Imagen de archivo del Instituto Luis Buñuel de Alcorcón. Luis Sevillano

Es verdad que ser del extrarradio pero, fundamentalmente, ir a centros educativos públicos me ha permitido, por suerte, relacionarme con todo tipo de personas. No hacían falta grandes discursos, en el patio jugábamos y nos peleábamos con la normalidad de la infancia. Me acuerdo de Carlos (nombre ficticio), que nunca podía ir a excursiones y llevaba ropa aún más gastada que la del resto (eran los 80, la era de los parches) porque su padre estaba en paro y su madre tampoco trabajaba, como casi ninguna, por otro lado; de “Carla”, a quien la profe recomendó que hiciera FP puesto que, al ser sus padres divorciados (algo muy nuevo, entonces), según su criterio, el instituto le vendría grande. Ojalá se encuentre algún día con ella y pueda contarle que hace muchos años que acabó su carrera; yo era la única de ascendencia africana y, casi siempre fui Luci, pero si las cosas se ponían feas, también podía ser “conguito” o “negra de mierda”. Aún no se habían colado en el debate público términos sociológicos o académicos, aquello no era poesía ni moderno ni objeto de estudio. Era real y nuestras diferencias, a veces, se traducían en insultos o iban a más.

Sin embargo, ahí estábamos, conviviendo o, al menos, compartiendo espacios y sabiendo que existíamos. Luego, cada cual ordenó en su cabeza todo esto como supo, pudo o quiso. La anécdota inicial me sirve para pensar lo separados que estamos algunos periodistas de las calles, incluso de las que nos quedan más cerca. Seguimos hablando del mundo desde atalayas tan altas que no nos permiten ni verlo ni conocerlo y cuando lo pisamos, lo contamos cargados de prejuicios y con una distancia tan arrogante como poco profesional. Yo también lo he hecho y puede que vuelva a equivocarme. Es terrible que convirtamos en folclore las vidas o los hábitos de seres humanos, que llamemos reportajes de denuncia a lo que, a decir verdad, son ejercicios abyectos de pornomiseria, en los que derrochamos qué sin porqué, contribuyendo a engordar y dar lustre a estereotipos.

A mí, la falta de recursos, la pobreza o la exclusión no me da ningún miedo, lo que me provocan es rabia y voluntad de cambio. Considero que todos los relatos deben tener cabida en los medios, pero debemos plantearnos el cómo los trasladamos, revisarnos y también apostar por que las historias nos las narren sus protagonistas y, por supuesto, por escucharlas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_